KIEV, UCRANIA. El pequeño pueblo llamado Pyatyhatky es una de las zonas más escondidas de todo Kiev. Aún así, eso no le impide tomar parte en uno de los mayores proyectos sociales que se llevan a cabo en toda la región.
Desde el año 2008, acoge cada verano al campo educacional “Zoryanyi”. A él acuden, durante 18 días del mes de junio, 200 niños de la zona en riesgo de exclusión social. Este proyecto se destina especialmente a los que tienen entre 8 y 16 años de edad. Todos ellos tienen algo en común, y es que se encuentran en circunstancias difíciles por estar desatendidos, pertenecer a familias pobres o tener problemas con la ley. Incluso muchos de ellos viven en orfanatos e instituciones especiales.
El lugar cuenta con una gran explanada de campo que permite el desarrollo de todas las actividades planificadas por el campamento. En su tiempo libre, los niños también pueden jugar al fútbol y al baloncesto en las pistas de cemento, o al escondite en las zonas arboladas. Cada uno de los cinco edificios que se encuentran en el campo cumple con una finalidad determinada. En uno de ellos se localizan las cocinas y el gran comedor donde todos los niños disfrutan de los desayunos, almuerzos y cenas. Una bebida típica ucraniana que acompaña a todas las comidas es el “compot”, muy parecido al té. Otro de los edificios contiene la lavandería y las habitaciones para el “staff”, las personas que principalmente forman parte de la organización. En el más pequeño de ellos se encuentra el salón de actos, donde los niños, por grupos de 30, realizan actuaciones temáticas o bailan en la discoteca.
La organización contaba con muchos recursos y las instalaciones eran muy confortables, por lo que los niños siempre estuvieron bien atendidos. A lo largo del campamento se les hicieron varios regalos, entre ellos unas zapatillas deportivas.
Todos los participantes, tanto niños como monitores, trabajadores sociales, psicólogos y voluntarios, conforman una gran familia. Los mayores cuidan de los pequeños, y se crea un clima solidario e interactivo donde lo que menos falta es la diversión y la compañía para los que más lo necesitan. Es muy interesante apreciar cómo, a pesar de la barrera del idioma, es posible crear una buena relación con los niños. La mayoría de ellos solo manejan el ruso y el ucraniano, las dos lenguas oficiales de Ucrania, por lo que la mejor manera de comunicarse con ellos son los gestos, los bailes, los juegos y las expresiones de la cara.
La excursión a Kiev, la capital de Ucrania, fue una de las mejores experiencias para los pequeños. Allí pudieron visitar el planetario, uno de los más grandes de los ex estados soviéticos, y el interior del Estadio Olímpico Nacional, donde se disputaron los partidos de fútbol de la Eurocopa 2012. Éste está situado en la principal avenida de la capital, centro de la ciudad, y alberga espacio para 68.000 personas sólo sentadas.
Para enriquecer su conocimiento cultural, el destino de la segunda excursión realizada fue el Museo de la Gran Guerra Patriótica, localizado en el distrito Pechersk, al sur de la región. Su monumento más representativo es la Estatua de la Madre Patria, de 102 metros de alto, en cuyo escudo se aprecia el grabado de la Unión Soviética. En su interior encontramos toda clase de documentos, obras y armamento de la URSS utilizado en la Segunda Guerra Mundial. Entre ellos, destaca un cuadro al que el museo dedica toda una sala, representando la batalla de la Defensa de Kiev ante la invasión nazi.
Fuimos únicamente dos voluntarias españolas las que asistimos al proyecto. Puesto que la organización era de carácter regional, todos los demás participantes eran de origen ucraniano.
Sin embargo, es una experiencia increíble el poder colaborar de una forma tan significativa con los niños. Para la mayoría de ellos, nosotras éramos las primeras personas de otro país con las que habían convivido y podido relacionarse.
El intercambio cultural al que llegamos fue muy positivo. Nosotras aprendimos tanto de ellos como ellos de nosotras, siempre querían saber cosas sobre nuestro país y costumbres.
Por su parte, los monitores mayores también nos hablaron de los problemas gubernamentales que han existido en Ucrania desde décadas atrás. La corrupción es algo que preocupa a la mayoría de la población, un problema latente en el país que no tiene perspectivas de corregirse próximamente. Es un secreto a voces la existencia de grandes escándalos por parte de personajes relevantes de la política ucraniana. La falta de recursos económicos supone que, en lugar del estado, sean organizaciones privadas las que tengan que promover y realizar este tipo de iniciativas sociales como es el campo educacional “Zoryanyi”. Lara, voluntaria española participante, dice que “lo más especial de todo es que nos entendíamos con los niños a través de gestos, sonrisas y abrazos, fue muy bonito comunicarse así con ellos. Estas experiencias te llenan mucho”.
Personalmente, ha sido una actividad muy enriquecedora. Es obvia la necesidad de estos programas dirigidos especialmente a personas en riesgo de exclusión social, cuanto más en países como Ucrania que cuenta con un escaso desarrollo del estado de bienestar. Sin embargo, no por ello en países más avanzados esto es innecesario. Mi convencimiento sobre la importancia de preservar los servicios sociales con los que contamos en España es absoluto, pues ellos son la base de nuestra cada vez más degradada calidad de vida.