ROMA, ITALIA. Dicen que se necesita más de una vida para descubrir Roma, la ciudad de los emperadores y de los papas. Durante mi estancia en esta fascinante ciudad pude comprobar de primera mano la verdad de este popular dicho. Si bien cualquiera que viajase a Roma un fin de semana quedaría hechizado por su magia, lo cierto es que la ciudad concentra tanta belleza y majestuosidad que es difícil ‘pateársela’ en tan sólo dos días y no verse abrumado por su impresionante arsenal arquitectónico.
Roma es Historia. La ciudad alberga un sinfín de apasionantes historias; historias de guerra, tiranía, ambición, honor y evolución humana. Roma fue antaño capital del mundo, y recorriendo sus calles uno no puede evitar sentir el esplendor de un Imperio, el romano, que dejó como legado gloriosas edificaciones y obras de una belleza artística tal que aún en nuestros tiempos sería casi imposible de igualar.
Asimismo, le debemos mucho a la civilización romana. La influencia de los romanos se extiende hasta el presente, pues gran parte de la religión, arte, cultura, política y estructura social que gozamos en la actualidad tiene su origen en la antigua Roma. Los romanos extendieron el cristianismo por toda Europa, y también fueron ellos los pioneros del actual sistema político, a través de aportes como la República, forma de gobierno fundamentada en la supremacía de la ley y la igualdad de todos ante ésta, o el senado, que sería lo equivalente al Congreso en España. A este respecto, decir que el derecho romano sigue siendo, a día de hoy, la base política de los grandes estados contemporáneos. Además, el Imperio Romano otorgaba a sus ciudadanos pensiones con las que poder subsistir en caso de vejez, enfermedad, invalidez o muerte. ¿Os suena de algo esto? En efecto, el Imperio Romano sentó las bases de la seguridad social. En definitiva, por todo esto y más, es innegable que los romanos han tenido una enorme repercusión en muchos aspectos de la vida moderna.
Hay tanto que decir de Roma que es difícil no irse por las ramas, así que me limitaré a contaros cómo fue mi experiencia allí y las impresiones que me llevé de este extraordinario lugar. Iré por partes.
Empezaré con un punto negativo. Al salir del aeropuerto de Ciampino, mi madre, mi hermano y yo nos encontramos con un paisaje radicalmente diferente del de Madrid o cualquier ciudad moderna que se precie. No había ni un taxi esperando fuera. Para nuestra sorpresa, al salir a la calle había una kilométrica fila de personas esperando uno. Tuvimos que esperar cerca de dos horas para coger un taxi. Pasaba uno cada diez minutos. Algo similar pasaba con los buses, pues debías esperar casi una hora a que llegase el autobús que te dejaba en la estación central, pero había tanta gente haciendo cola que prácticamente habría sido un milagro entrar en él. Sobra decir que no había ninguna estación de metro cerca. Sigo sin explicarme el por qué de esta mala organización de los transportes, sobre todo considerando la alta afluencia de turistas que se suele dar en los aeropuertos en temporada alta.
Ya de camino a la ciudad, me sorprendió saber – de boca del taxista – ciertas cuestiones relacionadas con la cultura y sociedad italiana. Para empezar, no sabía cuál era la situación demográfica del país; y es que Italia es el único estado del mundo en el que el número de ancianos supera al de jóvenes. Por otra parte, ya sabía que la mayoría de italianos son católicos, en concreto el 85% de ellos, y que la religión juega un papel primordial en sus vidas, pero desconocía cosas como que para entrar a las iglesias había que cubrirse los hombros como muestra de respeto. En verdad sabía que no se podía ir vestido de cualquier manera, pero era la primera vez que oía hablar de ello directamente. En cuanto al trato, los romanos están acostumbrados a lidiar con extranjeros. No es de extrañar, pues a Roma acuden cada año millones de turistas, y se notaba cada vez que nos desorientábamos y preguntábamos por la calle a algún nativo. Si vais a Roma, no dudéis en interactuar con sus habitantes, eso sí, en inglés, y si es en italiano mejor, aunque no dominéis el idioma demasiado bien. Nosotros lo ‘chapurreábamos’ y nos entendían sin problemas. Por último, un dato que supe más adelante de la mano de una guía turística: La familia es muy importante para los italianos. Tanto es así que es completamente normal que muchos jóvenes vivan en casa de sus padres hasta bien entrada la treintena.
Ahora que ya he abarcado todo tipo de curiosidades sobre las costumbres de los romanos, procederé a abordar el alma máter de la ciudad eterna, aquello que le imprime la fuerza y vitalidad que la caracterizan. No podía ser otra cosa que su arte, en todas sus formas, y aquí incluyo desde los frescos de Miguel Ángel, pasando por la gran variedad de esculturas que pueblan Roma, hasta los grandes templos capaces de intimidar a cualquiera con su sola magnificencia.
