Hay deportes de los que nunca habías oído hablar y que, cuando lo haces, te dejan más descolocado que antes de conocerlos. Hay deportes que todo el mundo conocía, pero que nadie imaginaba que algún día se harían realidad. Y luego, hay deportes que, simplemente, te hacen mirar la fecha para asegurarte que no es el día de los Inocentes.
Hoy venimos a hablar de esos deportes, de los más “extraordinarios” o “llamativos” que hemos podido encontrar. Por ejemplo, el Speedcubing o Speedsolving: en España no es demasiado popular, por lo que carece de traducción oficial al español, pero viene a ser una competición de resolución de rompecabezas. Tiene varias modalidades de juego, pero sin duda la más popular es la del cubo de Rubik.
Cada dos años la Asociación Mundial del Cubo (World Cube Association) organiza el Campeonato Mundial del Cubo de Rubik. El último tuvo lugar en Las Vegas, el próximo será este verano en Sao Paulo (Brasil).
Las reglas de este campeonato, y de los otros muchos locales que se organizan durante todo el año, son sencillas: resolver el rompecabezas en un número limitado de movimientos. Para asegurarse de que no se producen irregularidades, el torneo cuenta con un jurado físico y un sistema de cronómetro muy preciso llamado StackMat. Suena muy profesional, ¿verdad?
El siguiente deporte que llama nuestra atención es el Snookball, un deporte nacido en Francia y relativamente nuevo que mezcla el billar y el fútbol. A priori, parecería que los dos deportes no tienen entre sí ningún tipo de relación o semejanza, pero los creadores del Snookball han conseguido crear un híbrido que atesora bastantes seguidores.
La mesa de billar se recrea a escala a una persona humana, las pequeñas bolas se sustituyen por balones un poco más pequeños que los de fútbol y el papel de los largos tacos del billar pasa a ser representado por los pies del jugador. ¿Os parece una buena idea?
El tercer deporte es quizá uno de los más honorables de los que vamos a hablar. O al menos, sus orígenes lo son: en los años 70 el biólogo suizo Hermann Brandt estaba muy preocupado por el alto número de lesionados debido al contacto físico presente en gran parte de los deportes de competición y por ello decidió crear el Tchoukball. Este deporte es una mezcla de balonmano, voleibol y squash y se juega con 12 jugadores en una pista cerrada de 27 por 16 metros.
En cada lado del campo está la “portería”, una especie de trampolín dónde rebota el balón. Alrededor de la portería hay un área semicircular de un metro cuadrado desde dónde se delimitan tres metros de radio de zona prohibida. A diferencia del fútbol o el balonmano, cada equipo puede marcar en los dos lados del campo siempre que el balón golpee en el trampolín, rebote fuera del área prohibida y entre tanto no sea atrapado por ningún jugador del equipo contrario. El resto de reglas se pueden consultar en la página oficial del Tchoukball o en la web de la Asociación Española de Tchoukball.
El último de los deportes de los que vamos a hablar hoy es sin duda el más conocido, al menos entre los fans de Harry Potter. Sí, habéis adivinado bien: vamos a hablar del Quidditch.
Nacido de la imaginación de J.K. Rowling, el Quidditch es a los magos lo que el fútbol a los muggles. En equipos de 7 jugadores y montados sobre escobas voladoras, los jugadores tienen que intentar marcar el mayor número de “goles” posibles mientras evitan ser aplastados por unas pelotas negras con muy mal genio (llamadas bludgers) y buscan la snitch, la pelota que les hará ganar el partido.
Suena muy divertido, pero surge el problema… ¿cómo jugar al Quidditch cuando no eres mago, tu escoba no vuela y las pelotas no se mueven solas por el aire? Algunos aficionados a los libros de Rowling han encontrado una solución para eso: el quidditch muggle. Este deporte nació en 2005 en la americana Universidad de Middlebury y ha ido creciendo y consolidándose en todo el mundo. En España, por ejemplo, hay 8 equipos registrados.
Tres aros-portería se sitúan a cada lado del campo y todos los jugadores deben llevar una escoba entre las piernas puesto que, de lo contrario, se produce una falta. La pelota más grande, utilizada para marcar puntos, se llama quaffle y está representada por un balón de voleibol; las bludgers se sustituyen por pelotas de balón prisionero y la snitch, verdadera protagonista, una pelota de tenis que dadas las limitaciones voladoras muggles se mete dentro de un calcetín y se ata a la parte posterior de la cintura de corredor de la snitch (un jugador neutral que debe moverse por todo el campo para ser atrapado por los bucadores).
Un juego curioso y por qué no, un poco friki que ha ido ganando notoriedad en los últimos años y que satisface en parte las ilusiones rotas de todos aquellos fans de Harry Potter que esperaron y esperaron una carta de Hogwarts que nunca llegó.
Estos son solo unos cuántos ejemplos de lo que la mente humana puede crear. Imaginación, creatividad y sobre todo ganas de pasarlo bien hacen posible que deportes como estos sean hoy una realidad.