ESPAÑA / KENIA. Muchos son los que aún se preguntan cómo es posible que en pleno siglo XXI siga existiendo un mundo donde cada día aumentan más las brechas existentes fruto de la desigualdad, cómo la globalización endurece aún más si cabe las barreras entre los distintos puntos del mapa o porqué unos quedan excluidos del sistema y otros se alimentan de esto para mantener su posición de dominio global. Está claro que la llamada «mayoría olvidada» de Kapuscinski se encuentra subordinada a los poderes propios del sistema mundial, y los ciudadanos cada vez más conscientes, necesitan la solidaridad como vínculo de unión para luchar contra estas injusticias.

De esta visión se alimenta Más Por Ellos, una iniciativa social de reciente creación ideada por mentes jóvenes que ha conseguido hacer de una excelente idea, toda una realidad. Se trata de una organización sin ánimo de lucro que centra su trabajo en promover un desarrollo sostenible en el barrio de Kibera, Nairobi. Localizado en un antiguo asentamiento colonial británico, hoy es considerado como la mayor favela de África con aproximadamente un millón de habitantes en condición de extrema pobreza y precariedad.

Les cuento esto porque hay quién dice que son los pequeños detalles los que crean la realidad, y hoy esa realidad descansa en una historia digna de mención. Mama Mercy es el apodo de la protagonista, que casualmente coincide con el título de una de las canciones de la británica Joan Armatrading. Joan cantaba ya a la Madre Misericordia al ritmo de soul allá por los años 70. Lo que no esperaba es que ahora más de 300 niños de un barrio slum de Nairobi le deben su ilusión a la de verdad, a una de carne y hueso.

Álvaro Pérez Pla, Presidente de la ONG antes citada y enamorado confeso de la cultura keniata, relata cómo conoció a Mama Mercy, mujer de 60 años que dedica íntegramente su vida al cariño y el cuidado de menores huérfanos, maltratados o abandonados a su suerte en Mathare Valley, otro suburbio de Nairobi.

El contraste entre los niveles de vida de la población de la ciudad más grande de África Oriental es evidente, la mitad del total vive en una superficie estimada de apenas un 5% del conjunto del territorio. Este hacinamiento se da en los barrios pobres, aquellos que no ven desde los grandes edificios de la capital de Kenia, fruto de la herencia  y dominio colonial. Además, la mayor parte de los habitantes de las barriadas son personas mayores y niños que conviven exentos de los servicios básicos y en condiciones infrahumanas.

Álvaro cuenta cómo durante su primer viaje a Kenia, se encuentra por casualidad con una señora que le ofrece ayuda para volver juntos a Makuyu desde la capital. Tras una larga conversación se percata de que está sentado junto a una mujer  que lleva más de tres décadas luchando por construir un futuro mejor para cientos de niños, dándoles cobijo, alimento, educación y sobre todo cariño. «Hablaba de sus ‘hijos’ como si fuesen unos ángeles caídos del cielo», asegura el joven, y es que Mama Mercy trabaja incansablemente cada día en la  casa de acogida que sirve de refugio para estos pequeños olvidados, la llamada Good Samaritan Childrens Home’.

Muchos de los niños que viven en los barrios marginales además de enfrentarse con el hambre y la pobreza, son abandonados por sus madres nada más nacer debido al estigma que supone la enfermedad del VIH, otros tantos pierden a sus padres por esta epidemia y quedan huérfanos desde muy pequeños. Elena Gómez, Vicepresidenta de ‘Más Por Ellos’, cuenta una anécdota en el blog que deja patente que la dura realidad que viven estos chicos empuja a muchos de ellos a la peligrosa adicción al pegamento.

Todo esto no son más que verdades en vena, crudas circunstancias de una realidad fruto de la naturaleza humana en todas sus vertientes.  Necesitamos la solidaridad y personas como Mama Mercy e iniciativas como ‘Más Por Ellos’, nos recuerdan que a pesar de que aún queda mucho por recorrer, paso a paso y con pequeñas historias, se puede hacer de este mundo un lugar más justo y menos agresivo.