Todos los caminos conducen a Roma. Muchos de vosotros habréis escuchado esta frase alguna vez. Curiosamente, dicha frase se me viene a la cabeza cuando pienso en el arte, y hablo del arte en general. Podría decirse que gran parte de la esencia del arte tal y como la conocemos procede de la antigua Roma. Durante siglos, el Estado y la Iglesia se sirvieron del arte como herramienta de propaganda para sus propósitos. Como resultado, en Roma se pueden encontrar miles de obras de arte, muchas de ellas perpetradas por algunos de los mejores artistas de la historia de la humanidad. A continuación, destacaré algunas de las obras romanas que más me impactaron. Tendréis que perdonarme si olvido alguna por el camino, pero si tuviese que describir todo lo que vi allí me pasaría años escribiendo.
Por cierto, conviene señalar que hay tantas cosas por ver que prácticamente en cada calle y en cada esquina descubriréis algo por lo que merecerá la pena pararse. Recomiendo no abusar mucho del transporte público para desplazarse por la ciudad, ya que de lo contrario se perdería parte del encanto que supone pasear por las calles de Roma, aparte de que las principales zonas turísticas están muy cerca las unas de las otras. En cualquier caso, moverse por Roma sale barato. Un viaje en bus o en metro cuesta 1,50€, como en Madrid, mientras que un metrobus válido para todo el día cuesta 6€.
Ahora sí, hablaré de los que, en mi opinión, son los lugares que debéis visitar de manera obligada si vais a Roma.
LA BASÍLICA DE SAN PEDRO
Para entrar a la basílica, antes tendréis que atravesar necesariamente la Plaza de San Pedro. Construida por Bernini a finales del siglo XVII, la Plaza es punto de congregación para los peregrinos cristianos de todo el mundo. El lugar está enmarcado por dos columnatas semicirculares, y en su centro se halla un imponente obelisco que fue íntegramente traído desde Egipto.
Se necesitaron 150 años para edificar la Basílica de San Pedro, templo sagrado de la cristiandad. Ya en su interior, lo primero que atraerá vuestra atención será el enorme altar situado en el centro de la iglesia. De diseño barroco, el altar está hecho de un llamativo bronce extraído directamente del Panteón Romano, y sólo es de uso exclusivo del Papa. El altar se eleva sobre el santo sepulcro de San Pedro, cuyos restos se descubrieron en 1942 en el cementerio que yace bajo la iglesia. En aquel momento me pareció increíble que los restos de uno de los hombres más trascendentes de la historia estuvieran justo debajo de nosotros. San Pedro fue apóstol de Jesucristo y el primer hombre que propagó sus enseñanzas, y por ende, el primero que difundió la religión cristiana tras la muerte de Cristo. Su valor histórico es tal que los restos se guardan actualmente en cajas herméticamente selladas diseñadas por la NASA, prácticamente indestructibles.
Justo encima del altar, a más de 100 metros de altura, se eleva la cúpula. Miguel Ángel, uno de los mayores genios de la humanidad, asumió el diseño de la cúpula en 1547, a los 72 años de edad. Su construcción finalizó casi 50 años después, en 1590. También de Miguel Ángel es la Piedad, escultura que realizó cuando sólo tenía 25 años y que encontraréis a mano derecha nada más entrar a la basílica. De esta obra me sorprendieron la tristeza y desolación que desprende el rostro de la Virgen María, en cuyos brazos está el cuerpo sin vida de Cristo. Como curiosidad, la Piedad de Miguel Ángel está protegida por un cristal blindado. El motivo: Un loco – por llamarlo de alguna forma – intentó destruirla con un martillo en 1972.
LA CAPILLA SIXTINA
Es innegable que el Renacimiento Italiano reunió el mayor talento artístico que ha conocido nunca la humanidad. En esta gloriosa época se alzaron artistas cuyas obras – de una brillantez incomparable – quedaron a fuego para la posteridad. Uno de los baluartes de estos años dorados para el Arte es sin duda la Capilla Sixtina de Miguel Ángel.
La Capilla Sixtina es el final de un itinerario marcado por el recorrido de los largos pasillos y grandes áreas de los Museos Vaticanos. Pese a que puede llevarnos horas transitar por sus múltiples estancias, merece la pena admirar la brutal colección de obras de arte que los Papas han ido acumulando a lo largo de los siglos. Viendo esto, no es de extrañar que el Vaticano sea uno de los estados más ricos del mundo. Por cierto, ¿sabíais que está prohibido que los aviones sobrevuelen el Vaticano? Un apunte cuanto menos curioso, y es que al levantar la cabeza para ver el cielo uno se sorprende al no divisar ni una estela de humo.
