VIENA, AUSTRIA. Cuando la gente me pregunta ¿a que ciudad Europea podría irme de vacaciones? Siempre les respondo que depende del plan de viaje con el que vayas unos destinos son mejores que otros, como es obvio. Pero si tu idea de vacaciones se reduce a: visitar museos, ir a la opera, hacer miles de fotos y porque no, comer bien, beber mejor y compensarlo todo con un poquito de ejercicio en bicicleta, sin ninguna duda tu ciudad es Viena.

La ciudad de la elegancia, de los palacios, de los grandes jardines, de los coches de caballos, de la ópera, de la música, de Mozart. La casa de Sissi emperatriz, la ciudad imperial por naturaleza, la que te hace sentirte parte de una de las historias más principescas de toda Europa. Esa es, de principio a fin, la gran ciudad de Viena.

¿Qué puedo ver?

Viena es una de esas ciudades que no puedes visitar sin tu cámara de fotos en mano ya que sus edificios y palacios, así como las diferentes esculturas ubicadas en diferentes puntos de la ciudad, te harán quedarte con la boca abierta.

Una de las cosas más curiosas a la vez que útiles que tiene la capital de Austria, es que los lugares principales se encuentran unos muy cerca de los otros. Tanto que éstos conforman una avenida circular en el centro de la ciudad llamada Ringstrasse, a través de la cual podrás pasear o alquilar una bicicleta para poder ver estos lugares sin moverte del carril bici o acera. Tan solo tendrás que seguir el curso de ese redondo camino. Los edificios principales que podréis ver a lo largo de esta avenida son el Ayuntamiento de Viena, la Ópera o el Parlamento entre otros.

Por otro lado no podemos olvidarnos de los edificios más característicos de la ciudad imperial: Los Palacios. Y es que éstos son la marca de la capital y casi casi del país entero. No podéis perderos el Palacio de Schönbrunn, residencia de la familia imperial de Viena, el Palacio de Hofburg, residencia de los Habsburgo durante 600 años o el Palacio de Belvedere, que se construyó como residencia de verano del Príncipe Eugenio de Saboya.

Además de estos majestuosos palacios, una de las visitas obligadas si sois amantes de la música clásica, son las estatuas de Johann Strauss, que se encuentra en el precioso parque de Stadpark, la de Mozart situada en el jardín Burggarten y la de Beethoven localizada en la calle Lothringerstrasse.

¿Qué puedo comer?

En el artículo de la semana pasada donde os hablaba de Berlín, comenté como uno de los platos más típicos alemanes procedía del país vecino: Austria. Ese gran plato es el Schnitzelconsistente en escalope empanado al que normalmente le acompañan unas patatas fritas. Pero algo que nunca puede faltar a este gran plato austriaco es la ensalada Kartoffel y el Kaiserschmaren, una de las tartas de frutas más rica que jamás he probado.

¿Dónde puedo alojarme?

Según muchos estudios, Viena es considerada la ciudad más segura de Europa, así que de entrada, eso os tiene que aportar tranquilidad. Por otro lado, una de las zonas que más os recomiendo para alojaros es la que está en los alrededores de la catedral, ya que es una parte muy animada de la ciudad y siempre está llena de gente. Otra de los lugares que os recomiendo es la zona de Hofburg desde donde podréis visitar las principales zonas turísticas de la ciudad andando. Si por el contrario preferís ahorraros un poco más de dinero en hoteles, hostales u apartamentos más alejados del centro, no os preocupéis, el tranvía y metro de Viena funcionan estupendamente.

Con todas estas recomendaciones no me queda más que desearos un buen viaje a la ciudad de los palacios y la música. Solo espero que la disfrutéis tanto como yo lo hice y que os haga sentir parte de esa historia tan principesca y musical que Viena encierra entre sus calles. Porque tal y como decía Mozart:

“La música es el único camino hacia lo trascendente”