LOS ORÍGENES DE LA CAMPAÑA E INVASIÓN DE POLONIA- EL INICIO DE LAS  HOSTILIDADES

La llegada de Hitler al poder en Alemania en la década de 1930 fue alimentada por el profundo sentimiento de humillación alemán tras su derrota en la Primera Guerra Mundial. Hay que recordar que las duras condiciones impuestas por los Aliados y la pérdida de antiguos territorios alemanes del este a favor de los nuevos Estados de Checoslovaquia y Polonia causaron un amargo resentimiento. Estos sentimientos fueron muy bien explotados por los nazis para llegar al poder. La tensión ya existente fue amplificada por la ideología racial nazi, que ligaba el resurgimiento de la nación alemana con la consecución violenta de lebensraum (espacio vital) a costa de los infrahombres eslavos de la frontera oriental de Alemania. Tras anunciar la desmilitarización de las fuerzas armadas alemanas en cuanto llegó al poder, a finales de la década de 1930 Hitler estaba listo para utilizar el creciente poderío militar del país para expandir sus ambiciones políticas. En septiembre de 1938, presionó a Francia y Gran Bretaña para que consintieran que ocupase los Sudetes (las áreas fronterizas de Checoslovaquia en las que había una alta proporción de población alemana). Pero hay que constatar que la claudicación e franceses y británicos en la conferencia de Munich de 1938 fue el catalizador de la inminente guerra, pues convenció a Hitler de que ambos países estaban dirigidos por hombres débiles que podían ser burlados y amenazados para sacarles más concesiones territoriales. Esto convenció también a Stalin de que Francia y Gran Bretaña no iban a cumplir con sus compromisos en la defensa de los Estados de la Europa Central y Oriental, por lo que la Unión Soviética tenía que llegar a su propio acuerdo Alemania. En común con ésta, Rusia había perdido territorios en la estela de la Primera Guerra Mundial en beneficio de los nuevos países del centro y del este de Europa, y, como Alemania, deseaba rectificar los límites territoriales existentes. Así, mientras las ideologías marxista y nazi de ambos países parecían diametralmente opuestas, los intereses de Estado de la Unión Soviética y Alemania convergieron en 1939. Las concesiones de Munich fueron presentadas por el primer ministro británico del momento, Neville Chamberlain, como un logro de “paz en nuestro tiempo”, pero a primeros de 1939, los líderes de Gran Bretaña y Francia empezaron a darse cuenta de que las demandas territoriales de Hitler eran insaciables. En vez de convencer a País y a Londres de la necesidad de seguir haciendo concesiones, la crisis de Munich reforzó la decisión franco-británica de hacer frente de una vez a la amenaza nazi. La situación se deterioró el 15 de marzo de 1939, cuando las tropas alemanas ocuparon lo que quedaba del territorio checoslovaco y crearon un Estado títere eslovaco aliado de Alemania. Con ello, a fines de marzo de 1939, Hitler informó a la cúpula de las fuerzas armadas alemanas de que la “cuestión polaca” tenía que resolverse por medios militares. Hitler uso el resentimiento por las pérdidas territoriales alemanas a favor de Polonia en 1918-1922 como pretexto para la guerra. El elemento más irritante era la separación de Prusia Oriental del resto de Alemania por el antiguo territorio alemán conocido como el “corredor de Pomerania” Hay que recordar que el Corredor polaco o Pasillo polaco es la denominación del territorio creado en el Tratado de Versalles que se extendía a lo largo del río Vistula, para dotar a Polonia de un acceso al Mar Báltico, a expensas de territorio que hasta ese momento pertenecía a la Pomerania de Prusia. Esta medida dejó el territorio de Prusia Oriental aislado del resto de Alemania por vía terrestre. El 24 de octubre de 1938, el gobierno alemán solicitó a Varsovia la devolución de Danzig («territorio libre» desde 1918, desmilitarizado y unido aduaneramente a Polonia) y el permiso para tender una línea férrea y una carretera a través del corredor polaco, bajo el estatuto de extraterritorialidad. Varsovia rechazó la solicitud y recurrió a Gran Bretaña en busca de ayuda en caso de una posible agresión. Neville Chamberlain propuso la acción conjunta de Francia, Gran Bretaña y la URSS en apoyo de Polonia. Varsovia rechazó la propuesta británica, mientras contraproponía un tratado anglo-polaco de ayuda mutua. Esta decisión polaca dejó a Hitler la posibilidad de negociar con la URSS. De esta forma se precipitó la invasión de Polonia el 1 de septiembre de 1939, lo que dio inicio a la Segunda Guerra Mundial. Además, el importante puerto de Báltico alemán de Danzig había sido convertido en una “ciudad libre” para poder permitir su uso a los polacos y a los alemanes. Estos últimos no podían admitir que Polonia controlase las áreas orientales de Pomerania y Silesia, que habían sido cedidas a los polacos a principios de la década de 1920 a raíz de una amarga guerra civil y a un plebiscito impulsado por los Aliados. Aunque esas zonas tenían una mayoría de población polaca, existían importantes minorías alemanas, sobre todo en ciudades como Poznan (Posen). En octubre de 1938, Hitler empezó a presionar a Polonia para que permitiese la creación de una carretera extraterritorial a través del corredor hasta Prusia.

