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Puede que sea la segunda mayor potencial mundial, pero si hay algo que China no tiene, es la segunda voz más escuchada en el estridente mundo de la comunicación.

Mi país está intentando arreglar esta discrepancia y, según se dice en el Libro azul de comunicaciones internacionales, publicado aquí mismo durante una importante conferencia en la que se reunieron académicos y expertos, los medios de comunicación chinos están progresando.

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Libro azul de la comunicación

Para ampliar la información sobre la situación de China en el marco mundial, les animo a revisar una publicación complementaria; “Parte II: la perspectiva de un norteamericano”, escrita por Buck Ryan, profesor en la Universidad de Kentucky, donde el catedrático analiza y reflexiona sobre la vieja América, la España de Franco y la Rusia de Putin.

Mientras tanto, es posible estudiar el “Informe anual sobre el desarrollo de las comunicaciones internacionales de China” (2014) para enterarse de qué tienen que decir al respecto algunos prestigiosos pensadores, tanto chinos como norteamericanos, así como conocer mi propia opinión sobre algunos de los eslabones perdidos de China, entre ellos “Cronkite” y “Ginsburg”.

El libro azul comienza de la siguiente manera, con una observación:

“Organizado por el Centro Nacional de Estudios en Radio y Televisión (National Center for Radio and Television Studies) de la Universidad de Comunicación de China”, la principal universidad para los estudios de periodismo y comunicación del país, “este libro azul es el primer informe profesional sobre el desarrollo de las comunicaciones internacionales en China, así como un esfuerzo colaborativo sin precedentes tanto de los distintos departamentos del gobierno como de los medios convencionales y las organizaciones culturales y educativas, que han llevado a cabo distinguidos estudios en este tema tanto nacional como internacionalmente”.

No quise perderme esta histórica conferencia. Tenía muchas ganas de conocer a corresponsales y expertos extranjeros venidos de América. No obstante, hay que destacar que este evento estaba enfocado, principalmente, en China.

Algunos de los investigadores que asistieron a la conferencia creen que uno de los problemas es que los medios chinos no centran su atención en un público extranjero. No se fijan en lo que el público extranjero necesita, por lo que es imposible alcanzar un buen impacto en las comunicaciones internacionales.

Kerry Luft, antiguo editor de “Nation & World” en el Chicago Tribune y que ahora trabaja para Bloomberg en Nueva York, añadió otro inconveniente más durante una conversación por correo electrónico en la que se debatía sobre los medios de noticias chinas en lengua inglesa, como el CCTV, en Estados Unidos.

Luft insinuó que, de proporcionarse más detalles en sus reportajes, los medios chinos podrían alcanzar mayor credibilidad.

Terry Anderson, el legendario corresponsal extranjero de Associated Press, que ahora enseña periodismo internacional en la Universidad de Florida, comentó en un correo electrónico que él percibe perfectamente las diferencias entre China y América en sus clases. En sus lecciones, comenta el propio Anderson, explica cómo la cultura periodística de Estados Unidos choca con la manera que tienen en China de entender las prácticas profesionales.

El reto para China es lograr que sus noticias lleguen por igual al público chino y al norteamericano. Un erudito Chino al que se le cuestionó sobre este asunto se centró en describir las diferencias que existen entre las ideas populares y los contenidos con valor ideológico.

La divulgación de ideas es una medida para obtener el valor ideológico de las mismas”, comentó Zhang Fugui, profesor de la Universidad de Jilin. “Los investigadores deberían intentar con todas sus fuerzas popularizar un entendimiento del contenido ideológico de un objeto de estudio para, así, popularizar la propia idea”.

Según las estadísticas del libro azul, China ha alcanzado varios logros importantes en los últimos 10 años que pueden reforzar sus instituciones periodísticas en el extranjero. Estos son algunos ejemplos:

1. En 2013, la agencia de noticias Xinhua ya se había extendido a 141 países, casi alcanzando a la agencia France-Presse, que cuenta con oficinas en 150 países, y sobrepasando tanto a Reuters como a Associated Press, que tienen presencia en 100 de ellos.

