El boxeo es uno de los deportes más populares del mundo, pero también uno de los más criticados por su explícita violencia y la representación más animal del hombre. Sin embargo, dentro de las cuatro esquinas del cuadrilátero, las ganas de triunfar han sido el impulso de muchos campeones para dejar atrás las situaciones complicadas.

Sus intensos entrenamientos, la entrega, la nobleza que existe cuando dos púgiles en plenas facultades mentales (y físicas) deciden combatir, la transparencia a la hora del reparto económico, los exhaustivos controles antidoping… Convierten a este deporte en una forma de expresión deportiva tan válida y respetable como cualquier otra.

Boxeo y vida

Guantes de boxeo

Guantes de boxeo sobre el ring | via Pixabay

Cuando las personas utilizamos un deporte para expresar experiencias propias, solemos recurrir a símiles con partidos de fútbol o baloncesto. Pocas veces se emplea la metáfora pugilística: La vida es como un combate de boxeo.

Y, realmente, lo es. Puedes pasar meses preparando tu mente, cuerpo y estrategias; puedes estudiar los movimientos y actitudes de tu rival… pero en el momento en el que subes al ring, nadie sabe qué va a ocurrir. Una vez dentro del enfrentamiento, puedes golpear, esquivar jabs, moverte ágilmente (“Pica como una abeja, vuela como una mariposa” decía Ali).

Sin embargo, si metes la cabeza en un mal sitio, o dejas al descubierto alguna parte de tu cuerpo, despertarás en el vestuario.

El miedo a besar la lona, a enfrentarte al rival o el peso de las circunstancias del pasado de estos deportistas, humaniza y rebate las opiniones adversas que lo tildan de una actividad cruel y violenta. En palabras del propio Pacquiao: «Porque he vivido en la pobreza conozco lo que es la vida«

Casos sonados

A un metro del suelo, delante de miles de cámaras, millones de ojos y bajo la obligación de no poder caer, han vivido boxeadores como:

Muhammad Ali

Cassius Clay | via Pixabay

  • Cassius Clay (Muhammad Ali) el ex-boxeador considerado el mejor de todos los tiempos. Fue una figura social muy influyente en su generación, ya que logró ser el primero en alcanzar los tres títulos mundiales de campeón de los pesos pesados. Su estilo, alejado de la técnica tradicional, y su fanfarronería previa a los combates le convirtieron en figura destacada de su tiempo. Tenía fobia a los aviones y prefería leer la Biblia antes que salir de fiesta. Cuidaba mucho su salud y entrenaba en exceso, para mantenerse alejado de malas compañías. Sufrió la discriminación por ser afroamericano y vivir alejado de los standares de la sociedad blanca; pero se convirtió en un referente cuando, con 22 años, retó al ex convicto Sonny Liston y le derrotó.
    Hovik Keuchkerian

    Hovik Keuchkerian escribiendo un verso | Foto por Diego Pérez

  • Hovik Keuchkerian, cuando tomó la decisión de pelear, lo primero que hizo fue montar su propio gimnasio en Madrid. Se proclamó campeón de España de boxeo en la categoría de pesos pesados en el año 2003 y revalidó su título en 2004. Ese mismo año, se retiró con 16 victorias (15 por K.O.) y una derrota.

Su historia es muy llamativa: tras abandonar el boxeo escribió un libro de poesía llamado “Cartas desde El Palmar«al que le precedió otro, “Lokura”. Después, decidió probar suerte con los monólogos y estuvo tres años consecutivos en Gran Vía con “Un mendigo con zapatos de algodón”. Su personalidad y aspecto físico le sirvieron para interpretar a Sandro en la serie “Hispania” y ser nominado como “Actor Revelación” a los premios Goya de 2012 por «Alacrán enamorado«. Además, ha prestado su voz para distintos anuncios televisivos y radiofónicos. Actualmente, tras su paso por el teatro con “Un obús en el corazón”, se encuentra rodando dos producciones cinematográficas internacionales, que verán la luz el próximo año.

Poli Diaz, El potro de Vallekas

Poli Diaz, «El potro de Vallekas» | via Wikipedia

  • Poli Díaz, más conocido como “El potro de Vallekas”, fue siete veces campeón de España en peso ligero y ocho veces campeón de Europa. Sin embargo, tras una vida de éxitos deportivos, decidió gastar su dinero en fiestas y consumo de drogas. Fue detenido por agresión a un policía, conducción temeraria y condenado a cuatro meses de arresto, cuando golpeó con un pico a un delincuente que trataba de atracar a un anciano. Tras ser apuñalado dos veces (y después de su incursión en el porno), se ha desintoxicado y ha escrito un libro sobre su vida.

Dinero y transparencia

A diferencia de otros deportes, el tema económico no tiene un trato velado. Forma parte del negocio (igual que en otras actividades), pero no existe intención de ocultarlo o relevarlo a un segundo plano. Son dos personas que pelean para ganar dinero, fama y un título que les acredite como los mejores; si existe un deporte donde no existe cinismo respecto a este tema, ese es el boxeo.

Floyd Mayweather

Floyd «The Money» Mayweather en rueda de prensa| via Wikipedia

  • Floyd Mayweather es el deportista mejor pagado del mundo en la actualidad. Con 300 millones de dólares de ganancias.
    Manny Pacquiao (Pacman)

    Manny «Pacman» Pacquiao | via Wikipedia

  • Manny Pacquiao le sigue (de lejos). A pesar de la derrota en “El combate del siglo”, obtuvo una fortuna 160 millones de dólares.

Ambos púgiles están por encima de los futbolistas Cristiano Ronaldo o Messi, que ocupan el tercer y cuarto puesto del ranking.

El show business, por tanto, es evidente. Los combates se organizan en lujosos casinos, patrocinados por grandes proveedores multinacionales. Incluso los luchadores más cotizados han participado en películas, anuncios y grabaciones musicales aprovechando el tirón mediático.

Entrenamientos exigentes

Combate de Boxeo

Combate de boxeo | via Pixabay

El trabajo mental, junto con el entrenamiento diario suelen convertirse en un obsesión. La preparación de una pelea (que se producirá meses después) es intensa: necesitan músculos largos y flexibles; que trabajen elásticamente y rápido.

En una gran mayoría de casos, esto termina en adicciones, derroches económicos y problemas físicos después de años sometidos a esa dura rutina. Eso si, cuando subes al ring y suena la campana… no hay vuelta atrás.

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