GLOBAL. Internet está cada vez más presente en nuestras vidas. Como todo avance que irrumpe masivamente en la sociedad tiene, en su justa medida, tanto detractores como admiradores.

La grandeza de la red es de sobra conocida por todos, aunque no está de más recordar que disponemos de un mundo de conocimiento e información, con tan sólo hacer un click y desde nuestro propio hogar.

Como en todo debate, la razón no está del lado de ninguna postura, sino que más bien y en su germen los individuos conviven con el nuevo ecosistema virtual.

En el medio interactivo, además de ser receptores podemos ser emisores, tanto o más que cualquier medio o institución. Podemos difundir noticias, quizás antes que cualquier medio, y compartir información con otros usuarios a través de la compleja estructura de retroalimentación (feedback) diseñada.

Por otro lado, a nivel comercial, son cada vez más las compras que podemos efectuar gracias a la red, tanto de ropa o calzado, como de equipos electrónicos, viajes, libros, etc. Además los periodos de entrega cada vez son más rápidos y los sistemas de pago online más fiables, seguros e intuitivos, lo que garantiza una relación optima entre el vendedor y el consumidor.

La ventaja de no tenernos que desplazar para consultar archivos, ver un museo, comprar en cualquier parte del mundo, hacer transacciones comerciales e incluso hacer uso de la banca electrónica, supone una ventaja para cualquiera, pero sobre todo para la gente con movilidad reducida, o la que no dispone casi de tiempo libre, así como la que vive un lugar aislado.

Internet puede curar soledades y carencias, pero no obviemos que al final siempre estamos solos. Solos en nuestra casa, en nuestra habitación, con nuestro ordenador, pero al fin y al cabo aislados con nosotros mismos. Aunque chateamos y nos comunicamos con otros, no los vemos, no sabemos si son reales, si son lo que dicen ser, si dicen la verdad.  ¿Cómo saberlo sin mirarse a los ojos?

La sociedad futura será pues una sociedad internauta, primero porque en breve los niños que se han criado frente al ordenador, en el reflejo de la red, serán los futuros gobernantes, banqueros y profesionales, acostumbrados a moverse en este mundo. Segundo porque está claro que el avance del entorno es mordaz e imparable, porque ya no depende de nadie, se alimenta de todos y a la vez todos participan de él.

¿Y cómo será esta sociedad? Probablemente la más informada y desinformada, la mejor relacionada y más vacía, la que puede solucionar un problema en segundos al otro lado del mundo y generar el caos.

Solitaria, fría, y carente de todo contacto humano. Dónde quedaran las miradas, las sonrisas, los apretones de manos, los paseos, las discusiones acaloradas en los cafés cara a cara, las reuniones de los jóvenes en los parques… ¿Dónde quedará lo real?