La película “Samba” dirigida por Eric toledano y Oliver Nakache mira más allá de los problemas que acontecen en las historias dramáticas de Samba y Alice, quienes luchando por un futuro diferente a su pasado y también al presente, con el que comienzan la película, encontrarán juntos la recompensa a afrontar sus dramáticas vidas como si de un baile, con un ritmo a contratiempo, se tratara.

La película “Samba” cuenta la historia de un joven inmigrante sin papeles de residencia que vive en Francia desde hace 10 años con su tío, ambos senegaleses y que busca trabajo para poder conseguir que tanto su situación, como la de su familia en África, mejoren. Con la premisa de trabajar y conseguir dinero para buscar lo que todos queremos: una vida mejor, pero además con la necesidad de encontrarla, “Samba” refleja la hipocresía de una sociedad francesa, que extrapolable a muchos otros lugares, muestra un sistema que mira a los inmigrantes como intrusos de una sociedad que no les corresponde y de la que quieren aprovecharse con servicios y trabajos, mientras son utilizados sin excusas por el mismo sistema que denuncia sus irregularidades, aun así, esa denuncia y crítica social, que seguramente no pretendían su guion, se queda perdida intentando llegar al mayor publico posible, donde alguien no pueda sentirse molestado al ver reflejada una realidad que no le gustaría ver en la gran pantalla o que nadie quisiera producir y distribuir, aun sabiendo que existe y que prefiere solo tener la posibilidad de aceptar la invitación a reflexionar que la película, esta vez sin duda, sí ofrece.

Por otro lado Alice, una ejecutiva en su peor momento personal, busca recuperar su vida colaborando en una ONG, en la que intenta ayudar a Samba y en la que sus caminos se cruzan desencadenando el resto de la película.

Es en la ONG, donde el mejor surrealismo, que a veces acontece en la realidad encuentra los momentos más divertidos de la película, partiendo de actores que no lo son, interpretando el papel que realizan en sus vidas, asistentes sociales interpretándose en sus momentos más divertidos para la película consiguen conmover con su día a día entre multitud de idiomas y situaciones que a menudo tienen la única incomprensible explicación: “De un papel rojo y nada más”.

Omar Sy,  es el motor fundamental del film y causa principal de la brillante sonrisa que produce  la película mientras reconoces historias complicadas, sin interpretar caras complejas que represente una situación dura y triste que ya lo es por de si, según los directores: “Omar Sy trasmite y refleja lo que es”.

Toda la historia se trascurre con el aderezo de una predecible historia de amor entre los protagonista que no engancha ni emociona, quizá por la falta aparente de química entre Omar Sy y Charlotte Gainsbourg pero sirve de hilo conductor indispensable para el resto de la historia que salpimientan unos buenos secundarios interpretados por Tahar Rahim y Izia Higelin, aun así la película desencadena en un atropellado final que al menos deja el conmovedor momento en el que Samba se encuentra cansado de interpretar a inmigrantes con papeles que no es y siente preocupación por llegar a olvidar quien es realmente, es este el momento en el que Alice le advierte que siempre podrá gritar su nombre para recordar quien es cuando lo necesite y todo el mundo pensará que quiere bailar.

El estreno de “Samba” tras la conmovedora y exitosa “Intocable” despertó todos los retos en que finalmente no ha superado a su predecesora, aun así, al mantener la misma receta con ingredientes similares, el sabor no es el mismo, porque sin duda le falta el ingrediente innovador que no volverá a repetirse, pero” Samba” sí ha conseguido de nuevo lo que la “Intocable” en 2011, han logrado que la película «Samba» que se clasifica en los géneros de comedia y Drama  a la vez , incluyan ambos géneros  también a la vez  en cada momento de la película, no a ratos ni a momentos tristes y divertidos , sino como acompañantes el uno del uno en cada escena, sin que la comedia convierta en superficial al drama y sin que este se apodere de la  película.

La conjugación perfecta de drama y comedia crea una película elegante, sutil, delicada, sin sobresaltos en la butaca y sin grandes carcajadas pero con una sonrisa permanente, prácticamente, durante toda la historia que no disimula una película que acaricia las emociones de realidades duras miradas desde una sonrisa.