También pedía la devolución de Danzig a Alemania. Estas dos peticiones fueron seguidas por sucesivos esfuerzos diplomáticos en enero y marzo de 1939, el último de los cuales provocó una movilización parcial polaca. Durante la mayor parte de la década de 1920, los planes estratégicos polacos descansaron en su alianza con Francia. París había intentado crear una agrupación estratégica de Estado aliados en la Europa oriental y central como bastión contra la expansión alemana o soviética. En la década de 1930, esta pequeña “entente” se vino abajo. Desde el punto de vista estratégico, su mayor fallo fue la incapacidad de los gobiernos checoslovaco y polaco de aparcar sus disputas territoriales menores y formar una alianza militar contra Alemania. Pero en 1939 ya era demasiado tarde. En marzo de 1939, los ejércitos alemanes ocupan toda Checoslovaquia, Bohemia y Moravia. Polonia se encuentra rodeada de territorios hostiles. Sin embargo, en abril el Gobierno nazi sigue oficialmente buscando una paz negociada con Polonia. Las actas del proceso de Nüremberg muestran que en secreto, los planes para la invasión del país vecino, bautizados como Fall Weiss (‘Caso Blanco’) están ultimándose. Así, el 3 de abril, el Alto Mando de las Fuerzas Armadas alemanas emite la Directiva para las Fuerzas Armadas 1939/40. En este documento se lee la orden de Hitler «Se han de hacer los preparativos de tal forma que se pueda llevar a cabo la operación (Fall Weiss[1])». El 11 de abril, Hitler firma una nueva orden dirigida a los Estados Mayores en la que se mencionan «los preparativos que se han de hacer […] para llevar a cabo la guerra». Objetivos: defender las fronteras alemanas, Fall Weiss y la anexión de Danzig. El 28 de abril, Hitler conmina la restitución de Danzig en un discurso en el Reichstag así como en un memorándum dirigido al gobierno polaco. Además exige de la construcción de una carretera y una línea de ferrocarril extraterritoriales que la uniesen con el territorio alemán. El gobierno polaco acepta la construcción de la carretera, pero no el ferrocarril ni la cesión de Danzig. La tensión diplomática aumenta. El 23 de abril Hitler manifiesta su deseo de atacar Polonia en cuanto sea posible, ordenando a Keitel que remita los planes Fall Weiss al Estado Mayor no más tarde del 1 de mayo. Dicha reunión en la Cancillería del Reich está reflejada en las Actas Schmundt. En la misma reunión, Hitler ordena que los planes de invasión sean secretos incluso para sus aliados italianos y japoneses. El 15 de junio, el Estado Mayor alemán tiene listo el plan de invasión. Se programan para el mes siguiente unas maniobras de verano para concentrar tropas en la frontera polaca sin levantar sospechas, mientras que algunas unidades se envían a Prusia Oriental con la excusa de preparar el 25º aniversario de la Batalla de Tanneberg[2] El 23 de agosto se firma el Pacto de no Agresión germano-soviético. Este acuerdo es recibido con hostilidad por parte de Francia y Gran Bretaña. Ésta última firma a su vez el Pacto de Ayuda Mutua con Polonia el 25 de agosto para el caso en el que cualquiera de los dos países sufriera una agresión. Hitler, que había dado órdenes para que Polonia fuese atacada el 26 de agosto, encajó mal la respuesta británica. La contraorden del ataque llegó tarde para algunas unidades, que ya había entablado combate con los polacos. Goebbels[3] difundió la versión de unas escaramuzas fronterizas en Gleiwitz de las que responsabilizó a Polonia. El 31 de agosto Hitler firma la Directiva de Guerra nº 1 en la que se detallan las órdenes de ataque contra Polonia, así como la fecha y hora previstas del ataque. Las órdenes se entregan en mano a sus destinatarios, que las reciben con doce horas de antelación al ataque. Pero antes de adentrarnos en las operaciones militares del inicio de la campaña me gustaría recordar que Varsovia ante esta amenaza alemana respondió negativamente a esos avances diplomáticos alemanes de 1938 y 1939, asumiendo con acierto que eran meros pretextos para la expansión territorial alemana a expensas de Polonia. Tras la cesión de los Sudetes a Alemania en 1938, Varsovia temía que Berlín usase tácticas diplomáticas parecidas contra Polonia en un esfuerzo por hacerse con el control del corredor, Danzig y algunos de sus territorios occidentales.

