Madrid esconde en sus calles multitud de barrios, cada uno con sus propios sonidos y texturas. A cinco minutos del núcleo útil de la capital, la estación de Atocha y la plaza de Carlos V, se encuentra uno de los barrios más llamativos en la actualidad. El barrio de Embajadores, con la zona de Lavapiés, se presenta hoy en la ciudad madrileña como el espacio de lo libre, moderno y multicultural. Por lo que a los, muchos, secretos de Madrid habría que añadirle la vida que invade las calles de Lavapiés en los días más soleados, que nos deja algunas de las calles más sorprendentes de la capital activadas al calor y al bullicio de una mayoría de gente joven.
El que era hace tan solo 12 o 15 años uno de los barrios más castigados por la desigualdad económica entre inmigrantes y nacionales, con altos índices de inseguridad, mucha suciedad y pocos comercios; ha dado un cambio increíble gracias a los nuevos vecinos que fueron tomando sus calles y casa abandonadas hasta dejarnos un barrio impredecible. En un primer momento, sobre los años 80 y 90, Lavapiés contaba con multitud de casas okupadas y una población muy mayor, el abaratamiento de los costes de alquiler -debido a la inseguridad y al mal estado de los edificios- empezó a convertir sus
pintorescas calles en un lugar asequible para la gente joven. En la actualidad, este barrio, es el más activo de la capital en cuanto a actividad vecinal y asociaciones. Su cambio ha sido tan grande, que aún muchos tienen la idea de que Lavapiés sigue siendo lo que era, pero solo hace falta aprovechar cualquier día con sol para descubrir que Lavapiés es el barrio de los colores de Madrid, parar en una terraza de la Calle del Sombrerete y disfrutar del jolgorio más hippie de Madrid. Cultura india, árabe, caribeña, china y la española más castiza, se dejan ver en los comercios y establecimientos del barrio, compartiendo rincón con las nuevas inquietudes artísticas y las escuelas de teatro más importantes de la capital.
Toda esa actividad vecinal y de asociaciones, ha dado lugar a una multitud de eventos en los últimos años que aprovechan precisamente la multiculturalidad del barrio y la joven actividad de sus calles. La divertida fiesta gastronómica de Tapapiés en la que los bares de Lavapiés preparan una ruta y más de 90 tapas para que recorras el barrio haciendo
un juego de sabores espectacular. Las jornadas de puertas abiertas para visitar los estudios de los artistas que se reparten por las calles de Lavapiés, se agrupan bajo el nombre Los Artistas del Barrio, dejándonos uno de los eventos más interesantes de la capital, en los que los curiosos pueden conocer a los pintores y escultores en sus espacios de trabajo y preguntarles sobre sus obras. Las fiestas y desfiles del Nuevo Año Chino, que tienen como impulsores la asociación china del barrio. Por no hablar de que la mayoría de los eventos que pasan por la capital, encuentran eco en las calles de Lavapiés, como la pasada Noche de los Teatros celebrada el 27 de marzo.
Entre las joyas escondidas en las calles del barrio se encuentran las más conocidas escuelas de teatro de Madrid como el Centro de Nuevos Creadores o La Cuarta Pared, pero además en la Plaza de Lavapiés está el Centro Dramático Nacional con el Teatro Valle Inclán. Además, La Casa Encendida con su terraza, sus actividades culturales y exposiciones es un punto de actividad joven permanente que compite en pocas calles con el Centro Social Autogestionado de la Tabacalera, en el que se celebran mesas redondas de carácter cultural y político, además de cursos y talleres para todas las edades con el telón de fondo de promocionar el arte.
Lavapiés aparece, entonces, como uno de los barrios de Madrid que más se ha abierto al mundo o, como en otros países se diría, con un gran carácter abroad. Nos deja sorpresas como Esta es una plaza o La Escalera de Jacob, lugares en los que el ocio y la cultura han dado una segunda vuelta de tuerca para presentarse desde un ángulo de pleno siglo XXI y con un clara renovación de lo colectivo impulsado desde el empuje individual. En sus calles se quedan multitud de estudios de jóvenes artistas, galerías de arte, cafeterías, restaurantes y bares en los que puedes transportarte a otros países sin necesidad de viajar. Este viejito barrio madrileño es capaz de hacer que te encuentres en una de sus calles, sentado en una terraza, leyendo una genial frase -con una tipografía espectacular-, preguntándote si otro mundo es realmente posible. Luego, es capaz de darte la respuesta al girar una esquina, en forma de la fiesta india Monsoon Holi, porque otro mundo es posible y, además, se está empezando a construir ya desde uno de los barrios más humildes de la capital.