ESPAÑA. Una webserie es casi por definición una serie difundida en Internet, hecha por un equipo amateur, de bajo presupuesto y capítulos cortos. House of Cards, triunfadora en los Emmy, solamente cumple uno de esos parámetros: la difusión en la red. Por lo demás, es una serie convencional en duración y elevado presupuesto. La mayoría de series web son fieles a lo primero y rara vez consiguen cien mil visitas.
Productoras y marcas ya producen series para Internet debido al aumento de banda ancha, Smart TV´s, Smartphones y al éxito obtenido por webseries independientes como The Misadventures of Awkward Black Girl, la británica All About McKenzies o la española Malviviendo. El resto sobreviven a espaldas de la industria quizás porque Internet y televisión difieren en cuanto a público y dinámica. La televisión no permite la comunicación entre usuarios que sí ofrece Internet y ésta es una de las razones por las que el uso de Twitter para comentar contenidos televisivos ha aumentado exponencialmente. De hecho entre los temas más buscados en Internet están precisamente programas y series. Los internautas queremos opinar, compartir, vivir una experiencia personal y generar contenidos. Pese a esta realidad, la mayoría de webseries se producen como en televisión, es decir, son una narración seriada, lineal, sin contar con el público y muchas recuerdan a otros éxitos televisivos.
Sin embargo, la primera razón de éxito de las webseries es que el público busca en la red aquello que no puede ver en televisión tanto en los temas como en su enfoque. Debido al carácter generalista de nuestra televisión, es difícil encontrar contenidos que no sean familiares. Profundizar en temas poco tratados en televisión como homosexualidad, drogas, tecnología e incluso la crisis y aportar historias con un tono y diálogo más arriesgado es lo que ha capturado a los seguidores de algunas webseries. Es impensable encontrar una serie en nuestra televisión en la que un padre aquejado de cáncer se hace traficante para poder pagar su tratamiento, como ocurre en Breaking Bad y en el mismo tono. Algunas webseries, con sus limitados medios pueden llenar el vacío que lleva a muchos a descargarse series americanas, donde la libertad para crear series de nicho está favorecida por la extendida cultura de contenidos de pago, el volumen de usuarios y una mayor digitalización de la población.
Otra razón está en la interacción con el público que en el caso de Malviviendo hizo modificar tramas según los comentarios de sus espectadores. La red ofrecer la posibilidad de trabajar on line, buscar colaboradores e incluso hacer protagonista al público como ocurre en Beckinfield, con cuatro mil aportaciones de los usuarios. Aunque fuera de España sí se encuentran más proyectos así, aquí son todavía una excepción. En Cabanyal Z te invitan a hacer de zombie, aportar ideas o realizar tu versión paralela, como hizo un grupo de niños de una barriada cercana al Cabanyal (Valencia, España), creando su versión Nazaret Z. Mi vida según yo te invita a escoger entre dos tramas A y B tratando de romper su estructura lineal en su capítulo 12. Lo qué sí tratan de hacer todas las webseries es interactuar con el público a través de sus redes sociales y organizando eventos con sus seguidores.
En España, donde la industria está ligada a la publicidad, se trata de enfocar la webserie hacia la publicidad como medio para financiarse. Salvo excepciones como El Sótano, que difunde algunas producciones independientes, las cadenas hasta ahora hacen las suyas como publicidad de la cadena o sus productos, como El diario de San Genaro, webserie de Cuéntame. Salvo alguna excepción, los intentos fallidos de llevar algunas a televisión o que fueran patrocinadas no llegaron a materializarse precisamente por el tono y tema de la webserie que por otro lado es el atractivo. Esta desconexión hace de la webserie independiente un formato en sí mismo, diferente a la televisión, con otro público y capacidad para innovar. Pensar en el medio en que se distribuye, potenciando sus herramientas e interacción con el público, olvidándose de acabar en televisión puede ser clave para su éxito o su fracaso.