La influencia francesa perdía peso en la región, y el 31 de marzo de 1939 el Gobierno británico anuncio que garantizaba la seguridad de Polonia, lo cual incluía el mantenimiento del status quo de Danzig. La Unión Soviética había sido excluida de estas discusiones, debido sobre todo al comprensible temor polaco a que cualquier intervención militar soviética en la zona acabase en la ocupación del país. Aunque tanto Francia como Gran Bretaña estaban interesadas en atraer a Moscú hacia una coalición antialemana, no podían pasar por alto las sospechas de Varsovia acerca de las intenciones soviéticas a largo plazo en la región. No obstante, como resultado de los éxitos diplomáticos alemanes de 1938 y 1939, y de la aparente vacilación y debilidad de Francia y Gran Bretaña, por ello, Stalin empezó a considerar un tratado con Alemania. Como bien sabemos, Stalin tenía sus propias ambiciones en la región, y como Alemania iba a hacerse con una parte de ese territorio, la URSS decidió hacer lo mismo. Buena parte de la mitad oriental de Polonia había estado bajo control ruso desde las particiones del siglo XVIII hasta 1918, y la importante presencia de bielorrusos y ucranianos en la región fue el pretexto para la absorción territorial. Además, Stalin estaba interesado en recuperar otros antiguos territorios del imperio zarista, como los Estados Bálticos, Moldavia y regiones de Finlandia. En el verano de 1939, el embajador alemán en Moscú inició conversaciones informales con el Gobierno soviético acerca de un posible tratado. El anuncio de que el 25 de agosto de 1939 hicieron los ministros de Exteriores Ribbentrop[4] y Molotov de que Alemania y la Unión Soviética habían firmado un pacto de no agresión dejó pasmado a todo el mundo, pues muy pocos habían sido capaces de imaginar que esos dos enconados adversarios ideológicos unieran sus fuerzas. Tanto para Hitler como para Stalin se trataba de un matrimonio temporal con conveniencia, así quedó demostrado dos veranos después. El pacto Ribbentrop-Molotov dio a Hitler luz verde para la invasión de Polonia. Hitler estaba convencido de que él, y sólo él, era el representante genuino de la voluntad del pueblo alemán, y por lo tanto, el mejor para llevar el país a la guerra. Estaba seguro de que los débiles líderes de Francia y Gran Bretaña intentarían evitar el conflicto a toda costa, y que aunque se produjese una respuesta a la invasión, sería débil y no decisiva. El enfrentamiento final y definitivo sería con los vencedores de la Primera Guerra Mundial (Francia y Gran Bretaña), pero antes de eso la Wehrmacht tenía que probar su valía en combate. Polonia no nos engañemos, constituía para Stalin una oportunidad ideal, pues su desafortunada posición estratégica entre Alemania y la Unión Soviética aseguraba su destrucción. El 23 de agosto de 1939, Hitler se dirigió a los comandantes de las Fuerzas Armadas alemanas y les comunicó sus objetivos en la campaña de Polonia. La fecha de la invasión se fijó inicialmente para el 26 de agosto de 1939, pero el Führer dudó cuando la Gran Bretaña prometió ayuda militar a Polonia. Se pusieron en marcha acciones diplomáticas de última hora para desacreditar al Gobierno polaco ante la opinión pública mundial presentando la legitimidad de las demandas alemanas y la obcecación de los polacos. Himmler[5] urdió una provocación fronteriza y ordenó a su subordinado Reinhardt Heydrich[6] que un comando de las SS llevara a cabo la acción. Utilizando prisioneros del campo de Dachau, a los cuales les habían puesto uniformes polacos y se hizo ver, que un grupo de soldados enemigos estaban atacando una emisora de radio del ejército. Aquella acción se utilizó como excusa para la invasión. Mientras tenían lugar estas maniobras diplomáticas, los generales alemanes advirtieron a Hitler que sus fuerzas no podían estar indefinidamente en sus áreas de concentración sin que se perdiese el elemento sorpresa. En consecuencia, el 31 de agosto de 1939, ordenó que la invasión empezase al día siguiente. De esta manera comenzaba la Segunda Guerra Mundial.

