Renato Vilaldach de 28 años, origen brasileño y afincado en Barcelona, era un programador industrial PLC’s que se encontró sin trabajo y que decidió salir de su casa hace siete meses con <<poca cosa>>: un poco de ropa, con unas herramientas y su método de transporte, una bicicleta. La idea inicial: simplemente, viajar. Con su bicicleta ha recorrido muchos, muchos kilómetros… el número ronda en la actualidad unos 4000 km, todos en la Península Ibérica.

La ruta comenzó desde Lleida en dónde comenzó a seguir el Camino de Santiago del Norte por Lleida, Fraga, Bujaraloz, Zaragoza, Tudela, Logroño, Pamplona, Bera de Bidasoa, País Vasco Francés, Irún, Donosti, Bilbao, Santander, Ribadesella, Gijón, Mondoñedo, hasta llegar a Santiago de Compostela. Una vez completado el Camino, continúo bajando: Fisterra, Pontevedra, Vigo, Baiona… hasta llegar a Portugal, país que ha cruzado en bici, parando por localidades como Viana do Castelo y Oporto. En esta última ciudad, casualidades de la vida, por pura coincidencia yo le conocí mientras que disfrutaba de una escapada con mi pareja y, de ahí viene que os cuente su hazaña. Después de que yo me le topara, continúo cruzando Portugal por Coimbra, Lisboa, Setubal, Sines, Albufeira, Faro, Tavira, Vila Real de Santo Antonio, hasta volver a entrar en España. Una vez de nuevo en nuestro país pasó por Huelva y Sevilla, hasta llegar a Cádiz. Y esto solo por decir algunos lugares por los que ha estado, ya que <<resulta imposible decir todos>>. Desde esta última ciudad, en la que lleva una semanas, hablamos con él, vía Skype.

¿Cuánto llevas viajando?
Desde el 4 de junio de 2014

¿Medio de transporte?
En los 4000 km que llevo desde Lleida, casi todo se ha hecho en bici… Pero también he cruzado algunos ríos en barco y tren para entrar en Cádiz, ya que no había otra manera.

Panorámica de un lugar encontrado durante el viaje. | Foto cedida por Renato Vilaldach

Un lugar encontrado durante su viaje, cerca de Vila do Bispo, Portugal. | Foto cedida por Renato Vilaldach

Siempre que me encuentro con alguien que ha hecho de su vida una aventura me salta la misma pregunta, ¿por qué? ¿Por qué crees que cuando todo el mundo está tan ocupado con su empleo -o buscándolo-, con sus amigos, con su familia… por qué tú decidiste salir de esa comodidad y recorrer España en bici?
¿Por qué contentarnos con esta comodidad ? Luego de quedarme sin trabajo en abril del 2014, me compré una bici y empece a salir en bici todas las mañana. Solía hacer rutas de 50 km diarios… Un cierto día le comenté a una amiga que tenía ganas de hacer un viaje diferente, entonces ella me dijo: “¿Por qué no haces el camino de santiago en bici?”. Al volver a mi casa me puse a leer sobre el Camino de Santiago, al final tardé 5 minutos en decidirme y escoger la ruta que iba a hacer. Acabé escogiendo el camino del norte, que recorre toda la costa cantábrica hasta llegar a Compostela… Poco a poco, empecé a prepararme físicamente y equipando la bicicleta hasta que el 4 de junio salí desde Lleida rumbo a Compostela sin saber cuando llegaría. Y aún sigo en mi camino de vuelta para casa…

¿Has ido buscando algo un poco concreto?
Escapada total [se ríe]… salí hace tanto tiempo, que la verdad es que no lo recuerdo… [vuelve a reírse]

Supongo que tanto tiempo viajando, habrás conocido a muchísima gente… ¿qué es lo más sorprendente que te ha sucedido con un “desconocido” durante tu viaje? ¿Y lo más extraño en sentido negativo?
Lo mas sorprendente sin duda fueron las personas que me ofrecieron casa sin que les pidiera nada y sin conocerme. Lo mas negativo fue una persona que me estafó en Lisboa y que, curiosamente también había estafado a un amigo de Madrid que conocí en Lisboa y con el que estuve en su casa un mes.

En Praia Do Mar De Fora. | Foto cedida por Renato Vilaldach

En Praia Do Mar De Fora. | Foto cedida por Renato Vilaldach

Yo te conocí en Oporto y allí, curiosamente, también me topé con otra persona que, luego, descubrí al conocerte a ti, y coincidir todos en un bar, que tú te habías encontrado con él en tu viaje por Galicia: ¿cómo de grande es el mundo cuando uno recorre 4000 km en bici? ¿Han existido muchas coincidencias en tu viaje?
Es pequeño. Sigue siendo grande, pero con paciencia puedes llegar a muchas partes… ¡Pero hacerlo sin dinero es muy complicado!

Lo que nos lleva a una pregunta interesante para muchos, vivir viajando significa vivir sin ingresos, ¿cómo se vive sin ingresos?
Esta es la pregunta del millón [se ríe] En mi casa contaba con la ayuda del paro. Pero si sabes tocar algún instrumento, o hacer artesanía te puedes ganar algo de dinero vendiendo pulseras por ejemplo o, sino, pedir comida en Cáritas, Cruz roja, etc. En los viajes por lo general se acaba gastando mucho en alojamiento, pero si vas haciendo amigos por ahí y además tienes un saco de dormir y una tienda, casi siempre encontrarás un sitio donde dormir. Puedes trabajar en comunidades o a cambio de comida…

¿Tú has hecho algo de eso?
Yo he estado en casa de gente que me ha invitado, de la basura no he llegado a comer, he reciclado algo con gente… pero tampoco… En Fisterra nos regalaban comida y bueno, de la gente que iba conociendo. Pero buscar en la basura… como que no. Y tampoco  me iba a Cáritas a pedir, había gente que iba a cáritas a pedir, pero yo cobrando el paro pues no…

¿Pararías en algún momento?
¿Si seguiría toda la vida?

