No podemos vivir sin respuestas. Necesitamos conocer la solución a todo lo que nos provoque duda o inquietud. Tampoco podemos vivir sin tensión. Necesitamos ver cómo en una carrera, por ejemplo, o en un partido de fútbol alguien se proclama ganador y cuáles son las consecuencias para aquellos que se quedan sobre el césped desconsolados porque han tenido en su manos una victoria que se ha escapado. Si juntamos ambas obtenemos un cóctel molotov para los informadores: la noche electoral.

La noche electoral es un conjunto de todo; es la receta perfecta porque reúne durante unas horas a miles de espectadores frente a sus televisores, ordenadores o aparatos de radio. Buscan respuestas y quieren ver quién gana la batalla (en este caso, electoral). Si a eso le sumamos la importancia que tienen unas elecciones como las del Parlamento Andaluz, por ejemplo, obtendremos la noche perfecta.

No hablo de claveles ni de gaviotas, tampoco de círculos color morado o de naranjitos. Tampoco vengo a hablar del partido verdiblanco o color magenta o de aquel otro, verde y rojo. Retales de una semana post-electoral es lo que queda de las elecciones. Los resquicios, las cenizas de aquel primer domingo electoral de los muchos que nos quedan este año. Votantes ilusionados que dejaban de ser autómatas para volver a participar en sus primeras elecciones. Votantes y no votantes interesados en la noche electoral.

Pero sí hablo de generaciones perdidas y encontradas, de revoluciones. Hablo de nueva política, hablo de democracia. Las elecciones han dado en Andalucía un panorama gubernamental insólito:5 partidos, dos muy veteranos y otros dos neófitos que compartirán espacio y quién sabe si gobierno y un último que no salió bien parado de la pasada coalición con el PSOE. Susana Díaz, la dueña del cortijo, lo sigue siendo pero tal y como preveían las encuestas, la presidenta con 47 escaños de los 55 requeridos para conseguir la mayoría absoluta necesita de la colaboración de algunos de los partidos con presencia en el Parlamento. Teresa Rodríguez (Podemos) y Juan Marín (Ciudadanos) son nuevos pero están preparados. No quieren ni pueden decepcionar a los votantes andaluces que les han dado su confianza y, de momento, se niegan a hacer ningún tipo de pacto con la presidenta si tiene entre las filas de su partido a imputados en casos como los ERE: Manuel Chaves y José Antonio Griñán

Sin embargo pese a que ha pasado una semana sigue siendo demasiado pronto para hacer algunas cavilaciones y previsiones para el futuro. Por eso, llámenlo corazonada pero en la variedad está el gusto y la entrada en el panorama político andaluz de Ciudadanos y Podemos cuanto menos pondrá algunas trabas en el permanente gobierno socialista que parece incrustado en Andalucía como si de un parásito se tratara.

Es cierto, resulta imposible no hablar de resultados en un artículo de política, resulta imposible no hablar de partidos cuando aún quedan los retales de las primera noche electoral de este año.