Albert Rivera se desgañitaba en campaña bramando contra la corrupción y vociferando por una regeneración democrática. Su gran apuesta era un no, con mayúsculas, a facilitar el gobierno de un partido corrupto. Pero apenas unos días después de celebrados los comicios, ya “tonteaba” con el “partido corrupto” para conseguir la “gobernabilidad” de España. Toda aquella gallardía, todo aquel espectáculo de sacar músculo, se desinfló, de repente, para tratar de alcanzar un acuerdo, basándolo todo en el gran interés general. El interés, ¿de quién? Él, y su partido, como todos, es consciente de que sus votos no son suficientes y pretenden imprimir presión al Partido Socialista, según todos los analistas y los grandes medios de comunicación tratan de convencernos. Presión, ¿por qué? ¿Qué necesidad tiene el PSOE de resolver una ecuación en la que no es ni la equis ni la y?

Para más cúmulo de despropósitos y escarnio, grotesco como un sainete de los hermanos Álvarez Quintero, sugiere como gran ocurrencia, magistral golpe de efecto digno de un esperpento de Valle-Inclán, la presentación de seis propuestas al Partido Popular que condicionarían su “SI” a la investidura de Rajoy como presidente de gobierno, como si su “SI” fuera decisivo. Es tan cómico, que es triste, o, es tan triste, que es cómico, no sé.

Este “salvapatrias” presenta seis propuestas, con las que, muy probablemente todos podemos estar de acuerdo (aunque eso, ellos no van a considerarlo populismo, por descontado)

Las propuestas, por si alguien las desconoce, son las siguientes:

  1. Expulsar a todo cargo público imputado por corrupción
  2. Eliminar los aforamientos
  3. Cambiar la ley electoral
  4. Acabar con los indultos por corrupción
  5. Limitar el mandato presidencial
  6. Crear una comisión parlamentaria del caso Bárcenas

Independientemente de que a Rivera no se le haya ocurrido plantear ninguna propuesta acerca de las políticas del paro, sociales, de lucha contra la desigualdad (social, económica o de género), de soluciones a los desahucios y a la dependencia, de apoyo a la Sanidad y Educación Públicas, de políticas contra el fraude y de otra serie de cuestiones que afectan a la ciudadanía, independientemente de esto, de las seis medidas propuestas, cabe preguntarse lo siguiente:

Sobre la primera: Si el PP como partido político está imputado por delitos de corrupción, de destrucción de pruebas y de fraude electoral, ¿se puede pactar, proponiendo que se expulse sólo a aquellos cargos públicos que están imputados?

En el caso de la 2, 3, 4 y 6. ¿No deberían indicarse fechas, o, como mínimo, plazos? De cualquier otro modo es un brindis al sol.

En definitiva, el señor Rivera, “el Constitucionalista” – debe de ser que los demás no lo son, por el hecho de que consideren que la misma debe reformarse – “el salvapatrias”, ha montado su circo particular, su puesta en escena, probablemente pensando más en unas futuras elecciones, que le insuflen una imagen de hombre de estado, que en una solución a los problemas de los ciudadanos. Siempre que el PSOE no se pliegue a los deseos de sus momias políticas y pase del NO, a la abstención, o, incluso, al SI, ¿quién sabe?