TOLEDO, ESPAÑA. En 2014 se conmemora el IV centenario del fallecimiento de El Greco, que tuvo lugar en Toledo el 7 de abril de 1614. Con este motivo, la Fundación Greco 2014 ha organizado un programa cultural de primer orden que se desarrollará a lo largo de todo el año y tendrá especial incidencia en Toledo, ciudad estrechamente asociada a la vida y obra del pintor. Como en otras conmemoraciones, el eje central del evento serán las grandes exposiciones: “Toledo Contemporánea”, en el Centro Cultural San Marcos; “El Griego en Toledo” y “El Greco, arte y oficio”, ambas en el Museo de Santa Cruz. La programación incluye conciertos, espectáculos de calle, certámenes gastronómicos y congresos científicos. Además es posible realizar la visita a los denominados Espacios Greco, los lugares de la ciudad que exhiben obras del pintor para el sitio que las creó: la Sacristía de la Catedral, el Hospital Tavera, la Iglesia de Santo Tomé, el Convento de Santo Domingo el Antiguo y la Capilla de San José, de apertura excepcional. El programa se completa con otras actividades fuera de Toledo, sobre todo en el Museo Nacional de El Prado de Madrid.

De la forma en que ha sido planteado, el Centenario reúne las condiciones para ser considerado un gran evento cultural para una ciudad como Toledo. Sirva por tanto para exponer una serie de consideraciones sobre este tipo de manifestaciones como instrumento de política cultural, política urbana y sus efectos sobre las localidades donde se desarrollan.

No hay duda de que uno de los principales componentes de la política cultural contemporánea consiste en la celebración de grandes eventos, con las exposiciones como elemento central. Cabe diferenciar entre manifestaciones circunscritas a una institución cultural y aquellas de orden urbano. Las primeras se enmarcan dentro de la actividad de entidades como los museos o centros culturales mientras que las segundas buscan un impacto urbano, que se genere una afluencia de visitantes y derrama económica asociada susceptible de incidir positivamente sobre el conjunto de la ciudad e incluso su ámbito regional.

Necesariamente los eventos de orden urbano han sido mucho menos numerosos, en tanto que requieren de mayores insumos: un conjunto de actos de suficiente magnitud y espectacularidad que desborde el ámbito de lo local; la concurrencia de diferentes agentes que se mueven en el mundo de la cultura y del turismo, de lo público y de lo privado, de los niveles municipal, regional y estatal e incluso de la Casa Real; de la integración en un producto homogéneo de un conjunto amplio de eventos en diferentes espacios repartidos por la ciudad (desde las exposiciones hasta talleres para niños); y el acondicionamiento del espacio urbano para el evento (señalización, movilidad, etc.)

La trayectoria de Toledo, por su parte, refleja un panorama muy común en las estrategias de las ciudades españolas. Desde la celebración en 1992 de los Juegos Olímpicos en Barcelona y la Exposición Universal en Sevilla, en todas nuestras ciudades se ha buscado la captación y desarrollo de macroeventos de muy diferente tipo (deportivos, culturales, religiosos…) como fórmula de proyección urbana, de situar la ciudad en el “mapa mental” de un amplio espectro de ciudadanos. Hacia dentro, en ciertas ocasiones se han acometido operaciones urbanísticas muy potentes que han dado como resultado la creación y/o renovación de ciertas partes del paisaje urbano, con resultados de signo diferente según los casos. En líneas generales, los eventos de mayor magnitud y trascendencia han estado limitados a las grandes aglomeraciones metropolitanas. En cambio, en las ciudades medias se han desarrollado fundamentalmente eventos de segundo orden con estrecha vinculación a la política cultural. Dentro de estas manifestaciones, ha cobrado especial relevancia la Capitalidad Europea de la Cultura, que ya ha tenido lugar en las ciudades españolas en tres ocasiones: Madrid, Santiago de Compostela y Salamanca.

Puente de Alcántara, en el Alcázar de Toledo | Manuel de la Calle

Puente de Alcántara, en el Alcázar de Toledo | Manuel de la Calle

El verdadero impacto de estos grandes eventos sobre las ciudades de acogida ha sido un tema bastante estudiado, aunque priman lecturas sectoriales sobre las evaluaciones en perspectiva multidimensional, mucho más fructíferas. Se analiza el programa cultural y sus resultados en términos de asistencia. Se incide en los distintos efectos sociales, desde las implicaciones del evento para los creadores locales hasta los niveles de participación de los residentes en el diseño y ejecución del proyecto. Desde parámetros económicos se aborda el estudio de las inversiones, generación de empleo, efectos multiplicadores, etc. En paralelo se indaga sobre las transformaciones del espacio urbano, ya sea debido a la adecuación de contenedores culturales o por las operaciones de mejora del espacio público. Se intenta evaluar el impacto mediático, medido en términos de incidencia del evento sobre la imagen de la ciudad. Dado que el desarrollo turístico es un objetivo planteado explícita o implícitamente en la práctica totalidad de los eventos, sus efectos sobre el sistema turístico local han recibido una atención prioritaria. Los datos disponibles apuntan a cierto crecimiento del número de pernoctaciones, aunque con diferencias acusadas entre ciudades. Hasta la fecha, estos grandes eventos culturales han repercutido sobre todo en el mercado turístico nacional –la mayoría de los visitantes proceden de un entorno próximo, con fuerte presencia de escolares y otros estudiantes- y apenas suponen un crecimiento del turismo extranjero. De hecho la mayor parte de los programas culturales sólo seducen a un porcentaje muy minoritario de visitantes, una audiencia de alto nivel educativo con fuerte orientación hacia los consumos culturales. Para el resto de visitantes, el evento supone sobre todo una oportunidad adicional para visitar una ciudad que renace en el imaginario colectivo gracias a la celebración.

En suma, los grandes eventos culturales pueden presentar un revulsivo notable para proyectar una imagen positiva de la ciudad en un contexto de creciente competencia urbana, movilizando energías internas muchas veces dispersas a favor de un objetivo común y acometiendo operaciones de creación o renovación de determinadas piezas del espacio urbano. Así sucedió con la celebración del III Centenario en 1914, que supuso una reivindicación de la figura del Greco y un impulso muy notable para la proyección cultural y turística de la ciudad de Toledo, con la apertura a la visita de la Sinagoga del Tránsito y la creación del Museo del Greco. Sin embargo estas operaciones no están exentas de riesgos. En la mayoría de las ocasiones los resultados obtenidos son inferiores a las expectativas generadas, lo que provoca no pocas frustraciones. De igual forma, carece de sentido acometer una política urbana centrada en el desarrollo de eventos consecutivos que desatienda a la gestión cotidiana de los problemas de la ciudad. Como hace cien años, el centenario de El Greco se desarrollará en tiempo de crisis e incertidumbre, supone por lo tanto una apuesta arriesgada susceptible de representar una mejora significativa para la ciudad.

***

Toledo conmemora durante el 2014 el IV Centenario de la muerte de El Greco.  Puedes consultar toda la programación organizada por la Fundación Greco 2014 en elgreco2014.com