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Bajo el lema “la educación es la clave”, ROOSTERGNN publica una Serie Especial dedicada exclusivamente a uno de los temas más importantes hoy en día: Educación. Puede seguir la Serie completa aquí. 

BRASIL. Cuando se les pregunta a los brasileños qué es lo que necesita el país para avanzar, todos comparten la misma opinión: “mejorar la educación” es una respuesta que puede sonar a tópico, casi como decir “acabar con la corrupción”. Sin embargo, la educación es el factor clave para el desarrollo de Brasil, un país que ya ha demostrado su fuerte poder económico a pesar de sus deficiencias sociales internas.

Independientemente de que Brasil sea la séptima economía mundial, el informe de PISA (Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes en sus siglas en inglés) situó al país en las posiciones 58, 55 y 59 -de 65 países en total- en matemáticas, lectura, y ciencia, respectivamente. Es más, según la UNESCO, Brasil es el octavo país con el mayor número de analfabetos adultos, llegando a alcanzar los 14 millones de individuos- el 38% de los analfabetos adultos en América Latina.

La inversión en educación del 6,1% del PIB en 2012 muestra, sin embargo, que a pesar de esta brecha entre Brasil y otras potencias económicas del primer mundo, esta cifra se ha incrementado en comparación con el 4,7% en el año 2000. En 1994, el Presidente Cardoso lanzó un programa de reforma educativa que fue mantenido por los siguientes presidentes, el cual garantiza que el 93% de la población tenga acceso a la educación pública básica.

En 2012, Maria Helena Guimarães de Castro, de The Global Search For Education, ayudó al gobierno federal a lanzar un programa nacional para mejorar la alfabetización de los niños al comienzo de la escuela primaria, que actualmente cuenta con la participación de más de 5.500 municipios.

Sin embargo, todavía existen mejoras y realidades que deben cambiar en la sociedad brasileña. Esta demanda de la población alcanzó su punto álgido durante las protestas del año 2013. Las protestas de junio mostraron la desilusión de las personas con respecto a la situación educativa en el país – multitud de carteles solicitaban la sustitución de los estadios de la Copa Mundial de Fútbol del 2014 por nuevas escuelas, así como la aplicación de las normas de la FIFA también en los colegios, no solo en los estadios.

Las personas son conscientes de que el salario de los profesores en el sistema público (710.80$ americanos) es uno de los más bajos si se compara con cualquier otra paga en Brasil o cualquier remuneración de los profesores en otros países.

También queda el problema de la infraestructura. En algunas regiones como el Amazonas, ni siquiera es físicamente posible que los niños vayan a clase. En los lugares donde pueden asistir, sin embargo, hay veces en las que no hay comida disponible, y faltan los utensilios básicos para la enseñanza de los niños. Y cuando los alumnos han llegado, es posible que el profesor se encuentre ausente, sumándose a la noción de consistencia y disciplina.

En 2012, Isadora Faber, una niña de 13 años procedente de Florinápolis, creó una página de Facebook para movilizar a otros estudiantes con el objetivo de cambiar la situación de los colegios públicos a los que asistían. Por denunciar problemas de infraestructura, como cables pelados dentro de las aulas, clases suspendidas y condiciones alimentarias pobres, se enfrentó a los intentos de censura e incluso a la intimidación del personal. Pero la estudiante contaba con el apoyo de sus padres y amigos.

Solo porque se trate de una escuela pública, no significa que no pueda proporcionar educación de calidad. Todos merecemos lo mismo. A final del mes, todos pagamos una pequeña cantidad de dinero, que va a la educación pública”, declaró Isadora a UOL, cuyo esfuerzo ha evolucionado hasta convertirse en una ONG por la mejora de la educación en Brasil.

Los más optimistas creerán que la educación y el desarrollo social seguirán el crecimiento económico y la inclusión internacional que ha recibido Brasil estos últimos años. Sin embargo, los más escépticos empezarán a apuntar a sus hijos a escuelas privadas, lo cual parece ser una solución a corto plazo para la educación brasileña. De una manera o de otra, es un hecho que la situación debe cambiar: Brasil no se convertirá en un líder global si la educación no se convierte en una prioridad.

Ya existe un consenso en las calles. Pero la cuestión sigue abierta: ¿Puede esta creciente economía mantener su crecimiento sin invertir en educación?

— Traducción: Laura Robayna Benítez.