GLOBAL. Llega el día en la carrera de todo deportista en la que el cuerpo empieza a reñir seriamente con las exigencias competitivas que conlleva la élite futbolística. Como para todo ser humano, el tiempo no entiende de grandes o pequeños sueldos ni de mayor o menor talento. Desde el jugador que milita en categorías semi-profesionales hasta los Maldini, Zidane, Ronaldo y compañía. Las botas de todos ellos piden, llegado el día, su hueco dentro del armario para sólo volver a salir en ‘pachangas’ veraniegas entre cervezas y kilos de más.
La pregunta es: ¿Qué hacer llegados a ese momento? Algunos optan por retirarse prácticamente en la cumbre, como les ocurrió a los propios Zidane –cabezazos a parte- y Ronaldo; y otros se rebajan el caché y la exigencia para militar en clubes de inferiores categorías. Aunque la mayoría de ellos han optado por un destino mucho más apetecible y lujoso: los retiros dorados.
Futbolistas otrora estrellas buscan ligas semi-desconocidas donde se lleva a cabo un ejercicio de reciprocidad. Por un lado, el futbolista exprime sus últimas clases futbolísticas, al tiempo que se asegura –más aún- su jubilación; mientras que ciertas competiciones aumentan su publicidad y su atractivo cara al público, los auténticos valedores del fútbol en muchos rincones del mundo. Estados Unidos, Catar, Japón y ahora China son los destinos elegidos para apurar los últimos halos de calidad en ligas que sueñan con emular a la Premier, el Calcio o la Primera División.
Nombres de la talla de Pelé, Johan Cruyff o Frank Beckenbauer abrieron en la década de los 70 y en Estados Unidos una veda que años después siguieron españoles como Fernando Hierro, Pep Guardiola o Raúl González (Catar) y estrellas de la talla de Didier Drogba (China)David Bechkam o Thierry Henry (Estados Unidos). Actualmente, nombres como los de Frank Lampard, Kaká o Ryan Giggs también han estado ligados a los llamados ‘retiros dorados’, sin olvidar que entrenadores de la talla de José Antonio Camacho o de repercusión mediática como Diego Armando Maradona también tuvieron sus probaturas exóticas.
Pero no es oro todo lo que reluce. Y es que los sueldos y la publicidad para ligas de menor exigencia competitividad no siempre resultan beneficiosos, sobre todo para el jugador. Sueldos que resultan ficticios, dificultad para adaptarse a una cultura nueva y el simplismo táctico de muchas de estas ligas provocan que, en algunos casos, no se lleguen a cumplir los contratos firmados. En otros, la llamada de algún club de primera fila europea provoca que el resonar del verbo ‘competir’ sea más fuerte en el jugador que los petrodólares, yenes o dólares.
Cada vez son más los futbolistas que se resisten a la retirada sin antes probar uno de estos destinos exóticos. Y, por ende, cada vez más los casos de aventuras que finalizan casi antes de comenzar.