ROMA, ITALIA. La antigua civilización romana ha dejado su huella en todo el Mediterráneo, pero es en la propia ciudad de Roma donde estos restos son especialmente importantes para poder entender y saber más acerca de su organización social, creencias, costumbres, etc. A pesar del tiempo pasado, la herencia de esta época aún es visible en nuestra sociedad actual. Gracias a sus avanzados conocimientos en arquitectura, algunas de sus obras aún prevalecen, ilustrando una pequeña visión de la grandeza que entonces poseía la ciudad. Una de sus aportaciones más originales y valoradas es la utilización del arco de medio punto como base de sus múltiples y variadas edificaciones.
Los pastores latinos, procedentes de los Collados Albanos, son los primeros habitantes romanos. La ciudad nace en el año 753 a.C, sobre la colina llamada El Monte Palatino. Aquí vivían las familias más nobles y ricas, como son las de Craso, Catalina o Clodio. El acceso principal a esta zona de la ciudad era la Vía Apia, una importante calzada romana. Inicialmente, el principal cometido de las calzadas romanas era esencialmente militar. A lo largo del tiempo y con el desarrollo de los caminos, éstas cada vez estaban más entrelazadas entre sí. Acabaron abarcando todas las provincias de Italia e iban más allá, sobrepasando los Alpes. Más adelante se extendió su uso al servicio público que transportaba personas, y por último surgió cierto turismo organizado.
El día a día de un ciudadano romano no podía terminar sin una visita al Foro, pues era el centro político, religioso y comercial de Roma. Los emperadores que más contribuyeron a su creación fueron César, Augusto y Tiberio, y aquí los ciudadanos podían participar en actividades como procesiones, pompas triunfales, mítines o elecciones. Hoy en día, paseando por la Vía Sacra, la cual atraviesa al Foro, podemos apreciar la existencia de edificios con fines políticos como la Curia (sede del Senado Romano), o religiosos, como la basílica de Julia, el templo de Saturno (antigua residencia del erario del pueblo romano), el Templo de los Dioscuros o la Casa de las Vestales. A pesar de que el foro está reducido a ruinas, la imaginación permite hacernos una idea de su antiguo aspecto monumental.
Un edificio determinante en el desarrollo de Roma fue el “capitolium”, pues actúa, por su posición estratégica, como fortaleza natural para dominar las comunicaciones fluviales y terrestres, entre el río Tíber y el Valle del Foro.
El monumento que ha adquirido más valor iconográfico en la representación de la ciudad de Roma es el Anfiteatro Flavio, más conocido como el Coliseo. Se comenzó a construir en el año 72 d.C, y, 8 años después, para hacer honor en su inauguración, se desarrollaron una serie de festejos solemnes que duraron 100 días. Tiene cuatro pisos, adornados por arcos y medias columnas.
Según su posición social, los romanos podían acceder a los mejores o peores asientos para contemplar los juegos. La arena, formada por tablas de madera, tenía dos ingresos para hacer entrar y salir a los gladiadores, vivos o muertos. Bajo ella había pasadizos y galerías subterráneas. Allí se guardaba lo necesario para cada espectáculo y también empezó a servir como camino para que los emperadores llegasen directamente al anfiteatro.
La construcción del primer teatro en Roma se llevó a cabo en el 179 a.C. Los primeros teatros, en general, eran de madera y de carácter provisional, pues estaba prohibida la construcción de teatros fijos, que no se comenzaron a realizar hasta el año 55 a.C. Actualmente, el único teatro que queda en pie en toda Roma es el Teatro de Marcelo.
Así como los teatros, los circos romanos también tienen una gran importancia en el ámbito del ocio. Aquí se celebraban las famosas carreras de cuadrigas. La ciudad contaba con cuatro circos, de los que destacaban el Circo Máximo y el Circo Flaminio. El primero fue el más grande de todos, con capacidad para albergar a 250.000 personas.
Sin lugar a dudas, una de las obras más singulares es el Panteón. Se reconstruyó entre el 120 y 125 d.C. sobre el antiguo templo de Agripa, imitando su fachada. Es, hasta hoy, la cúpula más grande que existe, la cual domina todo el conjunto arquitectónico. En él, resalta principalmente su interior, por la armonía y el ritmo que constituyen todos sus elementos. Es algo excepcional que se conserve intacto durante casi un milenio.
A “Los Césares” les gustaba ordenar la construcción de monumentos que representasen sus victorias, y un ejemplo de esto es el Arco de Tito. Se sitúa en el punto más alto de la Vía Sacra, fue levantado a finales del S.I d.C. por orden de Domiciano y simboliza el triunfo de la conquista del emperador Tito sobre Judea.
Estos son algunos de los innumerables monumentos que dan vida a Roma y la convierten en una ciudad única, bañada toda ella en restos de una civilización que queda lejos de ser olvidada. La única forma de poder llegar a comprender la gran belleza que guarda la ciudad, es contemplarla con los propios ojos.