MADRID, ESPAÑA. Situada en la calle Atocha, la Sociedad Cervantina pasa desapercibida para la mayoría de los paseantes que circulan a ritmo frenético por las calles de Madrid. Colindando con una pequeña Iglesia y rodeada de comercios locales, este pequeño edificio con aspecto sobrio y ventanas enrejadas esconde un verdadero tesoro de la literatura española; la réplica de la imprenta que en su día reprodujo el primer ejemplar de “Don Quijote de la Mancha”.
Pero éste no es un lugar elegido al azar, fue exactamente allí donde 400 años atrás, Juan de la Cuesta instalaría la imprenta que reproduciría por primera vez los textos más famosos y repetidos de la literatura clásica en España: “En un lugar de la Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme…”. Así, todavía hoy se le rinde homenaje a su autor entintando los tipos móviles de esta máquina que reproducen sus textos una y otra vez.
Sin embargo, aunque la imprenta podría funcionar, la Sociedad no cuenta con el apoyo económico de las instituciones públicas. De hecho, hasta hoy tan solo ha funcionado una vez, durante el pasado Día del Libro. Sonia Sebastián, Secretaria General y Directora de la Sociedad, tiene expectativas en que desde el ayuntamiento se asigne personal dedicado a explicar el funcionamiento de la máquina para así sacarle un mayor rendimiento y satisfacer a los visitantes.
La imprenta es, sin duda, la propuesta más atractiva de la Sociedad Cervantina, pero ésta acoge también exposiciones fotográficas, obras teatrales y literatura durante todo el año. Sebastián explica que todas las expresiones artísticas que en ella se exponen entremezclan aspectos clásicos y contemporáneos. Además, durante el periodo estival se abre el patio interior del edificio que se convierte en el escenario perfecto para todo aquel que desee dar a conocer sus creaciones literarias.
Desde que fuera la imprenta de Juan de la Cuesta hasta hoy, convertida en Sociedad Cervantina, los muros de este edificio fueron y siguen siendo lugar de inspiración, creación y exhibición de arte en todas sus formas. Realmente una pena que no tengan fondos para dejar brillar su tesoro.