Para aquellos que faltaron a las clases de historia, o que simplemente preferían observar el zumbar de una mosca revoloteando por el aula antes que atender a una monótona lección sobre el pasado del Estado español, Televisión Española nos ha deleitado esta temporada con dos nuevas series que se adentran en el pasado de nuestra sociedad, de la mano del creador de las mismas, productor y guionista Javier Olivares.
Pero mirar al pasado siempre tiene connotaciones políticas, y puede ser como mirarse en un espejo cuando se tratan ciertos temas de actualidad. Bien lo debía saber el Ayuntamiento de Barcelona cuando se negó a que el equipo de la serie Isabel rodara en emblemáticos lugares de la ciudad condal. Y es que aunque el género histórico no deja de ser pura recreación basada en la ficción y en el posible atractivo respecto a una potencial audiencia, también se erige como maestro de historia en muchos casos.
La apuesta de TVE por realizar series de carácter histórico es cada vez más patente, y funcionará mientras no se meta en episodios polémicos del pasado español, dada la situación del país
Pero acerquémonos a la apuesta de TVE de la pasada temporada. Por un lado encontramos Víctor Ros, serie basada en las novelas de Jerónimo Tritante y adaptadas por Javier Olivares. Ambientada en el Madrid de finales del siglo XIX, la serie se une a una corriente internacional nada desdeñable que bebe de una nueva concepción del prototipo de detective inteligente, observador hasta el neurotismo y con dotes para la pelea, cuyas raíces podemos encontrar en el renovado Sherlock Holmes interpretado por Robert Downie Junior. Con unas relaciones interpersonales que dejan ver una sociedad en la que la gente tenía mucha más capacidad de movilidad social de la que en verdad poseían, el inspector Ros irá desvelando misterio tras misterio afrontando todo tipo de peripecias. Sin embargo, a pesar de mantener una cuota de pantalla líder en su primer capítulo (14´5%) la miniserie no ha sido renovada y ha visto su final de forma muy prematura.
Por otro lado, El Ministerio del Tiempo, creada también por Olivares, se sale del marco de lo hasta ahora visto para proponer un guión original cuyo eje gira en torno a una institución cuya misión es que el pasado de la nación no se vea alterado por agentes externos. Curioso argumento, en un momento en que la propia concepción de la historia se ve trastocada por dos líneas de historiadores confrontadas, una defensora del más rancio españolismo y otra de una continuidad de la identidad catalana a lo largo de los siglos. Una defensora de la unidad de España, la otra de la independencia catalana. Y no hace falta tener ojos de lince para ver en qué posición se puede situar la serie, remitiéndose a una serie de eventos del pasado glorificados por la pluma de Galdós en sus episodios nacionales, tales como la guerra contra el francés, o a episodios trágicos para las crónicas patrias como el referido a la Armada Invencible.
Al césar lo que es del césar. La serie posee un argumento realmente original, una continuidad difícil de conseguir y una trama que, si bien no ha situado a la serie en líder de la cuota de pantalla, sí que la ha elevado tanto en la crítica como para renovar contrato y firmar una segunda temporada de 13 capítulos. Sólo queda una duda, ¿cómo representar el conjunto de identidades en España a través de una serie?