GLOBAL. ¿Alguna vez ha cobrado en dinero B? Si no es su caso, quizás conozca a alguien que sí lo haya hecho, porque la economía sumergida es tan real como la declarada. A pesar de que por su naturaleza este dinero no se puede cuantificar, las administraciones siguen estudiando y haciendo aproximaciones acerca de las ganancias que generan estos trabajos, y que pasan inadvertidas al fisco.

Según un estudio de 2013 de Eurofund, la agencia dependiente de la Unión Europea que investiga el ámbito de las relaciones laborales en los países miembros, se calcula que España tiene como empleo bajo cuerda un porcentaje del 19,2% del PIB, ocho décimas por encima de la media europea.

Economia sumergida como % del PIB, 2012.

Economia sumergida como % del PIB, 2012 Fuente: Eurofund / Friedrich Schneider.

Economia sumergida como % del PIB, 2012 Fuente: Eurofund / Friedrich Schneider.

En los extremos de ese ranking se encuentran Austria, con un 7,6%, y Bulgaria, con un 31,9%. Si bien este estudio señala que, en general, los porcentajes de trabajo no declarado de los países miembros han descendido desde el comienzo de la crisis hasta ahora, se ha concluido que los países del sur son los que muestran unos niveles de empleo sumergido más altos. De esta forma, en la cola de transparencia fiscal en relación al empleo encontramos a Estonia, Malta, Hungría o Italia, mientras que a la cabeza se sitúan los Países Bajos, Finlandia o la República Checa.

Varios gobiernos han implementado políticas contra el empleo sumergido, aunque el actual lo está haciendo con más ahínco que otros. La escasez de dinero en las arcas públicas está obligando a poner freno a la fuga de recaudación que existe en España. Sin embargo, ¿es factible acabar con el empleo sumergido? Para saberlo, primero hay que conocer las causas que empujan al trabajador a percibir su salario de manera fraudulenta y las razones por las que un empresario prefiere pagar a su empleado en dinero B.

Según el estudio «El trabajo no declarado en España«, realizado por la Fundación 1º de Mayo, el principal motivo que mueve a ambas partes a llevar a cabo la actividad laboral de forma irregular es el “beneficio neto” que les reporta. Mientras que para el empresario esta actividad suponemenores o nulas cargas fiscales”, entre las que se incluye la Seguridad Social, para el trabajador supone “disfrutar de una mayor renta actual en detrimento de una menor renta futura”. Suponiendo que ambas partes estén de acuerdo con esta actividad, no parece muy factible que el empleo sumergido vaya a desaparecer, ya que «todos ganan». Es aquí donde entra en juego un tercer factor crucial: el control por parte de la Administración.

En este sentido, la misma investigación apunta que, a pesar de los numerosos discursos políticos, en la práctica no se evalúan los efectos ni objetivos conseguidos. Un ejemplo de ello es que el Real Decreto Ley de Medidas para el Afloramiento y Control del Empleo Sumergido, aprobado en 2011, que contemplaba entre otros la regularización de trabajadores cuya situación laboral fuese irregular, parece haberse quedado en la mera legalización de algunos contratos de empleadores del hogar, sin que haya supuesto en ningún caso un gran desmantelamiento del empleo sumergido. Del resultado de la intensificación de controles que también contempla el Decreto nada se sabe.

A la vista de que las medidas aplicadas por parte de la Administración no parecen ser eficaces deberíamos plantearnos si cada uno de nosotros está dispuesto a no formar parte del circuito del dinero B. Si ante una oferta de empleo en la que se cobra en dinero no declarado diríamos «sí» o «no». Quizás sea un camino interesante que explorar en nuestro día a día y que pueda resultar positivo para todos.

Fe los numerosos discursos políticos, en la práctica no se evalúan los efectos ni objetivos conseguidos. Un ejemplo de ello es que el Real Decreto Ley de Medidas para el Afloramiento y Control del Empleo Sumergido, aprobado en 2011, que contemplaba entre otros la regularización de trabajadores cuya situación laboral fuese irregular, parece haberse quedado en la mera legalización de algunos contratos de empleadores del hogar, sin que haya supuesto en ningún caso un gran desmantelamiento del empleo sumergido. Del resultado de la intensificación de controles que también contempla el Decreto nada se sabe.

A la vista de que las medidas aplicadas por parte de la Administración no parecen ser eficaces deberíamos plantearnos si cada uno de nosotros está dispuesto a no formar parte del circuito del dinero B. Si ante una oferta de empleo en la que se cobra en dinero no declarado diríamos «sí» o «no». Quizás sea un camino interesante que explorar en nuestro día a día y que pueda resultar positivo para todos.