Desde hace tiempo, es posible encontrar programas y series de alto contenido cultural en la parrilla televisiva de TVE. Hasta hace apenas unos años, la cadena se centraba en las telenovelas, los concursos y las series que, a pesar de su calidad, se encontraban alejados del fomento cultural y se acercaban más al puro entretenimiento.
Por eso, podemos afirmar con exactitud que La 1 ha experimentado unos progresos fantásticos a lo largo de estos 15 años. Vamos a hacer un breve recorrido por estos tres lustros, analizando los valores transmitidos y cómo la memoria histórica se establece y va ganando el pulso a la programación convencional.
Se podría decir que los inicios de este tipo de televisión cultural y de entretenimiento nacen con Cuéntame cómo pasó. Cuéntame comienza a emitirse en el 2001 y desde entonces no ha parado de cosechar éxito y premios por doquier. La serie se centra en las vivencias de una familia de clase media-baja, Los Alcántara, en los últimos años del franquismo y principio de la Transición Española.
A parte de entretener por su estilo cómico, Cuéntame ha formado parte de las series por excelencia de la televisión, por motivos claros y evidentes. Con Los Alcántara hemos sido testigos directos de cómo era la España en la que nacieron y se criaron nuestros padres, así como las costumbres y tradiciones más profundas de la sociedad.
La serie posee un claro espíritu didáctico, ya que son utilizados múltiples vídeos, fotografías y audios de archivo, de modo que podemos meternos de ello en el contexto de aquellos años. Cuéntame enseña a los más jóvenes y hace empatizar a los más mayores, ya que no hay padre o abuelo que vea algún capítulo y no recuerde con nostalgia aquellos tiempos ya pasados.
Con una historia sencilla y llena de magia, Águila Roja logró meterse al público en el bolsillo en el 2009. Si fusionas las aventuras, el romance y el Siglo de Oro español, obtienes esta magnífica serie que logró encandilar a millones de espectadores. Con Águila Roja, TVE consiguió involucrarse en la producción de series entretenimiento con alto valor histórico, mediante una trama apasionante y no muy compleja. Gonzalo de Montalvo es maestro de día y héroe enmascarado de noche, a la vez que intenta buscarse a sí mismo y sus raíces.
Saber cómo era la Villa, el reinado de Felipe IV, las costumbres de la época, el crudo papel desempeñado por la Inquisición y observar cómo personajes históricos circulan sin pausa por los capítulos, no tiene precio. A pesar que las últimas temporadas se hacen un poco largas y liosas, las cinco primeras son magníficas y muy recomendables para los interesados en historia.
Hace tan sólo unos años, en el 2012, TVE comenzó a centrarse en los hechos históricos como tal, dando como resultado Isabel. No era de extrañar que se escogiese el reinado de los Reyes Católicos para producir una serie de televisión, ya que para todos es sabido que fue la época de mayor esplendor en España, junto al imperio de Felipe II.
Isabel y Fernando, encarnados por Michelle Jenner y Rodolfo Sancho, nos acercan a la Castilla del siglo XV, sumergiéndonos de lleno en una historia apasionante. La reconquista de Granada o el descubrimiento de América son sólo algunos de los hechos históricos relevantes que puedes descubrir en cada uno de los capítulos de las tres temporadas.
Que todos, o casi todos, conocemos la historia de los Reyes Católicos y su labor desempeñada es algo lógico. No obstante, ¿por qué ha tenido tantísimo éxito? La respuesta es evidente: la fuerza y profesionalidad de los actores nos ha hecho revivir la historia, logrando emocionarnos.
Sin embargo, recurrir al formato histórico y verídico no siempre es sinónimo de popularidad. Muestra de ello es Carlos, Rey Emperador. Carlos se presentaba ante el espectador como el sucesor de Isabel en la parrilla televisiva, predicción que no se ha cumplido ni por asomo. Con una temática apasionante, un reparto de calidad y una perfecta escenografía, muchos somos los que nos preguntamos el por qué de tal fracaso.
Los principales problemas puede que estuvieran en la competencia televisiva que tuvo la cadena con series como El chiringuito de Pepé o Mar de plástico. No obstante, puede que el único fallo se encuentre en la elección de la historia. La vida del monarca fue muy intensa y repleta de tumultos, al igual que el panorama en escala mundial.
He aquí la raíz del problema: la imposibilidad de hacer de Carlos una unidad lineal, ante tal cúmulo de acontecimientos. Contextualizar demasiado en una serie de televisión puede llegar a ser un problema, ya que los espectadores no lograron seguir el hilo de una historia en la que la corte de Carlos V, Francia, el Vaticano y América se mezclaban sin cesar.
Cuando pensábamos que ya estaba todo inventado en el mundo televisivo, en concreto en el de las series, TVE nos sorprende con El Ministerio del Tiempo. Este novedoso formato destaca por su frescura y originalidad, logrando meterse al público en el bolsillo. Volver atrás en el tiempo ha sido desde siempre un deseo innato del ser humano, con lo cual no suena muy innovador. No obstante, la serie ha logrado mezclar el pasado, el presente y el futuro de forma inteligente, cómica e irónica.
Con un reparte excepcional, unos planos elaborados y unos capítulos cuidados desde el punto de vista histórico, El Ministerio se encuentra opuesto a la idea que siempre hemos tenido de la televisión como sinónimo de caja tonta. A través de sus episodios, podemos ver cómo Velázquez se codea con Picasso, cómo salvar a un rabino de la Inquisición o cuáles fueron los motivos de la Revuelta de los Comuneros. La televisión se renueva y con ella los formatos de entretenimiento. ¿Quién diría que el saber no se encuentra ligado con el ocio y la diversión?
Que las series de TVE fomentan la cultura y la preservación de la memoria histórica, no nos pilla por sorpresa con tal listado. Sin embargo, es necesario que se haga hincapié en la importancia de ésta y en la necesaria continuidad de una programación de tal calibre en progreso, y nunca en descenso. Este tipo de series llevan consigo una producción de alto coste, unos guiones cuidados y elaborados, un trabajo escénico maravilloso, unos decorados reales y unos trajes de época exquisitos. En resumen, son unas producciones de calidad, cuidadas al milímetro de forma que el resultado final es un producto óptimo, didáctico y muy inteligente.
Así pues, con este artículo se persigue animar al público más joven a consumir este tipo de contenido, muy alejado de los programas superficiales y vanales de actualidad. Como se puede observar, el saber, la historia y, por tanto, la cultura no se encuentran reñidos con la diversión y el entretenimiento, no sólo no resultan aburridos sino que puede ser más gratificante y enrriquecedor que otro tipo de contenido audiovisual.
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