[translations idioma=»EN» url=»http://rgnn.org/2013/12/03/europe-and-the-asian-invasion»]
ASIA. Las recientes tensiones geopolíticas entre Japón y China por las islas Sengaku, bajo jurisdicción nipona aunque reclamadas por China, ponen de nuevo de manifiesto las tensiones soterradas entre los dos naciones históricas del Lejano Oriente y constatan que la región asiática se halla inmersa en un proceso constante de cambio y transformación, susceptible de concretar en tres grandes áreas.

La primera, y más conocida, es la económica. China es, sin duda, la que está protagonizando un mayor cambio debido a su ingente población y a su rápida y constante reducción de la pobreza. Durante tres décadas ha estado creciendo a tasas de un 10% y solo la profunda crisis económica que asoló el mundo tras la caída de Lehman Brothers en 2008, hizo que el crecimiento económico chino descendiera ligeramente. No obstante, junto a China hay otros países que están trasformando sus economías,  sacando a millones de personas de la miseria y estableciendo, en definitiva, economías dinámicas. Indonesia en el Sureste Asiático es uno de los mejores ejemplos de esta tesis, al igual que Corea del Sur, potencia tecnológica mundial por antonomasia, que desde los años 70 ha visto crecer de una manera exponencial su nivel de vida arrinconando a su vecino del norte.

Además de esta transformación económica, se ha producido una importante modificación social que ha cambiado la demografía de los países, sus hábitos de alimentación y consumo, su urbanismo, su relación con el medio ambiente, etc. Así Asia concentra buena parte de las megalópolis mundiales, los movimientos del campo a la ciudad siguen siendo ingentes, el nivel de consumo de alimentos, agua y otros recursos naturales es exponencial y por último, el crecimiento de la población sigue siendo muy alto. El mejor ejemplo es la India, país que tras su nacimiento como nación independiente en 1947 tenía 300 millones de habitantes y hoy ha superado los 1200 millones de ciudadanos. Todo ello ha producido que la actual Asia de finales del año 2013 presente fuertes cambios en el seno de sus sociedades que han contribuido al resurgir asiático actual y al mismo tiempo, ha afectado al resto del mundo.

Por último, esta transformación en lo económico y social ha introducido una nueva y determinante variable en la seguridad mundial ya que las situaciones de inestabilidad en la zona tienen ya importantes consecuencias geopolíticas en el resto del mundo. Dicho con otras palabras, las transformaciones económicas y sociales están generando tensiones militares que serán cada vez mayores en los próximos años.

Esta triple transformación asiática está produciendo consecuencias claves sobre el resto del mundo y principalmente sobre Europa, continente que se encuentra en una importante disyuntiva política y económica pero ante el que emergen varios escenarios en su futura relación con Asia.

Europa y Asia presentan amenazas comunes y por ello la cooperación en su superación es clave. La protección del medio ambiente, la no proliferación de armas de destrucción masiva o el terrorismo yihadista son áreas donde ambos continentes pueden desarrollar políticas conjuntas que les beneficien.

Junto a ello, Europa no pude desaprovechar la irrupción económica asiática y por ello debe acelerar la presencia de empresas europeas en Asia y su proceso de integración económica con la región. Esto produciría una mayor interdependencia entre ambas que ayudaría a mitigar futuras tensiones políticas que sin duda las habrá.

Por último, Europa debe replantear su actual política internacional respecto a Asia, en el sentido de que si bien existen ámbitos de colaboración en materia de amenazas comunes y desarrollo económico conjunto, existen áreas que a buen seguro producirán fricciones entre ambos continentes. Dentro de ellos sobresalen tres: la lucha por recursos energéticos, la distribución del poder mundial y la lucha por el talento y el avance científico

Estas tres áreas de interacción entre Asia y Europa condicionarán buena parte de la evolución del liderazgo mundial y posicionarán a Europa en una situación de decadencia o de mantenimiento del actual poder.

El mundo ha girado ya al Pacífico. El cambio del pivote americano hacia la región todavía no ha encontrado una respuesta de Europa, respuesta que sin duda debe de llegar para afrontar la reemergía de Asia como región clave en términos económicos, políticos y de seguridad.