Cuando piensas en museos de Madrid me atrevo a decir que te vienen a la cabeza tres: El Prado, El Reina Sofía, y el Thyssen. Seguramente a esos tres puedes sumar uno o dos, los que menos podrán añadir más. Hoy veremos uno de esos museos que no suelen venir a la cabeza a la primera: el arqueológico de Madrid. ¿Qué nos podemos encontrar?

La exposición permanente

La colección permanente del museo fue restaurada y ampliada aprovechando las obras del edificio, finalizadas en 2014. En ella podemos encontrar mosaicos, esculturas, frescos, monedas, etc. En casi diez mil metros cuadrados podemos encontrar piezas muy interesantes. Que siempre estarán allí en cada visita. No me detengo a señalar ninguna en particular en este apartado, porque me extendería bastante. La pieza de esta colección que merece ser nombrada tiene su propio lugar. Por cierto, el museo gracias a esta colección dispone de una de las mayores galerías del planeta.

La Dama de Elche

Una auténtica joya dentro de la colección del museo. Una escultura a caballo entre el siglo V y el VI a.C. Se encuentra en la sala 13, primera planta. Está guardada dentro de una urna de cristal blindado con un tapiz de tonos cobrizos de fondo. Acompañada por otros bustos ilustres y por la figura de bronce fundido de los toros de Cortix.

La Dama de Elche es el alma del museo. No hace falta formación específica en arte para apreciar su calidad. Sorprende la talla comparada con otras del mismo período. Y aunque es un busto “sencillo” es fácil ver porque destaca.

La reproducción de Altamira

El museo dispone de una réplica de las famosas galerías subterráneas y de sus pinturas rupestres. Bisontes, jabalíes, caballos, etc. Todo para que el visitante sienta que se encuentra allí mismo. Uno de los puntos del museo que es un crimen perderse. De nuevo no hace falta una formación específica en arte para apreciar la importancia de esas obras. Son pinturas sencillas pero un hito en la arqueología.

La colección renacentista

Sí, el museo no solo vive de obras de los primeros siglos del ser humano. Entre sus galería podemos ver cerámicas de Talavera, junto a porcelanas del parque (y “palacio”) del Buen Retiro y cristalería andaluza de los siglos XVI y XVII. Impresiona pasear tranquilamente y pasar del mundo Antiguo a una modernísima, en comparación, cristalera.

El museo cuenta también con una butaca del siglo XIV procedente del palacio de Palencia. Aunque se encuentra fuera de esta colección la incluyo porque es una pieza suelta curiosa, pero que por sí sola no llega para tener un puesto en esta lista. También tiene colecciones de imaginería en monasterios e Iglesias, un poco descafeinadas en comparación con las colecciones más antiguas.

Las colecciones griega y romana

No podían faltar. En ambas colecciones encontramos piezas curiosas como vasijas, mosaicos y exhibiciones de obras traídas desde Ibiza (isla bajo dominio fenicio, luego griego, luego cartaginés y luego romano, con mezclas en sus piezas bastante interesantes), y desde Paestum.

La colección también dispone de una serie de estatuas de mármol del emperador Tiberio. Personalmente es la que menos impresiona de todas las posibles colecciones. Por eso está la última en la lista.

Como decía, en casi diez mil metros cuadrados hay espacio para muchas piezas interesantes. El edificio está perfectamente aclimatado, es moderno, con wifi gratuita y poco visitado (en comparación). Un buen lugar en donde encaminar tus pasos en las tardes calurosas de verano. Si de verdad estás interesado en la arqueología el museo también dispone de una excelente biblioteca especializada.