Si por algo se caracteriza nuestra generación es por la progresiva inclusión en las TIC (Tecnologías de la Información y la Comunicación). Este factor puede ser un elemento de medida del desarrollo de cada país, en el que los factores brecha digital e inclusión digital son ambos, factores cruciales para su crecimiento: a más inclusión digital, menor brecha digital. Entendiéndose inclusión digital la facilidad con la que los usuarios acceden a un ordenador y, brecha digital, el número de personas que no tiene acceso a las tecnologías.
Queda claro entonces que las TIC se asocian favorablemente a la sociedad, pues esta supondrá una sociedad desarrollada y contemporánea. Una esfera pública conectada a lo 2.0 es siempre una esfera pública informada. Pero, ¿hasta qué punto han de ligarse los términos “sociedad” y “tecnología”?, ¿es viable la dicotomía infancia – tecnología? Y esta última pregunta, se presenta debido a que, de hace unos años atrás hasta ahora, el progreso continuo de del sector tecnológico ya no se utiliza solo para la comodidad y facilidad en la vida de uno mismo, sino también de su familia.
Ya no resulta extraño ver contenido multimedia deambulante por Internet donde, los pequeños de la casa toman como referencia paterna una tablet o un móvil. El famoso refran de “los niños vienen con un pan debajo del brazo” cada vez se adapta más a la era del siglo 21 y se modifica, quedando como resultado: “los niños vienen con un móvil debajo del brazo”.
Antes era prácticamente imposible llegar a los 20 años con un móvil que incluyera cámara. Ahora, desde los 14 años, el principal objetivo adolescente es poseer un iPhone, que cuesta una elevada cantidad de precio y del cual no sacarán el partido que el este móvil puede ofrecer. Ya no se sale a la calle a darle patadas a un balón, a pintar con tiza las calles o a, simplemente, interactuar con la naturaleza.
Si se baja un poco más el rango de edad, y se habla de bebés, aunque no conscientes, son ellos los que, probablemente, salgan más afectados. Interactuar, aprender y convivir con aplicaciones supone, para muchos padres, una gran facilidad a la hora de combinar hogar, familia y trabajo. Pero, por otro lado, de ellos ya no supone el poder legítimo de muchas actividades cognitivas, como el enseñar a hablar.
Profundiza sobre el tema Patricia Chazarra Martínez, estudiante de Magisterio en la Universidad de Alicante y bastante arraigada a los niños, tanto dentro como fuera de su vida personal.
¿Se puede seguir concibiendo la palabra “infancia”?
Está claro que la concepción de infancia ha ido evolucionando en conjunto con la sociedad. No es igual la infancia de hace un par de siglos como la infancia actual. Pero sí, la infancia sigue siendo infancia a pesar de los cambios sociales que han ocurrido y están ocurriendo.
Se le sigue dando una gran importancia a esta etapa de la vida del ser humano ya que, es en los niños, donde recae la visión de futuro de nuestra sociedad.
¿Qué papel juega la tecnología en referencia a la paternidad?
Hoy en día, vivimos en una sociedad donde todo (o casi todo) funciona mediante la tecnología. Esto no solo repercute a los adultos, sino que los niños también se ven “afectados”.
Los padres tienen al alcance de su mano recursos tecnológicos para utilizar con sus hijos. El buen o mal uso de estos ya depende de ellos. No es lo mismo darle la tablet con un juego a tu hijo para que se calle cuando te está molestando o teniendo una mala conducta que utilizarla como recurso de aprendizaje de los colores, por ejemplo.
Actualmente es más fácil entretener a los niños, tanto con la televisión como con los videojuegos, móviles o tablets, pero es por ese mismo motivo que los padres deben enseñar a sus hijos su correcto uso (establecer límites de tiempo por día, diferenciar las actividades beneficiosas de las perjudiciales, etc.).
¿Podrá la tecnología suplantar a los padres?
En mi opinión, jamás se podrá suplantar a los padres. Son ellos los que tienen la batuta en la educación de sus hijos y la tecnología es un simple recurso.
¿Qué decadencias presentan los niños de hoy en día con respecto a los de años atrás?
Creo que, en este sentido, hay dos aspectos a resaltar: padres y valores.
El modelo de familia ha cambiado en los últimos años. Ahora nos encontramos con padres que trabajan durante todo el día y niños que pasan más tiempo con sus abuelos y maestros que con sus propios padres. Es por ello que, actualmente, la figura paterna ha cambiado con respecto a la de antaño y, a menudo, hay una manca en las relaciones fraterno-filiales.
Por otro lado, aunque estrechamente relacionado con lo anterior mencionado, están los valores. Los padres no educan a sus hijos, y esta tarea recae en los abuelos y, sobre todo, en la escuela.
Dada la importancia de la educación en valores de los niños más pequeños, vemos una clara diferencia entre la que los niños de años atrás recibían y la que reciben los de ahora. No se inculcan los mismos valores, algunos de ellos muy importantes para el desarrollo del niño.
¿Prefieren los niños pasar tiempo con un iPad en lugar de con sus padres o salir a la calle?
Esta pregunta es muy relativa, ya que, como en todo, hay variedad. Habrá niños que preferirán jugar con la tablet de su padre o la suya propia que pasar tiempo con sus padres o en la calle con sus amigos, y los habrá que no. Las nuevas tecnologías han producido un impacto en la vida de los infantes, pero los niños siguen siendo niños y aunque ahora le dediquen más tiempo a otras cosas que no sean jugar como se hacía hace 40 años. Hay cosas que nunca cambian.
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¿Qué consejos podría dar tanto a padres como a niños?
A los padres, que sigan tratando a sus hijos como niños; que intenten minorizar el tiempo de exposición de estos a las nuevas tecnologías y que pasen el máximo de tiempo posible con ellos.
A los niños, que disfruten de la calle; que salgan a jugar con sus amigos y que no le dediquen tanto tiempo a la televisión y a las nuevas tecnologías (el desarrollo psicosocial es muy importante en la niñez).
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