[translations idioma=»EN» url=»http://rgnn.org/2013/10/22/mairead-corrigan-maguire-calls-for-peace-in-syria»]
VARSOVIA, POLONIA. Como parte de la cobertura de la XIII Cumbre Mundial Anual de galardonados del Premio Nobel de la Paz, ROOSTERGNN comparte hoy con sus lectores el discurso de Mairead Corrigan-Maguire, co-ganadora del Premio Nobel de la Paz en 1977 junto a Betty Williams, por su contribución al alcance de una solución pacífica al conflicto de Irlanda del Norte. ROOSTERGNN se complace en poder ofrecer también una traducción del discurso, que puede consultar aquí.

Queridos amigos,

En Mayo de 2013 conduje, por invitación del propio Movimiento Nacional Musalaha, una delegación pacífica de 16 personas a Siria. Durante la misión, pudimos comprobar cómo lo que acaecía en Siria no tenía un reflejo fiel en los medios internacionales; éstos no estaban dando cuenta sobre las terribles violaciones del derecho humanitario internacional que países combatientes extranjeros estaban cometiendo en el transcurso de una guerra de poder, cuyo objetivo oficial es el derrocamiento del régimen, pero que además tiene beneficios geo-estratégicos reales. A esos gobiernos extranjeros, formadores y entrenadores de ejércitos, nos gustaría recordar que según la Carta de las Naciones Unidas es ilegal armar tropas para derrocar gobiernos electos.

Durante la visita comprobamos que la población civil sufría, y aún sigue sufriendo, la invasión de miles de soldados provenientes de varios países, cuya acción real es avivar en todas partes la inseguridad, la muerte, el caos y la destrucción. El sectarismo ideológico islámico en Siria está avivando las tensiones e impulsa a los rebeldes a los más crueles actos de barbarismo contra sus oponentes.

La invasión de Siria por tropas extranjeras ha causado una de las crisis humanitarias más grandes desde la Segunda Guerra Mundial; más de 100.000 personas han muerto, miles de ciudadanos han sido movilizados, otros tantos han tenido que huir a países vecinos y hay cerca de un millón de refugiados. Por todo esto es importante que las Naciones Unidas, junto con todos los organismos internacionales y los países receptores, sigan ofreciendo ayuda y respaldo a los refugiados sirios cuyas vidas han sido destruidas por esta tragedia humanitaria.

Nos desconsuela ver que la cobertura mediática internacional, en lugar de haber denunciado la realidad de lo que ocurre en Siria, haya ofrecido un falso relato de la verdad de la crisis. Lamentamos igualmente que el país haya sido debilitado por tanta violencia de grupos insurgentes y dirigido hacia un camino de violencia sectaria instigada por los países de Occidente y algunos del Golfo. Los medios de comunicación son los responsables de una exposición informativa basada en mentiras, propaganda y vídeos falsos, así como de hacer el uso más cruel del sufrimiento de los sirios para emocionar a la comunidad internacional y con ello lograr mayor apoyo y financiación, y finalmente convencer al mundo de la necesidad de una intervención militar.

Sin embargo, y pese a las noticas que sobre esta guerra nos llegan de rebeldes y poderosos grupos de derechos humanos, mucha gente en todo el mundo, con el recuerdo de Afganistán, Irak y Libia aún presente, no confían en la versión simplista que reciben de los principales medios de comunicación y como resultado, se muestran contrarios a la intervención militar y a favor  de un movimiento pacífico de reconciliación: un diálogo político como vía de resolución del conflicto.

Apoyamos la valentía y empeño que la Alta Comisión por los Derechos Humanos emplea conduciendo una misión de búsqueda de pruebas reveladoras sobre la terrible realidad de la crisis siria y con la que se podrá por fin evitar el genocidio étnico, político y religioso que en nombre de la libertad y democracia está ocurriendo en este país.

El Estado sirio no debe ser desintegrado y las sanciones económicas que están contribuyendo grandemente al sufrimiento de los nacionales deberían desaparecer inmediatamente; del mismo modo, tampoco se debería permitir la intervención ni el apoyo de fuerzas militares extranjeras. La comunidad internacional debería obligar a aquellos países que lo están agravando a cesar el terror. Debería asimismo animar a todas las partes a asistir y ceñirse a la conferencia de paz Génova II para otorgar el derecho de auto-determinación a la población siria, ejercido en elecciones legales sin presiones extranjeras, a través de las que se alcanzaría un honrado proceso de transformación hacia un futuro pacífico y su participación en el mundo libre y democrático. Aplaudimos el trabajo que lleva a cabo el equipo de armas químicas para destruir los arsenales sirios y esperamos que funcione, también para el caso del armamento israelí.

Las negociaciones, que deberían incluir a Siria y gobiernos regionales, deberían ser apoyadas sin condiciones por Occidente, lo que además supondría conversar tanto con el Gobierno del Presidente Assad como con las fuerzas de oposición para lograr una solución negociada. La cuestión ahora no es ver quién entabla conversación con quien, sino la rapidez con la que todas las partes involucradas son capaces de poner sus discursos en común para salvar vidas y proteger a Siria de más destrucción y división. Animamos desde aquí a todos aquellos que emplean la violencia a que paren ahora y tomen partido en un diálogo pacífico que salve a Siria.

Existe un convencimiento creciente de que la paz no será alcanzada mediante una solución militar ni paramilitar a los conflictos  en Siria ni en Oriente Próximo, sino únicamente a través de diálogo y negociación.

Agradecemos el trabajo de muchos líderes religiosos, tanto musulmanes como cristianos, así como el de muchas otras personas de la sociedad civil siria que a pesar de tanto sufrimiento, han seguido luchando con valentía por el fin de la violencia y se han comprometido en el diálogo con todas las partes.

Desde aquí, animamos a la gente a apoyar a la madre Agnes-Mariam y al Movimiento Nacional Musalaha en Siria, que trabaja