2. CNC World, un canal de noticias 24 horas en lengua inglesa presentado en 2010, ha llegado ya a los 800 minutos de retransmisión al día con contenidos tanto en inglés como en chino, compitiendo así con BBC y CNN.

3. CRI, conocido como RIC en español (Radio Internacional China), ha instaurado 8 estaciones regionales (situadas en África, Asia, Norteamérica, Europa Oriental, Europa Occidental, Latinoamérica, Oriente Próximo y Oceanía), 32 corresponsalías y 23 estudios radiofónicos en el extranjero; todo ello en más de 70 países. Se cree que sólo la BBC es capaz de sobrepasar el alcance de su radiofrecuencia.

4. CCTV (Televisión Central de China), la mayor empresa pública de la televisión nacional del país, con sede en Pekín, cuenta ahora con más de 63 estaciones para sus corresponsales en el extranjero.

5. El Grupo Internacional de Publicaciones de China (CIPG) publica ahora más de 4000 trabajos extranjeros cada año en casi dos decenas de idiomas. Más de 30 diarios (Beijing Review, China Today, People’s Pictorial, People’s China y China Report, entre otros) son editados en chino, inglés, español, francés, árabe, ruso y coreano en más de 180 países y distritos.

Más allá del alcance de los medios, según el libro azul, China está propagando, además, el aprendizaje de su cultura e idioma por medio del Instituto Confucio. A finales de 2013, se instauraron más de 440 de estos centros en 120 países.

Con tanto progreso, sería lógico pensar que la voz China pudiera llegar a igualar a la Americana. No obstante, no es así, y creo que se debe a una brecha creativa.

En primer lugar, China carece de un “Cronkite” que le otorgue prestigio a una cadena y se gane la confianza del público nacional. Los periodistas de Estados Unidos alaban los tiempos en los que el presentador de noticias Walter Cronkite era considerado el hombre más honesto de Norteamérica.

En su autobiografía, Memoria de un reportero, Cronkite habla de cómo fue adentrarse en el mundo del periodismo, cuando robó una fotografía de la casa de una víctima, algo que su jefe le reprobó poco después. El problema no era que hubiera robado algo; Cronkite aprendió la importancia de revisar todos los datos de un caso antes de intervenir en el mismo, puesto que aquella vez se había equivocado de dirección.

Cronkite recorrió un arduo camino hacia el éxito profesional; un camino que nosotros, en la Universidad de Jilin en Changchun (China), acabamos de iniciar. Hemos abierto recientemente una nueva facultad de periodismo y comunicación, que nos ofrece una gran oportunidad para ayudar a China a alzar la voz.

Uno de nuestros desafíos es la ética profesional. La primavera pasada, las autoridades reprimieron a varios periodistas acusados de extorsión y soborno, así como de divulgar noticias falsas.

En julio, un famoso periodista en economía de la compañía estatal CCTV fue detenido antes de empezar a trabajar. Dicho periodista, Rui Chenggang, quien ganó popularidad tras hacer varios comentarios en los que pedía la eliminación de una cafetería de la cadena Starbucks de la Ciudad Prohibida de Pekín, fue arrestado junto con Li Yon, el vicedirector de la cadena de noticias, según un comunicado del periódico People’s Daily; el partido comunista del país.

Nuestros estudiantes de periodismo tienen mucho que aprender. Si nuestra escuela de Periodismo pudiera crear un “Cronkite” chino, entonces la escuela de Derecho también podría llegar a crear un “Ginsburg” que recorriera los telediarios americanos para ofrecer su visión sobre diversas noticias internacionales de gran interés.

Sin embargo, lo que China necesita más que un abogado, es un buen periodista que pueda hacerse un hueco en las portadas del New York Times, el Chicago Tribune o el Wall Street Journal, así como en la televisión privada.

Una nota de esperanza en la conferencia sobre el libro azul la puso la cadena BON TV, la primera cadena privada de la televisión china, cuyos documentales son de gran ayuda para los extranjeros a la hora de entender cómo es China en realidad.

China es un país que amo y quiero ayudarlo a progresar en el mundo de la comunicación. Quizá un día, con la ayuda de mi escuela de periodismo, podrá llegar a tener la segunda voz más escuchada y podrá, asimismo, igualar su estatus económico.