NADOR, MARRUECOS. Continúa la polémica en Marruecos por la detención de los menores acusados de “atentar contra la moral pública” por subir una fotografía en Facebook en la que aparecen dos de los implicados dándose un beso en público. Una treintena de jóvenes marroquíes protestaron este sábado día 12 llevando a cabo el mismo acto en Rabat para demostrar su solidaridad con Mouhsin y Raja, la pareja protagonista de la imagen, y Osama, el amigo que inmortalizó la muestra de amor en la puerta del instituto de Nador, Marruecos. Los tres compañeros de edades comprendidas entre 14 y 15 años, se encuentran ahora a la espera de juicio que según el abogado de los mismos, Monaim Fatahi, queda aplazado para el 22 de noviembre.
En la capital, mientras los manifestantes convertían sus demandas en un “beso colectivo”, sectores conservadores intentaron boicotear la manifestación frente al Parlamento al grito de “¡Hchuma! ¡Haram!”, términos que se usan para mostrar la vergüenza ante actitudes prohibidas e ilícitas en su sociedad.
El beso de la primera pareja, filmado por los periodistas allí presentes, desató la rabia de un grupo de jóvenes que comenzó a arrojar objetos de un bar cercano contra los protagonistas de la convocatoria. Fue entonces cuando comenzó una auténtica persecución por las calles centrales de Rabat que terminaría en la llamada ‘Plaza de las flores’.
Esto desembocó en una carrera envuelta en amenazas e insultos donde los perseguidos, asistentes y promotores de la protesta encabezados por el Movimiento Alternativo para las Libertades individuales (MALI), un grupo minoritario conocido por la defensa de derechos desafiantes contra las tradiciones de la sociedad marroquí, gritaban “Libertad” o “¡Que viva el amor!”; mientras tras ellos, los persecutores voceaban a la corriente progresista apoyados por policías infiltrados de paisano. No es la primera vez que las Fuerzas Auxiliares de Marruecos organizan manifestaciones con el objetivo de crear disturbios y convertir en violentas, las protestas pacíficas contrarias a la moral impuesta. Los Mkhaznis son también conocidos en el reino como los ojos y orejas del sistema. Afortunadamente, la jornada del sábado terminó sin mayores incidentes.
Betty Lachgar, iniciadora del movimiento MALI, aseguró a los medios que su corriente “no piensa rendirse ante el oscurantismo“ y lamenta que la justicia de Marruecos “oprime la libertad”. Los detractores del beso acusan a los manifestantes de contribuir a la fitna, término de carácter religioso que alude a uno de los mayores pecados que se puede cometer en el Islam: provocar el enfrentamiento entre el pueblo musulmán. La realidad es que la tensión se erige sobre una larga tradición histórica y religiosa donde confluyen complejos factores que enfrentan diversas corrientes de la sociedad marroquí: los islamistas y los laicos, convirtiendo el suceso en algo que va más allá de un beso.
Los tres adolescentes, que fueron puestos en libertad tras pasar seis días en un centro de menores, se encuentran ahora a la espera de juicio. Se enfrentan al Art.483 del Código Penal Marroquí que castiga a “todo aquel que cometa una violación de la moral pública (…) con prisión de hasta dos años”. Uno de los mayores activistas por los derechos humanos de Nador, Jakib al Khayari, denuncia la incoherencia de las leyes de su país donde, por ejemplo, “es un crimen besar a una chica, pero no lo es pegarle” repetía durante el acto según el diario El País.
Los jóvenes, muy afectados por lo ocurrido, han sido apoyados por gran cantidad de internautas que comenzaron a subir masivamente fotografías donde aparecen parejas abrazándose o besándose con el hashtag #FreeBoussa.
De nuevo, las presiones de las redes sociales provocan un debate de gran impacto mediático que puede alterar las consecuencias sociales y judiciales de un suceso. Así ocurrió con el caso de Daniel Galván, el pederasta español que recibió el indulto de Mohamed VI, rey de Marruecos y a quien posteriormente le fue revocado, debido a las oleadas de protestas y demandas iniciadas en la red.
En este contexto, el juez que instruye el caso de los tres menores ha decidido aplazar el proceso para iniciar una “investigación social”, con el propósito de conocer el entorno socio-cultural y familiar de los implicados. Paradójicamente fue la Asociación Nacional Marroquí de Derechos Humanos (AMDH), pilar fundamental de la sociedad civil, quién denunció la fotografía ante la fiscalía y fuentes pertenecientes a esta sociedad son las que sugieren inculpar a los padres de desatención y abandono de los hijos. Cabría preguntarse qué debieron hacer esos padres para incumplir la ley, si lo que sus hijos han hecho es algo bochornoso o si de lo contrario decidieron criar a sus hijos en torno a valores de libertad y autodeterminación. Sea como sea, ahora son ellos los que deben demostrar su inocencia y ser juzgados por una legislación subjetiva y contradictoria.
Los medios de comunicación, las diversas ONGs pro Derechos Humanos y millones de ciudadanos e internautas de todo el mundo, siguen expectantes por el resultado del juicio que se celebrará el próximo mes. Se juzgará a los tres jóvenes marroquíes acusados de “ofensa al pudor” por hacer público un acto afectivo en medio de una sociedad muy apegada a las tradiciones y costumbres sociales que rigen el país magrebí.
Marruecos, dentro de los Estados islámicos destaca por su diversidad cultural, la convivencia de idiomas y ciudadanos heterogéneos. Existe una cierta heterodoxia que se aleja del Marruecos oficial, dificultando aún más el establecimiento de una identidad colectiva. Al otro lado de los ortodoxos islámicos, existe un sector laico, más europeizado abogando por la defensa de los derechos humanos y mayores cotas de libertad dentro de un país conservador de larga tradición islámica.
Quizá el beso de los jóvenes Mouhsin y Raja descanse en algo más simple que todo esto y solo sea una expresión simbólica de amor, pero sus efectos, sin duda, han traspasado las barreras aún existentes del mundo globalizado.