SEVILLA, ESPAÑA. La capital de la provincia con el mismo nombre es la cuarta ciudad más poblada del país, el casco antiguo más grande de España y el tercero de Europa.
Una ciudad para ver, a la que no le falta nada y a la que sólo le sobran grados en verano. Para quien no haya ido aún a verla, merece la pena.
Sevilla es una ciudad famosa por sus monumentos, por sus gentes simpáticas y su buen ambiente, por la Feria de Abril y su devoción religiosa. También por tener un famoso parque de atracciones llamado Isla Mágica y por haber albergado la Exposición Universal de 1992, conocida popularmente como “Expo 92”.
Sin embargo, este artículo se centrará más en sus construcciones: desde el Real Alcázar, pasando por la Catedral, la Giralda y la Torre del Oro, o la Plaza de España hasta llegar a lo más contemporáneo, el Metropol Parasol. Nadie puede perderse ninguno de los citados, y otros más que no lo han sido.
Empezando por la más antigua, y una de las más impresionantes, nos encontramos con el Real Alcázar de Sevilla, una construcción palaciega fechada en la Alta Edad Media, a comienzos del siglo X.
Ha sido declarado como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1987, y actualmente es el Palacio Real europeo en uso de mayor antigüedad, utilizado por la Familia Real cuando viaja a la ciudad.
Entre algunos de los diferentes espacios más interesantes y famosos del Real Alcázar, encontramos la Fuente de Mercurio, el Patio de la Montería, el Salón de Embajadores o el Jardín de los Poetas, entre otros muchos que pueden visitarse en el mismo recinto.
Los turistas que deseen visitarlo tendrán que pagar una entrada, como en casi todos los monumentos, que varía de precio según la edad, horario de entrada y temporada en la que se visita, pero como se ha dicho al comienzo, Sevilla merece la pena, y visitar el Real Alcázar de Sevilla también, al menos una vez.
La Catedral de Sevilla, también ha sido declarada por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad en el mismo año que el Alcázar. Se trata de una catedral Gótica, la tercera más grande del mundo después de la de San Pedro del Vaticano y la de San Pablo de Londres. Además, es aquí donde descansan los restos de Cristóbal Colón.
La Catedral fue construida sobre los restos de la antigua mezquita almohade porque se intentó que la futura Catedral ocupara todo el espacio sagrado que tenía su antecesora. De la mezquita se conserva su alminar, siendo la actual Giralda, aunque su tercio superior es de construcción posterior. En la parte más alta de la estructura se encuentra el Giraldillo, una estructura de bronce, que mide cerca de los cuatro metros y que representaría a Minerva, diosa romana de la Inteligencia y de la guerra justa. Como apunte, algunos estudiosos determinan que es la estatua de bronce más importante del Renacimiento.
Junto al Guadalquivir, la Torre del Oro, una construcción árabe del siglo XIII de treinta y seis metros. Llamada así porque en su interior se almacenaba el oro que entraba en el puerto de la ciudad, también existen otras opiniones que dicen que en su origen estaba revestida de unos azulejos que al atardecer en el río se reflejaba la torre con un color dorado. En la actualidad contiene en su interior un museo naval.
Los bancos de cerámica que nombran las provincias del país excepto la propia Sevilla y los territorios insulares, parecen ser la parte más turística de la Plaza de España de Sevilla, una construcción de principios del siglo XX. Se construyó con motivo de la exposición iberoamericana de 1929, de la cual esta ciudad fue su sede.
En la Plaza, un total de cuarenta y ocho bancos siguen su forma semicircular que cuenta además con un canal que pone barcas a disposición de quien quiera conducirlas.
El Metropol Parasol es una de las construcciones más modernas de la ciudad, inaugurada en marzo de 2011 es conocida popularmente como las setas de la Plaza de la Encarnación.
Se trata de una construcción fabricada enteramente de madera excepto dos de las columnas o pilares de hormigón que albergan ascensores para poder subir a la plataforma.
Desde una altura algo superior a los veinticinco metros, la estructura permite ver a través de una especie de recorrido por un camino vallado prácticamente la totalidad de las azoteas de Sevilla, además del parque de atracciones de Isla Mágica, la Catedral y la Giralda.
Para concluir, sólo diré que no me he olvidado de la Plaza de Toros de La Maestranza, el Archivo de Indias, del puente de Triana y del barrio del mismo nombre, o de todas y cada una de las hermandades que se pueden ver distribuidas por la ciudad y de otros tantos lugares de interés que no he recogido en este artículo, pero que como se ha dicho a lo largo del mismo, siempre merece la pena ver. Probar Sevilla y si se puede, repetir.