El Real Madrid de los últimos dos años supo encajar sus piezas. Ya fuera con Di María dividiéndose en esfuerzos en el centro del campo o con la mejor versión de Modric escoltado por Kroos. Jugó bien y alzó títulos pero en la pasada temporada la falta de jugadores importantes en momentos determinados, le privaron del fin del club blanco: ganar títulos. Rafa Benítez llegó con la idea de ser fiel a su estilo, pero siendo consciente de que este reto nada tenía que ver con los anteriores. Que tenga futbolistas con grandes cualidades para hacer contraataques no quiere decir que debas regalar el balón y el campo por decreto. Lo que debería ser una alternativa se está convirtiendo en un automatismo.
Desde que cogió el mando del banquillo Benítez solo ha tenido clara una cosa, la posición de Bale. Lo alejó de la banda para ubicarlo detrás del punta. Una zona del campo donde es necesaria una calidad técnica y de visión de juego que no se le aprecian al galés a simple vista. Bale siempre fue un jugador vertical con buen golpeo de balón. El entrenador del Real Madrid ve algo diferente en él que el resto de los mortales. Algunos pondrán en entre dicho esta valoración observando que en su selección Bale sí juega en esa posición. Obvio. En Gales si es el futbolista más dotado, no pasa lo mismo en el Real Madrid.
Esta nueva fotografía que se presenta con Bale jugando de 10 hace que el futbolista llamado a jugar en esa posición recele del técnico madrileño. James no las tiene todas consigo. Evidentemente que las lesiones no han dejado que tenga continuidad, pero cuando ha estado disponible a Benítez no le han brillado los ojos como sí le brillan al ver a Casemiro sobre el campo. La palabra más repetida por el entrenador del Real Madrid en estos meses ha sido “equilibrio”. Es lo que aspira conseguir para poder ganar. Casemiro promueve el equilibrio eterno, aunque para ello se tenga que prescindir de futbolistas como James o Isco. El mediocentro brasileño consigue tapar cualquier resquicio de espacio en el repliegue defensivo, esa es su mayor virtud. Su influencia en el juego ofensivo, sin embargo, es menor. No tiene la claridad para sacar el balón limpio que demostró Kroos al comienzo de la temporada pasada. Mientras Casemiro se limita a jugar el balón al compañero más cercano, el alemán es capaz de jugar por dentro rompiendo líneas de presión y más aún, en ocasiones recuerda al mejor Xabi Alonso haciendo cambios de orientación milimétricos.
Con Kroos teniendo menos contacto con el balón que la temporada anterior sus facultades se ven reducidas. Es cierto que su nivel no es el mejor y no extrañaría, visto los gustos de Benítez que cuando estén todos disponibles sea Kroos el que comience los partidos desde el banco.
El entrenador del Real Madrid se agarra a los números para convencer. En algo tan subjetivo como, ¿qué es jugar bien al fútbol? Todos pueden poner peros. El comienzo de temporada fue placido para los blancos. Equipos con menos entidad deportiva y económica iban desfilando alternando momentos mejores y peores de juego. El problema comienza cuando equipos más equiparados como PSG, Atlético de Madrid o Sevilla hacen ver a un Real Madrid más conservador y perdiendo la batalla del balón. Superado. El ejemplo más claro de ello es Cristiano Ronaldo. En los últimos tiempos no termina de encontrar el balón sin su socio Benzema que le alimente de asistencias. Entre tanta búsqueda de espacios y pases se envuelve en un cambio de rol que no parece gustarle nada al portugués. Aunque Cristiano siempre tendrá la libertad para jugar por cualquier zona del frente de ataque desde la lesión de Benzema, y ya antes, Ronaldo parte desde la posición de delantero centro. Con sus cualidades futbolísticas podría ser incluso uno de los mejores laterales derechos si se lo propusiera, pero eso no tapa que donde más provecho se le puede sacar es llegando al área y no estando.
El único jugador que no solo está cumpliendo las expectativas si no que además las está superando es Keylor Navas. Ese portero al que Florentino y Benítez mandaron al aeropuerto previo apretón de manos y que recogieron echándole el brazo por encima del hombro como si aquí nada hubiese pasado. El Real Madrid no tiene un estilo de juego definido y ahí radica su gran problema. Pero no es que no lo tenga ahora, quizás nunca lo tuvo. Sus últimos entrenadores descubren el golpe de timón que pega Florentino Pérez a cada paso que da. De Pellegrini a Mourinho, de Ancelotti a Benítez. Un constante cambio que no da lugar a ser consecuente y crecer. Solo la búsqueda inmediata de los títulos. Otra forma de crecer. Si se consiguen.
Rafa Benítez tiene la ardua tarea de que todas las piezas encajen, y lo hagan como el quiere. Solo los más optimistas esperan que eso suceda. Bueno y los incrédulos. No creo a día de hoy que el Real Madrid sea capaz de dominar un partido de principio a fin llevando el peso del juego. El ejemplo más inmediato lo tendremos en unos días en el enfrentamiento ante el Barcelona. Echar el equipo atrás ante el máximo rival y en tu propio campo es un sacrilegio, pero especular con el resultado puede ser su válvula de escape, porque no olvidemos que una victoria ante el actual campeón de todo reforzaría a Benítez. Se produzca como se produzca.
Entre tanto embrollo sobre la nueva posición de Bale, la preferencia por Casemiro en lugar de James en el centro del campo y la poca sintonía con su estrella Cristiano Ronaldo el entrenador del Real Madrid tiene que ser consciente que no le valen unas frías estadísticas para sacar pecho. Los entendidos en fútbol no entendieron el despido de Ancelotti. Los desentendidos tampoco. Rafa Benítez también está uniendo criterios, los que piensan que el club blanco es un desafío demasiado grande para un entrenador con títulos y poco juego.