Nada más llegar a la Capilla Sixtina, uno nota inmediatamente el silencio sepulcral que reina en el ambiente. Pese a que la sala estaba abarrotada de gente, dos miembros del personal del Vaticano velaban por ese silencio, y a la mínima que los decibelios subían de nivel, ya estaban mandando callar a la gente. He de decir que gracias a ello se daban las condiciones perfectas para contemplar la obra de Miguel Ángel en todo su esplendor. Por supuesto, estaba terminantemente prohibido fotografiar la capilla. Lo cierto es que resultaba tentador sacar una instantánea de lo que se hallaba sobre nuestras cabezas. Sin querer sonar exagerado, creo que es la obra más impresionante que he tenido el privilegio de ver hasta ahora. Los frescos parecían salirse, literalmente, del techo. Daba la impresión de que podías tocar las figuras con tan sólo extender el brazo hacia arriba. Las pinturas son de una viveza tal que parece mentira que hayan sido elaboradas por alguien que dispuso de tan poca perspectiva para hacerlas. Miguel Ángel realmente tocó el cielo con esta Capilla Sixtina. Entre los frescos que componen la parte central del techo, se encuentra la Creación de Adán, entre otros reconocibles.
EL COLISEO
Su construcción se inició en el 72 d.C., y se inauguró ocho años después. El Coliseo fue creado para gozo y disfrute de ciudadanos y emperadores. Tenía cabida para 50.000 personas, y allí el público presenciaba cómo los gladiadores luchaban entre ellos y contra fieras salvajes hasta la muerte. Los juegos que inauguraron el Coliseo duraron cien días y cien noches. Si los luchadores ofrecían un espectáculo lo suficientemente bueno, obtenían el perdón del emperador. Al finalizar las batallas, se les pinchaba con hierros candentes para asegurarse de que no fingían estar muertos. Sigue pareciéndome increíble que tiempo atrás nos divirtiéramos viendo a seres humanos matándose entre sí.
Subiendo escaleras hasta llegar arriba del todo, podréis disfrutar de unas asombrosas vistas periféricas del Coliseo. Si bien por fuera ya es todo un espectáculo visual, por dentro el Coliseo no pierde ni un ápice de grandeza. Mientras paseaba rodeando la pista central, me perdía en mis pensamientos imaginando cómo debían sentirse los gladiadores sabiendo que iban a salir a la arena para morir. No deja de ser estremecedor pisar un lugar en el que han muerto tantísimas personas, pero no puedes estar en Roma y no visitar el Coliseo Romano. El Coliseo es el símbolo de la ciudad.
No quiero pasar al siguiente tema sin antes advertiros de los falsos gladiadores que hay en las inmediaciones del Coliseo. Nuestro guía hizo especial hincapié en que, bajo ningún concepto, nos hiciéramos fotos con las personas disfrazadas de gladiadores que suele haber por la zona. Dichos sujetos se ofrecerán amistosamente a hacerse una foto con vosotros, pero luego os exigirán cantidades desorbitadas de dinero por la foto, así que evitadlos a toda costa.
EL FORO ROMANO
El Foro Romano fue el corazón de la antigua Roma. Alcanzó su máximo esplendor con el auge del Imperio Romano. Gran parte de la vida comercial, política y religiosa de entonces tenía lugar aquí. Las ruinas del Foro Romano, que se extienden a través de miles de metros cuadrados en forma de templos y edificios públicos devastados por el paso del tiempo, ofrecen postales únicas, sobre todo con la luz del atardecer bañándolas. Supuso para mí una experiencia peculiar pasear por el valle al mismo tiempo que sentía el místico vacío y soledad que imperaban en el lugar. Explorando las laderas del monte Capitalino, la sensación seguía siendo la misma. Hallé una paz allí que seguramente contrastaba con el bullicio y caos que reinó en el lugar cientos de años atrás. En definitiva, el Foro Romano entraña una visita diferente pero gratificante. Si queréis recorrerlo de cabo a rabo, armaos de paciencia y aguantad estoicamente el dolor de pies, porque tendréis que caminar mucho.
Con esto pongo fin al relato de mi experiencia en Roma. Me vienen a la cabeza flashes de la Fontana de Trevi, del Panteón o del Castillo de Sant’Angelo, pero esto es Roma, la ciudad eterna; eterna precisamente porque siempre estará ahí para nosotros, esperando a que revelemos sus secretos y vivamos nuestra propia historia a costa de su grandeza y legendaria belleza, que perdurarán por los siglos de los siglos, amén.
Parafraseando al General Máximo Décimo Meridio en el popular filme Gladiator, ‘‘una vez hubo un sueño llamado Roma’’. ¿Qué hay detrás de ese sueño? Roma no cierra sus puertas a nadie, cualquiera de nosotros es libre de descubrirlo.