En Nazaret, Portugal | Foto cedida por Renato Vilaldach

No, simplemente, ¿tú pararías o no pararías ahora?
¡No…! Seguiría… Claro que seguiría. El problema es seguir. Puede ser infinito, te puedes perder y te puede pasar algo. Hay que controlarse, si no… ¿qué hago? Si voy a Marruecos, estoy al lado de Senegal… es cuestión de bajar un poco más… [se ríe tímidamente] Ahí está el peligro, vas bajando, bajando y subiendo y… Acabas en la calle, acabas el paro, acabas todo.

¿Y eso da miedo? ¿Y si se te va la cabeza y terminas bajando, bajando…?
Sí, me da un poco bastante miedo. Prefiero casi subir, es que es infinito si vas… Iba a hacer el Camino, mira donde estoy. Porque me lo he tomado con calma, porque podía haber llegado a… yo que sé… lejos. Hasta China no, pero Rusia… ¿Con ocho meses que llevo? Podía haber hecho 10.000 km tranquilo. Llevo cuatro (4000 km) y con tranquilidad. Si me pongo en plan… como la gente que viaja que se pone metas de 100 km al día, estaría yo en Australia [se ríe]

Amigos de viaje. | Foto cedida por Renato Vilaldach

Viajando con unos amigos de viaje polacos en las Marismas del Guadalquivir, Sevilla. | Foto cedida por Renato Vilaldach

Has estado en verano, en invierno y ahora empieza primavera… ¿es la bici un buen medio de transporte para viajar? ¿Por qué?
Diría que es el mejor medio de transportable sostenible ya que con paciencia puedas llegar donde quieras y además puedes llevar todo lo que necesites contigo.

Que le dírias a alguien que le da pereza, que piense “Madre mía, 4000 km en bicicleta”, ¿qué le dirías que se pierde si no realiza un viaje así, aunque no sea en bici?
La gente me llama loco… loco la gente que está ahí agobiado buscando curro… esos están locos. No vale la pena trabajar para construir un futuro que no sabes si llegará. La gente se busca expectativas: comprar una casa, tener dos hijos, tener esto y esto para que los niños estén tranquilos… que al final se han muerto antes.

 | Foto cedida por Renato Vilaldach

En la Playa de Punta Candor, cerca de la base militar de Rota. | Foto cedida por Renato Vilaldach

¿Y qué da viajar como alternativa a eso… a buscar expectativas?
Aprendes muchas cosas, convives con gente. Yo me infiltro en las vidas, conozco a alguien y estoy un mes en una casa en Lisboa, dos meses aquí, Fisterra… y luego me voy, como un pájaro que está ahí escuchando y luego vuela. Aprendes mucho, ves comportamientos. Yo estoy con la gente y observo, está bien… pero ya como que… quiero volver a casa.

¿Entonces no seguirías?
No, pero porque tengo el handicap de la pasta que gasto en Barcelona. No puedo pasar, si pudiera… no paraba.

¿Y cómo de importante ha sido en el viaje estar solo?
Fundamental. Es fundamental. Si quieres conocer a alguien, aprender cosas y estar tranquilo realmente. Porque cada persona tiene un gusto, una manera o preferencia, un ritmo de cuerpo… aguanta más calor, aguanta más frío, aguanta más caminar o pedalear… ¡Si me gusta un sitio me quedo! No tengo que preguntarle a nadie… De hecho, empecé con mi primo… Luego he visto grupos de gente y veía que discutían… Conoces a mucha más gente estando solo, el caso es observar y estar calladito.

Viviendo en algún lugar cerca de Peniche, Portugal.  | Foto cedida por Renato Vilaldach

¿Te ha cambiado el viaje?
Mucho. Soy una persona mucho más tranquila y fuerte. He pasado mucho frío, eh… [se ríe] Ahí viviendo como un bicho acampado, que no había acampado en mi vida… Ahora me quedo en un piso dos semanas y me agobio. Quiero irme a Tarifa, montar el chiringuito, estar tranquilo en una playa, ¡tomando el sol en pelotas!

¿Puedes contarnos una anécdota? Alguna que recuerdes con especial cariño o que digas «esto mereció la pena vivirlo» por el motivo que sea…
Después que salí de Oporto, ¿te acuerdas? Que me costó un montón salir de ahí. Cuando crucé el puente de Gaia, miré hacia atrás y volví, quería volver a Oporto. Volví hasta el puente y luego pues me fui. Estaba en una playa, en un restaurante comiendo, y de repente, salió un rasta con su hijo pequeñito de dos años, le baja los pantalones al niño y se poné a mear ahí, en el jardín del restaurante en la terraza. Y me ve el tío con la bicicleta y me invitó a la comunidad en la que vivía. Eso ha sido bonito. Estuve una semana con ellos, ahí… dos de tres eran portugueses, unos venían de familias de Luxemburgo, que hay muchos que portugueses emigraron hacia allí… y yo no lo sabía.

Pregunta final, casi obligada… En tu balance personal, ¿han merecido la pena estos meses de experiencias? ¿Si volvieras atrás volverías a vivirlo?
No lo cambiaría por nada este viaje. He cambiado mi vida, mi forma de pensar.

Poniendo a punto el medio de transporte. | Foto cedida por Renato Vilaldach