Señor Sánchez, Sánchez Castejón. Me recuerda usted un chiste que contaba el gran humorista catalán, Eugenio.

El chiste decía así:

Saben aquel que diu que era un hombre octogenario que va al médico y le dice:

_ Doctor, mis amigos dicen que hacen el amor todos los días

_ ¿Qué edad tienen sus amigos? – pregunta el doctor

_ Más o menos como yo…

_ Bueno, no se preocupe, ¡dígalo usted también!

 

Eso es lo que pienso cuando dice usted que representa a la izquierda, que lo dice usted también, como tantos otros socialistas del resto del planeta. Pero la realidad es otra, señor Sánchez. La realidad es que ha perdido usted una gran oportunidad de intentar liderar un cambio político, social, económico y cultural en este país, y puede que con repercusiones en el resto del continente europeo. Y la oportunidad, señor Sánchez la dejó usted escapar tras las elecciones del 20 de diciembre, cuando pactó con un partido de derechas una batería de medidas que, muy probablemente, la formación política con quien las pactó, no tenía ninguna intención de llevar a cabo. Y los hechos lo han demostrado, si tiene usted en cuenta que, en la corta legislatura que va desde las elecciones del 20D a la disolución de las cámaras, los diputados de Ciudadanos han votado siempre, o casi siempre, de la mano del Partido Popular. Prefirió usted a la derecha que a la verdadera izquierda. ¿Por qué? ¿Temor al fracaso? Es posible que usted, o los “Barones”, que dirigen en la sombra el partido, temiesen un fracaso al tratar de salirse de la senda que ha marcado el partido liberal alemán. Pero es usted el Secretario General de un partido, y ya es hora de que meta en los sarcófagos a las momias que pululan por los pasillos de Ferraz, y tome sus propias decisiones. Ahora puede que sea demasiado tarde.

Si hubiese pactado con la verdadera izquierda, es  posible que otros países como Portugal, Grecia, Italia, e incluso Francia, que ya ha demostrado su descontento ante las medidas de austeridad que ha implantado el gobierno socialista galo, con la rotundidad que acostumbran, se hubiesen unido contra estos vientos liberales que soplan sin descanso desde el territorio Teutón, el que siempre ha mantenido en jaque a Europa y el mundo.

En la peor de las hipótesis, vamos a imaginar que esa alianza con los Podemos e Izquierda Unida hubiese sido un fracaso. En ese caso habría usted pasado a la Historia como alguien que quiso romper las reglas de un juego en el que ya se esconden demasiados ases en la manga.

Lo que quiero decirle, señor Sánchez, es que, de una manera u otra ya se ha convertido usted en un fracaso, porque unos nuevos comicios van a arrastrar al partido que representa al pozo más profundo de su historia, y concesiones a la derecha ya no pueden permitirse.

Ese empecinamiento en no pactar con los partidos independentistas, cuando la salud económica y social de un país depende de que no repitan en el gobierno los salteadores de caminos que lo gestionan, es algo que no tiene justificación, máxime cuando el asunto de la independencia no es, en absoluto, un hecho irrefutable, ni, en mi opinión, ahora mismo, un peligro para nadie.

Ahora va usted, como pollo sin cabeza, haciendo llamadas, tratando de encontrar la cuadratura del círculo, que no le lleve a presentarse a unas nuevas elecciones, donde ni siquiera sabe si repetirá como candidato, y donde el descalabro podría ser de proporciones gigantescas, y donde los números ya no resultan tan fáciles como lo fueron tras las votaciones del 20 de Diciembre.

¿Quo vadis, Sánchez?