La Tierra se convirtió en el principal cubo de basura. Levantamos el pasto para esconder nuestro plástico. Abrimos enormes huecos no precisamente para enterrar tesoros. Dejamos que el mar se lleve nuestros desechos a corrientes lejanas. A la basura, para que desaparezca de nuestra vista.

Quizá el problema central es el egoísmo lógico y ecológico de cada uno de nosotros. Buscamos la vía más sencilla para satisfacer nuestras necesidades primordiales y de entorno. No queremos que nuestra casa esté llena de basura, por eso disponemos de varios cubos de basura o bolsas donde almacenarla. Sin embargo, una vez la basura sale de nuestro hogar, como si nuestro hogar solo fuera la casa, no creemos importante que la basura esté unos días o hasta semanas en la calle.

Hay que reconocerlo, siempre es más fácil botar lo que no nos sirve, llevarlo al vertedero o simplemente dejarlo en la calle. Así, suponemos, el problema ya no es de nosotros. Para eso hay recogedores de basura, recicladores, máquinas que levantan nuestros residuos. Pero nada más falso. La responsabilidad de los desechos que producimos recae en cada uno de nosotros.

Reutilizar lo que nos pueda servir de nuevo. Reciclar lo que a otras personas quizá les pueda servir en algún momento y repensar la manera en que concebimos los desechos y la basura. Es decir, cambiar la idea de que porque una botella de plástico ya no me sirve, ya la usé, tiene que ir a la basura de inmediato. Cuando podemos o bien utilizar la botella de nuevo o simplemente reciclarla para el beneficio de otros.

La conciencia, no sólo ambiental, sino personal con el entorno en el cual vivimos, es fundamental para tratar de repensar nuestro territorio y de paso, nuestra sociedad. Pasando por el consumo excesivo e inmoderado, sin importar las cantidades de basura, o la misma utilidad de tanto producto que se fabrica. Al momento de comprender que entre menos desechos, menos productos superfluos y mayor conciencia ecológica, el planeta dejará de ser nuestro principal vertedero, estaremos creando una nueva idea sobre lo que podría ser un futuro más totalizante, menos egoísta con quien nos da todo para la vida como lo es la tierra.

Sin embargo, recuerde, si seguimos así, cuando menos lo espere, la basura saldrá del suelo, se abrirá paso de entre las grietas. El mar azul se volverá una gran mancha negruzca. No podrá caminar o salir de su casa sin encontrar a su paso botellas, escombros, llantas, bolsas negras, muchas bolsas negras. Y no tolerará el olor. ¿Es una máscara el elemento de moda? No, sin ella su permanencia en el “aire libre” se haría insoportable. Fije en su cabeza la imagen del mar azul de su infancia, en el que podía bañarse bajo el sol sin preocuparse por esas manchas de petróleo que ahora cubren el horizonte.