VIGO, ESPAÑA. Vigo es una ciudad extraña, lo digo yo que oriunda soy. Aquellos que la visitan dividen sus opiniones en tres bandos: está el grupo de cruceristas que visitan Vigo porque venía en su ruta, pero nunca habían oído hablar de ella. Luego están los turistas de fuera de la Comunidad Autónoma, que suelen quedarse embobados con las vistas a las Cíes desde el Paseo de Alfonso. Y por último, el resto de visitantes, normalmente gallegos, que resume la ciudad en “te pasas el tiempo subiendo y bajando cuestas”. Porque sí, en Vigo somos muy de cuestas. Está la Cuesta del Castro, un parque dónde van las parejas adolescentes a prometerse amor eterno, o la calle Carral, una calle con mucho encanto que une la zona portuaria con la zona comercial. Pero también tenemos zonas verdes ojo. Castrelos, un parque enorme dónde va la gente a hacer deporte y donde las familias dan de comer a los patos los domingos o el Paseo Avenida de Castelao, donde se desarrolla la ruta del Colesterol: cientos de personas con chaleco reflectante se ponen a caminar por recomendación del médico.
¿Qué recomiendo visitar?
• Un día en las Cíes. Sus playas invitan a lanzar un mensaje en una botella a tu jefe y decirle “Que trabaje Rita”. La Playa de Rodas es espectacular. A un lado de las islas, se ve Vigo y la entrada de la ría. Al otro, el inmenso Océano Atlántico. Si no quieres ir en barco porque te mareas también tenemos playas en tierra. Un ejemplo es Samil, que se llena de domingueros, o El Vao, donde va la gente joven a dejarse ver.
• Un paseo por el Mercado da Pedra. Un lugar muy turístico. Hay chollos de imitación, desde relojes hasta chándales tipo Nicolás Maduro. A la salida del mercado, puedes tomarte un vermú y unas ostras. Si no eres muy amante de los bivalvos crudos, siempre puedes encontrar platos típicos de Galicia como el pulpo á feira o la empanada de zamburiñas.
• Si eres un turista de los que vienen en barco, no te asustes al llegar al puerto. Verás una mole negra gigante: nuestro centro comercial: A Laxe. Existe una pasarela que lo une con la zona de la Colegiata, la concatedral de Vigo. Esta está ubicada en el casco antiguo, al lado del mercado da Pedra. Es, en mi opinión, el mejor lugar de la ciudad.
•La Plaza de la Reconquista. ¿Por qué este nombre? Porque en 1812 echamos a los franceses, así somos los de Vigo, guerreros. Estamos muy entrenados gracias a las cuestas. Tampoco te asustes si éstas no te gustan, tenemos un sistema de autobuses estupendo. Puedes coger el 5B y te haces un recorrido turístico por todo Vigo, por el módico precio de 1,24€. Se visitan: el barrio de Coia -barrio obrero nacido a raíz de la implantación de Citroën-, la plaza de América -dónde los seguidores del Celta celebran los escasos partidos ganados-, el Paseo de Alfonso, Colón -la calle más cara- y las obras de la nueva estación del AVE, entre otras cosas.
• Además del edificio del centro comercial del que hablé antes, tenemos muy cerquita el Hotel Bahía, que como bien se puede entender por su nombre, está en el puerto. Es un edificio con tropecientas plantas pintado de un color que llama la atención (o como decimos nosotros: color rechamante). Además, dobla en altura a los edificios de alrededor.
• Sin embargo, el rey de los edificios llamativos en mi querido Vigo es la casa de todos los vigueses: el Ayuntamiento. Un edificio en la plaza del Rey bastante incalificable, que se ensancha conforme sube en altura. Lo peor es que está afincado en la parte alta del casco antiguo y desluce mucho las escasas obras de rehabilitación del barrio.
Para que compruebes todo esto con tus propios ojos, ven a Vigo. Somos buena gente, tenemos microclima, una ría preciosa y, sobre todo, ¡no te dejaremos pasar hambre!