Madrid no es una pequeña París ni un cacho de Londres. Madrid no tiene un barrio Montmartre, no es tan grande como para tener un Picadilly’s Circus, ni tan guay como para tener un Parlamento rectangular. Aquí, a nadie se le ocurre decir que nuestra Puerta de Alcalá es un Arco del Triunfo, en vez de eso le hemos cantado “ahí está, ahí está, viendo pasar el tiempo”, lo que, por cierto, no es nada raro para un monumento arquitectónico. España -como todos, pero con más cariño porque es mi hogar- es un país único con vicios globales. Y Madrid es una ciudad europea que, de noche, se deja transformar hasta el misterio. Hasta la sinuosa luz cálida de unas farolas, que no alumbran lo suficiente como para dejarnos una ciudad sin secretos.
Entre los secretos de los edificios tallados, de las botas militares con medias de colores, del pasado de la Movida Madrileña, de los mausoleos e Iglesias no conocidas y del acogedor talante de sus habitantes, Madrid esconde multitud de locales. No son bares y restaurantes a los que podamos fácilmente etiquetar, ni siquiera son fáciles de encontrar. Pero hasta donde he podido averiguar, Madrid tiene más bares de los que se pueden a simple vista ver, e incluso los hay que no cuentan con personal en las calles haciendo publicidad, y que al llegar a ellos, nos sorprenden con un importante nivel de afluencia y valor como lugares de ocio.
No hay madrileño que viva sin saberlo, en la década de los 80, no está claro si fruto de políticas de locos o un espontáneo boom en la vida nocturna de la ciudad, Madrid contó con un periodo conocido como la Movida Madrileña. En este momento, se aunaron en un pequeño distrito el movimiento punk tardío -en España es que hemos ido unos años por detrás casi siempre-, el consumo de drogas duras y los personajes artísticos que serían el referente del último gran movimiento cultural español del que nacieron figuras tan emblemáticas ya como Loquillo o Pedro Almodóvar. Pero esto no es nuevo en Madrid.
Numerosos artistas e intelectuales, en lo ancho de la historia, han encontrado en sus calles y su noche la salida o la respuesta creativa a un momento de crisis social, de descontento y sequía en el estímulo de la juventud. Quevedo, Góngora, Claudio Coello, Calderón de la Barca, Cervantes, Federico García Lorca, Salinas, Dámaso Alonso, Miguel de Unamuno, Ortega y Gasset, Vicente Aleixandre… nombres que desde hace más de cuatrocientos años resuenan en la calles de Madrid, dejándonos noches estrelladas que se han grabado en la retina de cientos de personajes históricos y con ello, por consecuencia obligada, formando parte del progreso artístico y social español. La lista se completa hasta llegar a nombres contemporáneos internacionales como Almodóvar o Joaquín Sabina. ¿Cuánto os influyen vuestras noches a vuestra vida? ¿Os habéis encontrado cara a cara en el espejo con una idea genial, en un pequeño antro de Malasaña? ¿Habéis tenido una epifanía en la cola de una discoteca? ¿Habéis pensado en qué pensaban los autores de las frases del Barrio de las Letras? ¿Os habéis preguntado, parados esperando a algún amigo, si tal vez Góngora se encontró alguna vez de la misma guisa? ¿Quién nos dice que no?
En más de cuatros cientos años, Madrid ha espetado con ideas innovadoras a más de una mente privilegiada por año, que ha dejado para los restos su huella en la historia, hasta llegar a la actualidad. Madrid regala ingenio de noche, y quién dice que no vayas a ser tú el que reciba ese empujón que todo artista, creativo, filósofo o innovador necesita para su victoria. Si no te convence lo de pasarte la noche buscando a la musa por Madrid, te propongo que te adentres en el centro con una simple idea: hay bares secretos en los que la música en directo, la comida casera y las artes escénicas son una realidad. Espacios que recuerdan a esas historias de bares clandestinos, en los que los duelos y el can-can de tul, han sido sustituidos por lugares geniales para la conversación y los planes más íntimos. Se acabó sorprender a tu pareja con una tarde de cine, atrévete con un paseo cuando la ciudad duerme y solo los auténticos gatos salen a pasear, con una copa en una acogedora cueva madrileña o una cena casera a altas horas de la madrugada, mientras la música de un piano desordena tus ideas.
Si todo esto que te cuento te pilla un poco desprevenido, te informo de un lugar que tiene un poco de todo, en el que puedes comenzar a sentirte como un artista del siglo XXI. Es cierto que no es barato, así que
te recomiendo que planees una noche especial con gente dispuesta a pagarla, pero eso sí, es el único lugar de Madrid en el podrás disfrutar de unos espaguetis en cazuela de barro a altas horas de la madrugada. El Lady Pepa se encuentra en la calle de San Lorenzo, 5 con un horario de 00:30 a 6:00, manteles de cuadros rojos y blancos, un piano con su pianista, y un portero, bastante grande y vestido de negro, al que si te pregunta algo debes contestarle: <<He venido a comer>>. Si no te lo crees o te parece demasiado surrealista, recuérdate los nombres que has leído antes, porque ahora, ya sabes: Madrid de noche guarda secretos.