Román Abramóvich no aguantó más. Cuando el pasado lunes se concreto la enésima derrota en Premier, el magnate ruso terminó por perder la paciencia. Esa que parece en Inglaterra más extensa que en el resto del mundo. El rival fue un Leicester que es la auténtica sensación de la liga inglesa. Vardy y sobre todo Mahrez terminaron de destruir el segundo proyecto de Mourinho al mando del Chelsea. Normalmente lo que condena a un entrenador son los resultados. No han podido ser más calamitosos para un equipo con más de 300 millones de euros de presupuesto. Mourinho abandona el barco dejando al club londinense en la posición decimosexta de la tabla y a solo un punto de entrar en la zona de descenso. Es decir, los resultados para cualquier entrenador habrían sido determinantes. Para Mourinho también lo han sido. Idolatrado por algunos sectores de Stamford Bridge, pese al mal juego y toda la convulsión vivida esta temporada, el nombre del preparador portugués era cantado con asiduidad. Seguirá pasando.
Es cierto que hace apenas unos días el Chelsea confirmaba su pase a octavos de final en Champions League a costar del Oporto. Pero las sensaciones no eran de recuperación, más bien de evitar que el desastre fuese mayor. Hablar del juego del Chelsea durante esta temporada es hablar de un equipo sin ninguna fluidez ofensiva, y lo que es peor, sin ninguna solvencia defensiva. Si por algo se han caracterizado los equipos entrenados por José Mourinho es por tener muy claros los conceptos defensivos y llevarlos a cabo con brillantez. Todo ello se ha visto abocado a un recuerdo del pasado. Goles encajados a balón parado y por errores defensivos se han repetido una y otra vez sin que el remedio fuese eficaz. De hecho no existió el remedio. Azpilicueta ha evidenciado en más de un momento que su actual estado está muy por debajo del que demostró la temporada pasada. Más aún Terry que las carencias parecen tan evidentes como que está viviendo sus últimos meses como jugador blue. Courtois no ha podido tener regularidad por una lesión que le ha apartado varios meses de la portería. Begovic, su sustituto, demostró que le venía grande el puesto.
Sin la principal arma de todos sus equipos, su sistema defensivo, Mourinho apuntalaba el equipo cada jornada que se iba consumiendo en acumular músculo en el campo y reducir el talento. Así Ramires y Matic se convirtieron en futbolistas fundamentales en el esquema del Chelsea, mientras Fàbregas esperaba su turno desde el banquillo en más de una ocasión. El actual campeón de la Premier League se convirtió en un conjunto que acumulaba muchos futbolistas detrás del balón y que buscaban el contraataque como única válvula de escape. Con estas condiciones la calidad de Oscar, Pedro y sobre todo Hazard se veía reducida conforme la recuperación del balón se hacía cada vez más alejada del área rival. El único futbolista que se salva de la quema en todos estos meses de dura travesía es Willian. El brasileño supo adaptarse al ida y vuelta, además de tener en las jugadas a balón parado una efectividad altísima. Mientras Diego Costa se buscaba la vida con cualquier balón largo que le llegaba, no hubo tiempo para ver al Chelsea encadenar tres pases que le dieran alguna posibilidad de mandar en los partidos. Siempre a merced del rival hasta el Stoke lo eliminó de la Copa de la Liga. Tampoco acertó en los fichajes. Un área que también tiene bajo su jurisprudencia y que no ha sacado el provecho que se le supone a un equipo con tantos recursos. Jugadores como Falcao, Begovic, Baba, Djilobodji e incluso Pedro no han alcanzado el nivel que al menos se le presupone para jugar en un club como el Chelsea.
El Mourinho extradeportivo
Evidentemente Mourinho no ha pasado desapercibido en su tercer año en Stamford Bridge. Su relación con la plantilla era inexistente. Su punto álgido, por lo menos de puertas hacia fuera, fue hace escasos días en la mencionada derrota ante el Leicester cuando al termino del encuentro el entrenador portugués llamaba traidores a sus propios futbolistas. “Mi trabajo ha sido traicionado. Es frustrante ver lo que hacen en los entrenamientos y luego en los partidos”. Dejaba a los jugadores a los pies de los caballos y fue la gota que colmo el vaso, de una plantilla hastiada de tanto reproche en público por parte de su entrenador. Si tuvo que individualizar, individualizó. Terry, Matic Diego Costa o Hazard no fueron tratados de la mejor manera. El belga tuvo que escuchar como su técnico exponía con dudas que el número 10 que porta el mediapunta le quedaba grande en relación a su calidad como futbolista. Después de una mala racha de resultados y juego, no parece esta la forma más razonable de ganarse el afecto y la confianza de sus pupilos. La imagen de Mourinho se ha ido deteriorando con el paso del tiempo. Los problemas con la doctora Eva Carneiro y el fisioterapeuta Jon Fearn afearon aún más la conducta del míster.
Su salida del Chelsea aparece en un ecosistema repetido en anteriores destituciones. El club explicó mediante un comunicado: “El Chelsea y Mourinho han decidido de mutuo acuerdo rescindir el contrato del entrenador”. Siempre hay una decisión de mutuo acuerdo cuando Mourinho es destituido. Esto obedece en gran parte al ahorro del finiquito al que tenia que enfrentarse Abramóvich. Mourinho renovó el pasado verano su contrato y las dos partes llegaron al pacto de que el Chelsea pagaba solo el año en vigor. De esta manera su salida se endulza a expensas de que Mourinho de sus explicaciones, sí es que estas se producen. Una Premier League y un fracaso evidente en la reciente temporada marcan la segunda etapa al mando de los blue . El balance es más que negativo, y quizás llegó el momento de reinventarse. Aunque parece improbable que Mourinho abandone su pose de irónico estratega de la palabra, y menos aún que su viejo librillo futbolístico tenga nuevos apuntes en las fases de juego ofensivas. Esas que menos tiempo ocupan en su hoja de ruta y que tan dispares resultados le ha dado hasta el momento.