Puedes leer la tercera parte aquí.
Nueva ofensiva aliada
El día 18 de marzo para aniquilar a los defensores alemanes del pueblo, se preparó una nueva ofensiva con un bombardeo previo de 500 aviones que lanzaron sobre el pequeño pueblo, el casco urbano y las inmediaciones más de 1.200 toneladas de bombas. Por si esto fuera poco, la artillería disparó unas 3.000 toneladas de proyectiles. El suelo tembló en 10km a la redonda, como si se tratase de un terremoto. Para los aliados, estaba claro que no podía haber supervivientes. No quedo ni un solo edificio en pie, y los cráteres se superponían unos a otros en un espectáculo dantesco, semejante al paisaje lunar. En Cassino los defensores soportaron horas de bombardeo escondidos en sótanos y cloacas. Algunos quedaron enterrados en vida y desde luego, muchos otros murieron. El ataque que siguió al bombardeo los llevaron a cabo 4.200 soldados neozelandeses encuadrados en 6 batallones, que incrédulos ante lo que veían sus ojos, comprobaron como los paracaidistas volvían a ocupar sus posiciones abriendo fuego con fusiles, ametralladoras y morteros contra ellos. Y finalmente los neocelandeses, como antes habían hecho los norteamericanos, británicos, franceses y las tropas coloniales de la India tuvieron que retirarse y abandonar el pueblo con grandes perdidas, unas (1.400 bajas aprox)
Durante nueve días y nueve noches, los paracaidistas diezmaron a los seis batallones neozelandeses, uno tras otro cada vez que pretendieron tomar la posición. El día 23 de marzo, más de un mes después del inicio del asalto, el General Alexander ordeno abortar la ofensiva. Los Gurkhas y los indios aislados consiguieron retirarse de las colinas con grandes perdidas, dejando detrás de si, un gran rastro de cadáveres en el camino. En esta ofensiva la artillería aliada empleo 600.000 proyectiles, para no conseguir absolutamente nada. Sólo entre la colina del castillo y la estación de Cassino, se contabilizaron más de 2.000 muertos de soldados aliados, caídos por el fuego de la artillería anglo-norteamericana. El General Alexander reconoció la talla de los paracaidistas alemanes con las siguientes palabras:
“Es extraordinaria la tenacidad de estos paracaidistas alemanes. Estuvieron sometidos a toda la fuerza aérea del Meditereráneo, bajo la mayor concentración de potencia de fuego que se ha visto jamás. Dudo que haya otras tropas en el mundo que hubiesen podido levantarse y seguir luchando con aquella ferocidad. Les debemos nuestro respeto y admiración, ya que supieron luchar y morir como héroes”
El 25 de marzo los aliados reconocieron su derrota, pero no se retiraron a pesar de sus catastróficas 54.000 bajas. Mientras tanto en el norte se había efectuado el proyectado desembarco en Anzio y Nettuno, pero las fuerzas aliadas no conseguían progresar, el camino hacia Roma seguía firmemente cerrado y además los alemanes no se habían visto obligados a desviar nuevas unidades ya que la defensa de Montecassino se estaba llevando a cabo sin tener que recurrir al empleo de refuerzos.
Los norteamericanos y británicos que desembarcaron en Anzio y Nettuno a las órdenes del general Lucas, se acabaría convirtiendo en un auténtico desastre, el general norteamericano peco de demasiada cautela y se negó a avanzar, hasta que no tuviera suficientes refuerzos para completar su cabeza de playa. El Mariscal Kesserling dijo de: “Que era el campo de concentración más económico de Europa, porque se sustentaba por el solo. Churchill dijo del general Lucas: “Enviamos a un gato furioso a las montañas albinas y nos encontramos una ballena varada en la playa”.
Durante marzo y abril de 1944 todos los esfuerzos aliados concluyeron en derrota. Finalmente el 11 de mayo el XV Grupo de Ejércitos llegó a la conclusión de que la antigua abadía no podría ser conquistada mediante un ataque directo sino sólo recurriendo a una maniobra envolvente. Se preparaba un cuarto y definitivo ataque sobre Montecassino, quizá el más mortífero de todos.
El último ataque
Este último ataque fue llevado a cabo por el II Cuerpo Polaco y la 4ª División India en un inicio, siguiéndole las unidades del VIII Ejército Británico. El primer asalto se produjo entre el 11 al 12 de mayo y la artillería alemana, que parecía invencible volvió a castigar a los aliados rechazando su ataque. Sólo el empuje británico consiguió atravesar las líneas alemanas y se alcanzó el valle del Liri. El 17 de mayo se reanudo la ofensiva con resultados similares pues los alemanes continuaron causando bajas desde las alturas machacando a los polacos. Las tropas marroquíes tuvieron más suerte y lograron empujar a los paracaidistas germanos hacia fuera de las colinas. Aquel mismo día 17 de mayo, Kesserling finalmente ordenó a sus tropas que se retiraran definitivamente, los cuales fueron evacuados. El día 18 de mayo los polacos conquistaban la abandonada abadía en medio del júbilo, un logro que ni indios, británicos, franceses, norteamericanos o neocelandeses habían logrado. Sólo se encontraron muertos por doquier, heridos y algunos médicos.
Los alemanes perdieron 20.000 de los 120.000 soldados que defendían la Lína Gustav, los aliados sufrieron 54.000 bajas de los 250.000 combatientes que tomaron parte en los combates por sobrepasar la Línea de defensa alemana. De hecho la ofensiva sobre Cassino sólo hubiera tenido sentido de haberse continuado el avance aliado hacia los Balcanes para evitar que la zona cayera bajo el dominio soviético. Pero a pesar de la insistencia de Churchill, el mando aliado hizo todo lo contrario. Durante la primavera de 1944, incluso de alejaron fuerzas de Italia para, siguiendo ordenes de Stalin, ser destinadas a Francia.
También podríamos decir que “los aliados ganaron los laureles de Cassino y Roma sólo para rendírselos en homenaje a Stalin” Al fin y al cabo, la utilidad de la batalla de Montecassino resultó cuando menos discutible. El 23 de mayo, el VI Cuerpo de Ejército de EEUU pudo por fin romper el cerco en la cabeza de playa de Anzio y avanzar hacia el interior, amenazando con embolsar a las fuerzas alemanas que se retiraban desde la Línea Gustav. Estas consiguieron huir sin problemas, pero para conseguirlo, dejaron expedito el camino hacia Roma, que fue liberada el 4 de junio. Los Aliados retiraron del frente italiano cinco divisiones (las francesas) para que tomaran parte en los desembarcos en Provenza (15 de agosto de 1944-Operación Dragón); mientras tanto los alemanes se habían replegado a su siguiente barrera defensiva italiana, la Línea Gótica, trazada a través de los Apeninos Septentrionales, al norte de Florencia. Finalmente, 2 días más tarde, el 6 de junio, los aliados desembarcarían en Normandía, era el principio del fin para el III Reich.