MADRID, ESPAÑA. El pasado 7 de enero, empezaron oficialmente las rebajas de invierno en España, que durarán hasta finales de febrero o principios de marzo, dependiendo de la comunidad autónoma en la que uno se encuentre, aunque por lo general, en febrero ya no hay mucho que ver.

Para quienes no lo sepan, las rebajas son temporadas en las que los comercios, sobre todo del sector textil, ofrecen descuentos en el precio de sus productos que incluso pueden llegar hasta el 50% o más, dependiendo del sitio. En España hay dos temporadas (una de invierno que empieza a principios de enero y una de verano que empieza a principios de julio), y están reguladas en la Ley de Ordenación del Comercio Minorista, pero cada comunidad autónoma es la que establece el periodo de las rebajas.

Es una época del año en la que la gente aprovecha para comprar y sobre todo, renovar el armario (ya que la gran mayoría de los descuentos se producen como ya se ha mencionado antes, en tiendas de ropa, calzado, complementos, etc.). Para quienes compran, es una oportunidad en la que se pueden comprar productos de marca a un precio más asequible, y para quienes venden, supone una subida de los ingresos y una buena ocasión para «deshacerse» de los productos que por lo general, no se venden, ya no están de moda o son de la temporada pasada. Sin embargo, algunos las consideran una invención del capitalismo, para fomentar el consumo compulsivo y la compra de productos que no se necesitan, ya que por el bajo precio, a veces, se crea una necesidad que antes no estaba, pues por poner un ejemplo exagerado, si algún producto de Apple estuviera a la mitad de precio, muchas personas lo comprarían aunque no lo necesitaran de verdad. Además, no es raro que piensen así: en los primeros días de rebajas siempre se producen aglomeraciones de personas en las puertas de los grandes comercios o de los centros comerciales (que intentan ser las primeras en encontrar «gangas») y durante las rebajas, estos son como latas de sardinas en las que cuesta caminar y en las que es muy fácil agobiarse por la gran cantidad de gente que hay.

Ahora que han empezado, un consejo para no volverse compulsivo es analizar la capacidad de compra de cada uno y hacer una lista de lo que se necesita de verdad, con tal de no gastar más de lo necesario o de no incurrir en costes que realmente no nos podamos permitir.