Después del ignominioso Comité Federal del PSOE – no voy a decir Partido Socialista, se me quema el cerebro de pensar lo que representan esas palabras, para aplicárselas – ahora viene el momento de “ponerle el cascabel al gato”, es decir, de poner en práctica la indigna decisión.
Para estos asuntos siempre existe un recurso muy manido, demasiado, pero que, no sé muy bien en base a qué, continúa siendo útil, sigue funcionando. Se trata de apelar al bien del partido.
Esta estrategia no sólo se utiliza en política, sino en otros muchos aspectos de nuestra cotidianidad diaria, que todos hemos escuchado, no una, sino cientos de veces: por el bien de la comunidad, por el bien de la empresa, por el bien del grupo, por el bien de la asociación, por el bien del cristianismo, por el bien de la Iglesia, por el bien del equipo, por el bien de España… Esta última es fascinante. ¿Por el bien de España me congelan la pensión? ¿Por el bien de España me dejan sin medicación? ¿Por el bien de España, reducen el número de maestros o de médicos? ¿Por el bien de España, me tengo que ir de España para trabajar? Entonces, ¿yo no soy España?
Esta rancia y vieja táctica empezaremos a escucharla de inmediato, para convencer a los diputados díscolos del PSOE a que se abstengan: por el bien del partido.
Nunca nadie nos alienta a actuar como pensamos, a pensar y creer en nosotros mismos, a querernos, a darlo todo por nosotros, no por el bien de nada. Y eso no es egoísta. Si yo no me quiero a mi mismo, si no me doy a mí mismo, ¿qué coño puedo darle a los demás? ¿cómo voy a querer a nadie?
Pero hay algo más. Tal vez estamos tan acostumbrados a ese “por el bien…” que no nos detenemos a reflexionar en quién es el partido, quién es el equipo, quien es España, quién es el colectivo al que siempre se refieren. Porque, cada vez que dicen “por el bien del colectivo”, están queriendo decir por el bien de los que lo dirigen, de los que obtienen algún beneficio del mismo, de los que mangonean, de los aprovechados, de la cúpula.
Es necesario meditar en que, si ese partido al que pertenezco, sólo me exige y me demanda, pero nunca me da, ni me escucha y no me tiene en cuenta, ¿qué hago, que pinto, perteneciendo a ese partido?