[1] Fall Weiss (“Caso Blanco”, en grafía alemana Fall Weiß) era el plan estratégico diseñado por el OKW para el caso de una guerra entre Alemania y Polonia, preparado antes de 1939 y puesto en práctica durante la Invasión de Polonia, el 1 de septiembre de 1939

[2] La batalla de Tannenberg de 1914 enfrentó a los Imperios ruso (1.er y 2.º ejércitos) y alemán (8.º Ejército) al comienzo de la Primera Guerra Mundial, cerca de la localidad de Allenstein en Prusia Oriental. Este enfrentamiento resultó ser de considerable importancia en la Gran Guerra, y tuvo lugar del 26 al 30 de agosto de 1914

[3] Paul Joseph Goebbels fue un político alemán que ocupó el cargo de ministro para la Ilustración Pública y Propaganda del Tercer Reich entre 1933 y 1945. Uno de los colaboradores más cercanos de Adolf Hitler,  Goebbels fue conocido por su dominio de la oratoria, profundo antisemitismo—que se ponía de manifiesto en sus declaraciones públicas— y respaldo a una discriminación racial más progresiva —que, entre otras cosas, acabaría dando lugar al exterminio de los judíos durante el llamado Holocausto-

[4] Ulrich Friedrich Wilhelm Joachim von Ribbentrop, más conocido como Ribbentrop o Joachim von Ribbentrop, fue un político, diplomático, militar y Ministro de Asuntos Exteriores de la Alemania nazi desde 1938 hasta 1945.

[5] Heinrich Luitpold Himmler fue un oficial nazi de alto rango, Reichsführer de las Schutzstaffel (SS), y uno de los principales líderes del Partido Nazi (NSDAP) durante el régimen nacionalsocialista. El líder nazi Adolf Hitler lo nombró, durante un breve período, comandante militar del Ejército de reemplazos y plenipotenciario general de la administración de todo el Tercer Reich. Himmler fue una de las personas más poderosas en la Alemania nazi.

[6] Reinhard Tristan Eugen Heydrich fue un oficial nazi de alto rango durante la Segunda Guerra Mundial, y uno de los principales arquitectos del Holocausto. En el apogeo de su carrera ostentó el rango de SS-Obergruppenführer und General der Polizei y fue jefe de la Oficina Central de Seguridad del Reich (RSHA) —organismo que agrupaba a la Gestapo, a la KriPo, y al SD—. Fue también Stellvertretender Reichsprotektor del Protectorado de Bohemia y Moravia —la actual República Checa—. Heydrich también fue presidente de la Organización Internacional de Policía Criminal (luego conocida como Interpol) y jefe de la Gestapo en el período anterior a la Segunda Guerra Mundial. Heydrich fue uno de los principales organizadores de la represión nazi en la Europa ocupada