Cuando los medios de comunicación y las organizaciones de derechos humanos hablan sobre la situación en Venezuela, casi nunca es para dar buenas noticias. El 22 de octubre, Human Rights World advirtió sobre la posible reelección de Venezuela como miembro del Consejo de Derechos Humanos. Una reelección que no sería bien vista al haberse abstenido de medidas de precaución contra los graves abusos humanitarios que se sufren países del Tercer Mundo. Según un comunicado de la organización, volver a tenerle como miembro enviaría el peligroso mensaje de que la comunidad internacional es indiferente a las violaciones de derechos humanos.
Tampoco son optimistas los informes de asociaciones de derechos humanos internacionales que tienen a Venezuela en el punto de mira. Al finalizar 2014, el Observatorio Venezolano de Violencia (OVV) publicó un duro y exhaustivo informe estadístico sobre la violencia en Venezuela. Estiman que 82 de cada 100.000 personas murieron en este país, lo que sitúa a este estado como el segundo con la mayor tasa de homicidios de todo el mundo, solo superada por Honduras con una tasa de 104 homicidios. Ello se traduce en casi 25.000 muertes en Venezuela, más de 2.000 por mes.
Por desgracia, esta estimación puede no ser exacta, según medios internacionales, y representar una cifra menor que la real. Otro de los inconvenientes es la censura y manipulación de los datos sobre la violencia que realiza el ejecutivo venezolano. Un ejemplo conocido de dicha manipulación es no incluir en las estadísticas los asesinatos a manos de fuerzas policiales, con lo cual la cifra que ofrece el gobierno acaba siendo más baja con respecto a la de la OVV.
La ONG Provea ya denunció este tipo de prácticas por parte del gobierno de Maduro en 2012, y que a día de hoy siguen dificultando parte del trabajo de las asociaciones venezolanas de derechos humanos. Un informe de la firma Gallup sobre los índices de seguridad en 2013, dan prueba de que Venezuela es el país menos seguro del planeta, junto con otros ocho países latinoamericanos, y por delante de países en guerra como Siria o Irak. En las antípodas de este informe, Panamá, Chile y Ecuador son algunos de los países que han mejorado notablemente en materia de seguridad.
El informe de Gallup no hace más que reforzar una triste realidad: la extrema violencia policial que se comete en este país. El porcentaje de ciudadanos que confían en la policía está por debajo del 25 por ciento; no confían mucho en la actuación policial a la hora de solicitar ayuda o atrapar criminales. Los venezolanos llegan a tener miedo de la propia policía. La mayoría de asesinatos cometidos por policías quedan impunes, casi nunca cumplen con la ley y acaban mezclando su trabajo con la corrupción.
Los gobiernos de Chávez y Maduro han lanzado numerosas medidas de seguridad para el control de armas y el aumento de efectivos policiales, conocido como Plan Patria Segura, en la que pretenden demostrar la eficacia policial contra los narcotraficantes y el crimen organizado. Desgraciadamente, la situación ha empeorado con el aumento de bandas criminales armadas y la ampliación de la red de los carteles de la droga en esa región de Sudamérica. Recordemos que Venezuela es uno de los países con más armas de fuego de todo el mundo.
Según un artículo de Infobae sobre un estudio del Instituto de Estudios Estratégicos, las causas de la escalada de violencia que se vienen dando desde la llegada al poder de Hugo Chávez, se encuentran el alto grado de corrupción política en el ejecutivo venezolano. El poder judicial ha pasado a depender totalmente de la actuación de los mandatarios bolivarianos.
Una prueba evidente de que la Justicia está al servicio del gobierno es la encarcelación del líder de la oposición Leopoldo López y tres estudiantes tras incurrir supuestamente en actos violentos durante una protesta en 2014. Según Human Rights World, no encontraron ninguna prueba en el expediente del caso que justificara los cargos de los que se acusaban a López y los estudiantes.
Precisamente en las manifestaciones se encuentra otra de las causas, y es la violenta represión que llevan a cabo las fuerzas de seguridad para repelerlas, aun incluso siendo manifestaciones pacíficas. Por no hablar de lo ya mencionado sobre la corrupción policial. A ello hay que sumarle la grave situación del sistema penitenciario, uno de los peores de Sudamérica. Pero no podemos olvidar que entre las causas que mueven a la violencia entre los venezolanos se encuentra el tráfico de drogas.
Por la República pasan importantes rutas de narcotráfico, controladas por los carteles colombianos y mexicanos, y con los que suelen trabajar las bandas venezolanas. Toda la mercancía que pasa por este país suele tener como destino Europa o Estados Unidos. En los últimos años, la DEA y otras agencias americanas han demostrado que varios mandatarios políticos tenían conexiones importantes con el tráfico de drogas. Como apunta el informe del SSI, se encontrarían cargos como Diosdado Cabello, presidente de la Asamblea Nacional.
El mismo informe señala que de no aplicarse soluciones al problema de la violencia, Venezuela acabará teniendo un ‘final caótico’. A día de hoy, a pesar de la presión de la comunidad internacional, los venezolanos no parecen tener mucha esperanza en que las cosas vayan a mejorar en un futuro.