Los rayos del Sol advierten un día de verano más en Madrid, y con él, nuevos aires de cambio. Tras las últimas elecciones al municipio y a la comunidad autónoma, el panorama político español se ha renovado de forma inesperada en algunas localidades, y todavía las “dos capitales” del país se encuentran en shock postraumático: Barcelona y Madrid. Con la victoria pactada de Ada Colau y Manuela Carmena y sus respectivas coaliciones, nos encontramos ante un futuro incierto, seguro, pero sí podemos sacar una serie de puntos clave como colofón de las campañas realizadas y las intenciones de electores y elegidos.

En primer lugar, y como salta a la vista, que el bipartidismo democrático está dando paso a “algo” nuevo. El sistema electoral en determinados países (como es el caso de España) está ideado para equilibrar el panorama político en torno a un reducido número de fuerzas políticas que, si bien difieren en numerosos aspectos, dan continuidad al sistema constitucional y la organización estatal. Sin embargo, la aparición de fuerzas procedentes del activismo social y político estan rompiendo con los paradigmas establecidos en el 78. Nuevas formaciones con un discurso que no ha calado han caído en picado (tal es el sonado caso de UPyD), y partidos de muy antigua tradición se han subido tarde al carro de la “nueva política” (como estamos viendo con Izquierda Unida).

Una de las claves de las últimas elecciones ha sido la victoria de las nuevas formaciones en las principales ciudades ¿Qué diferencia al votante urbano del rural?

Pero más allá, y de más importancia, son los casos de PP y PSOE; sin la posibilidad del pacto con las nuevas fuerzas (Barcelona en comú, Ahora Madrid, Podemos, Ciudadanos, Marea Cantábrica, Compromís…) los que han sido gigantes de la de la vieja política han descubierto sus pies de barro y han quedado igualados, e incluso relegados a un segundo plano. Ahora, votantes, agarren bien sus cubos de palomitas porque hacía tiempo no se veían Ayuntamientos tan fragmentados políticamente, y el funcionamiento de Madrid como experimento político está asegurado, dadas no las similitudes sino las diferencias principales entre el PSOE y Ahora Madrid.

Por otro lado, hemos de tener en cuenta que toda está ráfaga de aire fresco en la política ha conseguido la confianza de sus electores con una financiación ínfima en comparación a los partidos ya arraigados en el sistema. Si bien el dinero es poder, no lo es todo. No en un mundo en el que la hiperrealidad que supone todo el entramado digital influye cada vez más en la cotidianeidad de los ciudadanos de a pie. Mientras que el equipo de Esperanza Aguirre, candidata a la alcaldía de Madrid, ha intentado explotar al máximo su personalidad extravagante a través de los medios televisivos, Ahora Madrid ha reflejado de forma continua y cercana cada mitin y acto. No hay día que el pequeño Tim no mire su Facebook o su Twiter, y es que las redes sociales se han convertido en grandes formadores de opinión. Ello, claro está, sumado a la cantidad de diarios digitales cuya existencia se debe a la espontaneidad de la noticia, al “click” y el artículo breve. No entender la capacidad de influencia de estos medios es no entender a al elector joven.

Una de las claves de la victoria de partidos de nuevo corte es su capacidad para relacionarse con el votante a través de redes sociales y digitales

Pero igual que podemos decir que en el ámbito urbano han tenido especial fuerza las nuevas formaciones, no ha sido así en zonas rurales, donde no importa tanto si el candidato tiene una instantánea en bicicleta o aparece cazando elefantes. En el municipio rural, la cercanía del elector al candidato suprime en gran parte todo el esperpento mediático y lo sustituye en favor de las relaciones personales. El clientelismo, fenómeno cuya práctica existe desde hace tanto tiempo como hacer la O con un canuto, está muy arraigado en municipios y localidades de población relativamente pequeña. Al votante medio del pueblo perdido de La Mancha lo que le importa es conservar su trabajo, que le asfalten la acera y que pueda continuar manteniendo a su familia bajo los más patriarcales afectos. Por ello las redes de sociabilidad y la relación alcalde – empresario es esencial en estas pequeñas poblaciones, donde, además, PP y PSOE cuentan generalmente con el apoyo de la población sénior.

Las relaciones de poder son siempre determinantes a la hora del voto: en el ámbito rural se establecen de forma directa a través de trabajo, relaciones personales y presión social

Las caras del poder se manifiestan de forma muy diversa en las relaciones de nuestro día a día. La coerción no siempre es necesaria, y la dependencia económica puede ser tan convincente como la propia fuerza. Las relaciones de poder están siempre en desequilibrio, siempre son dependientes.

Sin embargo, en el ámbito urbano el ciudadano se pierde en el anonimato entre millones de habitantes, vecinos desconocidos que no comparten sino el gentilicio. Y es que no tanto Madrid, sino las ciudades en general, son lugares privilegiados en cuanto a política se refiere.

En la ciudad, con el fenómeno de lo urbano las relaciones de poder se difuminan y borran en las lagunas del interés personal, libre de ataduras, de marginación social o de dependencia directa. Ello se traduce en una mayor libertad del individuo para votar al partido cuyo discurso más se identifique con lo que su situación y trayectoria personales se identifiquen. Así podemos entender los cambios en los ayuntamientos españoles en las últimas elecciones, y que los partidos tradicionales sigan arraigados en gran parte de los municipios de pequeña población. Así podemos entender que la ciudad se levante como vanguardia del cambio.