El siglo XXI ha traído muchas cosas nuevas pero también ha recuperado muchas costumbres más tradicionales. Como, por ejemplo, el tener y cuidar un huerto.
En primer lugar hay que decidir que tipo de huerto queremos, por un lado tenemos los dedicados al autoabastecimiento y por otro los dedicados al ocio. Para el primero se necesitan conocimientos más específicos y mayor vocación, para el segundo se tiene más libertad porque no nos preocuparemos de hacerlo productivo.
Después debemos saber que existen dos tipos de huertos, los comunados y los privados. Los primeros suelen disponer de parcelas de terreno cedidas por los gobiernos de ayuntamientos y comunidad, y los segundos (mucho menores en tamaño) se pueden realizar cómodamente en terrazas y azoteas privadas.
Como los huertos dedicados al ocio y privados pueden tomar cientos de formas posibles dependiendo de lo que se quiera plantar, en este artículo nos vamos a dedicar a los dedicados al autoabastecimiento y comunados. En concreto lo dedicados al agroecologismo, que son mayoría en estos casos. Además de ser gratuitos o con costes marginales, en comparación a los privados.
En primer tenemos que saber que un huerto se mueve estacionalmente, por temporadas. Tomates, lechugas, habas, etc. Cada planta tiene su propia estación de siembra y su propia estación de cosecha.
Es importante conocer y tener un calendario para saber que podemos plantar en los diferentes momentos del año. Puedes consultar un calendario de cosechas aquí. Aún así todo es cuestión de ensayo y error. Si por lo que sea no queremos embarcarnos con un huerto y aprender por nuestra cuenta, existen muchas escuelas de agroecología gratuitas y de pago.
Como estamos con un huerto cooperativista un punto positivo es el tiempo. Podemos dedicarle nuestros huecos libres, ya que la organización del huerto está pensada para horarios flexibles.
Con un huerto privado la carga de horas aumenta, pero podemos plantar lo que nos parezca sin permiso de nadie. Aunque, en general, en los huertos cooperativistas se reservan pequeñas porciones de tierra al margen del común para plantar lo que queramos.
Además, aclarar un poco la leyenda urbana del huerto urbano. ¿Es caro? ¿Es barato? Depende, si es privado es caro, ya que te tienes que ocupar del agua, el mantenimiento, cuidar el espacio y obtener todos los utensilios, semillas y demás. También consume mucho tiempo.
Los huertos comunales son una opción más económica, ya que los gastos son compartidos al igual que las tareas básicas de mantenimiento y los utensilios. Hay que pagar una cuota en algunos de ellos, además de pagar con tu trabajo.
¿Ahorras dinero en la cesta de la compra? No, el tratamiento industrial de las empresas agroalimentarias y el uso de productos como pesticidas abaratan costes. Tus tomates no van a poder competir con los tomates de Monsanto en precio o tamaño, pero si en sabor.
Se nota enseguida cuando algo ha sido cultivado y cuidado ecológicamente, curiosamente el sabor ecológico produce un “rechazo al sabor desconocido” en la mayoría de la gente las primeras veces, según un estudio de la universidad de Georgetown. Aunque a la larga según el mismo estudio es más placentero al paladar.
Aún así, este no es un artículo que busca quitar las ganas a nadie. Solamente explicar de forma honesta y sin dobleces lo que implica dedicarlo tiempo a un huerto. Desde luego, si realmente es vocacional un huerto puede dar muchísimas satisfacciones, sobre todo cuando cocinas lo que tu mismo has cultivado; haciendo que el esfuerzo merezca la pena.
Espero que te el artículo te sea de ayuda y despeje algunas de las dudas que podías albergar. Si consideras que algún aspecto no ha podido ser tratado puedes dejar un comentario. Si finalmente te animas no me queda más que desearte ¡mucha suerte!.