En unos años un pequeño robot, 400 átomos, 40 nanómetros aproximadamente, recorrerán su cuerpo en busca de la enfermedad específica que le aqueje en ese momento. Lo único que se necesita es la información precisa de su daño, el lugar específico y la cantidad necesaria para que estos pequeños sistemas ataquen y reparen su problema de salud en instantes, sin cirugías, cortes, incisiones o dolores posteriores.
Es un cuerpo tan pequeño que ni con sus gafas de aumento podrá distinguir. Ingresará a su cuerpo y tratará de reparar a una escala cuántica, diminuta, una enfermedad o malfuncionamiento específico. Un nanobot, mediante un impulso eléctrico, podrá reducir un tumor alojado en su cuerpo. El principal problema hasta el momento es cómo sacar ese objeto diminuto de su ser. La opción que existe hasta el momento es que el mismo robot se destruya en su cuerpo, desintegrándose por la vía que fuere el caso.
Este cuerpo no es un robot como tal, no es que tenga inteligencia artificial o algo por el estilo. Sencillamente está diseñado con una información específica que le permite solucionar un problema específico. Cabe aclarar que estos pequeños objetos no sólo están presentes en el campo de la medicina. Un “nano robot” es sencillamente un elemento de entre 1 a 100 nanómetros. Entonces, un objeto de estos puede estar presente en una memoria de almacenamiento, en el mismo asfalto o hasta en el detergente en polvo.
Este artículo no es un tratado de nanotecnología, ni más faltaba. Tanto el conocimiento de esta área, como sus prácticas y fines son tema de constante debate dentro de las esferas médicas y científicas. La pregunta es cómo y qué se habla de nano partículas, nanobots, nano…, en distintos lugares ajenos a los laboratorios como en cuentos de ciencia ficción ( basta leer a Philip K. Dick), periódicos, charlas comunes y corrientes, etc.
El avance en materia científica de este asunto marcha como un automóvil último modelo y quizá el avance en materia de divulgación y conocimiento de este y otros logros científicos sea el de un carro del siglo pasado. Y no es sólo por tener el conocimiento de qué se está llevando a cabo en la búsqueda de paliativos alternos a la cirugía o a los antibióticos, sino de sus implicaciones para el ser humano tanto en la escala moral (regulaciones, responsabilidad, alcances) como en su dimensión humana y social.
Quién no quisiera que el cáncer que le acaban de detectar pudiera ser diagnosticado y removido a tiempo por un pequeño cuerpo diminuto. De igual manera, quién quisiera que un objeto de estos atentara contra la integridad del humano, poniendo un caso extremo, para fines bélicos o de guerra. Es por esto que la importancia de conocer, leer e investigar sobre este y otros asuntos se hace relevante para una construcción de Sociedad hoy en día. Una comunidad que aprecie los avances tecnológicos y científicos, los critique cuando sea el caso y regularice si es necesario.