BUENOS AIRES, ARGENTINA. El servicio postal de Argentina pensó que era buena idea poner en circulación 19 sellos para conmemorar los logros y avances del kirchnerismo. Las estampitas se llaman ‘Década Ganada’ (por los años 2003-2013) y se pueden adquirir desde el pasado 22 de enero. Cada sello festeja los hitos oficiales de los Gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner: las leyes de Matrimonio Igualitario, de Repatriación de Científicos, la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual (Ley de Medios), y la derogación de las Leyes de Impunidad. Otras estampillas muestran el Gasoducto Argentina-Bolivia, el voto a los 16 años, el organismo Unión de Naciones del Sur (Unasur) y la nacionalización de importantes empresas en manos de capital extranjero, como YPF.

La iniciativa ha recibido una lluvia de comentarios críticos. También abrió un pequeño debate en las redes sociales con las etiquetas (#décadaganada y #décadaperdida) sobre la huella de 10 años de kirchnerismo en Argentina y su futuro legado político.

Muy pocos imaginaban que aquel desconocido gobernador de la pequeña provincia del sur, Santa Cruz, terminaría creando una suerte de dinastía política, en ocasiones comparada con la pareja Juan Domingo Perón y Evita.

El boom de la soja

Con sólo un 22% de los votos en las elecciones anticipadas de 2003, Néstor Kirchner asumía la presidencia de un país devastado, sin dinero en las arcas, y con una clase política totalmente deslegitimada y denostada. Después de contar con cinco presidentes en dos semanas y declarar una masiva suspensión de pagos sobre su deuda en 2001-2002, Argentina parecía que había tocado fondo.

El boom en el precio de la soja y otros cereales, sumado al aumento de las exportaciones, cambió el ciclo económico del país. Néstor Kirchner supo aprovechar la condiciones favorables, y colocó al frente del ministerio de Economía a Roberto Lavagna, quien realizó una exitosa renegociación de la deuda externa, controló el déficit fiscal y puso la balanza de pagos en positivo. El Gobierno también derogó las Leyes de Amnistía (Ley de Obediencia Debida y Ley de Punto Final) aprobadas por la última dictadura (1976-1983) y animó a juristas y fiscales a querellarse contra torturadores y ex altos mandos envueltos en crímenes de lesa humanidad.

Antes de finalizar su primer y único mandato en 2007, Néstor Kirchner logró renegociar los 95.000 millones de dólares del último rescate con el Fondo Monetario Internacional (FMI): impuso una quita a los acreedores de un 67%, y canceló los compromisos de Argentina con el FMI en 2006. La exitosa decisión de canjear la deuda contraída por anteriores gobiernos disparó la popularidad de los Kirchner en el país, pero desde entonces muchos inversores se lo piensan dos veces antes de prestar dinero a Argentina. El Club de París, al que debe 9.500 millones de dólares, y un 10% de bonos ‘holdout’ en manos de los llamados ‘Fondos Buitres’ todavía están negociando sus respectivas deudas con Argentina.

Entre 2003 y 2007, el salario mínimo pasó de 200 a 980 pesos, un incremento del 380%, y las jubilaciones mínimas subieron de 150 a casi 600 pesos. De esa forma, llegaban a su fin los cuatro años de gestión de Néstor Kirchner, los de mayores logros en materia económica y social de la década. Tras las elecciones de 2007, en las que fue elegida presidenta Cristina Fernández de Kirchner, empezaba una nueva etapa marcada por la confrontación, la polarización y polémicas normativas contra las empresas de comunicación más críticas, como la Ley de Medios.

Intervencionismo y nacionalizaciones

Los Gobiernos del matrimonio Néstor y Cristina Kirchner lograron mantener altos índices de crecimiento y bajos niveles de desempleo, pero a base de un fuerte intervencionismo estatal, aumento del gasto público e impuestos, y un creciente proteccionismo comercial para limitar las importaciones. También nacionalizaron el Fondo de Jubilaciones y Pensiones (AFJP) para obtener liquidez y pusieron fin a la independencia del Banco Central, además de expropiar y recuperar numerosas concesiones de empresas como Aerolíneas Argentinas, correos, ferrocarriles, el suministro de agua (AYSA) y el espectro radioeléctrico, entre otras.

Con el campo, los Kirchner firmaron su ruptura en 2008, cuando aprobaron aumentos fiscales a las exportaciones de soja y restricciones al maíz, girasol y trigo. Los agricultores sacaron entonces sus tractores a la calle y protagonizaron protestas que se extendieron durante meses. Durante la última década, el campo argentino también se transformó: se duplicó la siembra de soja, que pasó a representar el 60% del total de tierras cultivadas, y el país dejó de lado el negocio pecuario para centrarse en el cultivo intensivo de cereales. Argentina perdió cerca de 10 millones de cabezas de ganado en la última década.

Envuelto en un círculo vicioso de déficit fiscal y emisión monetaria para mantener el gasto público y las subvenciones, el Gobierno de Cristina Fernández afronta el último tramo de su segundo mandato debilitada políticamente y arrastrando problemas de salud. El fallecimiento de Néstor Kirchner el 27 de octubre de 2010 por un infarto cardiaco fue un duro golpe que el kirchnerismo todavía trata de superar. Ahora, el boom de los precios de la soja y otras commodities se empieza a desinflar. Y el próximo Presidente de Argentina que se elegirá en octubre de 2015 recibirá una pesada herencia, que incluirá una alta inflación, fuertes desequilibrios en la balanza de pagos, crisis energética y déficit fiscal.