Dicen que la mejor forma de ayudar a los más desfavorecidos no es darles dinero o pago en especie, sino crear las condiciones necesarias y suficientes para que tanto ellos como cualquier otro ciudadano pueda tener la autonomía personal para ganarse la vida, sin depender de la caridad de nadie.
Esta idea, si no me equivoco, ya quedó reflejada en un antiguo proverbio chino, que lo expresaba más o menos así: “Es mejor enseñar a pescar que dar pescado”, una idea que se ha repetido hasta la saciedad por distintos líderes políticos en diferentes épocas. Sin embargo, pese a su éxito en el ideario político y popular, en la práctica no ha tenido tan feliz desenvolvimiento.
El conservadurismo y el liberalismo siempre han defendido que las susodichas condiciones para que todos tengan la autonomía personal pasan, básicamente, porque el Estado pueda facilitar y fomentar la libre empresarialidad, sin entrometerse demasiado en la vida de los ciudadanos.
La socialdemocracia y los distintos socialismos que pululan por los diferentes países defienden que tales condiciones deben ser proveídas y controladas por el Estado, de modo que se entrometen y mucho en la vida de los ciudadanos.
En la práctica política y económica, estos dos modelos suelen mezclarse, no cumpliendo ni unos ni otros con las expectativas generadas; ya que a pesar de formar un tándem que corporativiza el poder desde hace mucho tiempo en la gran mayoría de los Estados, aunque tomando distintos nombres en cada uno de ellos, nunca, repito nunca, han sido capaces de eliminar tan siquiera la pobreza en sus propias naciones.
Tanto los unos como los otros, en sus propios modelos de referencia, prometen las máximas bondades y se justifican a sí mismos por las imperfecciones del otro; pero lo único cierto es que los ciudadanos nunca ven cumplidas las posibilidades ni las oportunidades que tanto pregonan, y ni por asomo, han consiguido erradicar esa lacra, llamada pobreza, cuando no miseria, que pesa como una losa sobre la ciudadanía amenazando siempre su existencia material.
No cabe duda que, algo siempre pendiente de resolver y acordar será el modelo de Estado para que tal y como esté organizado pueda evitar en lo posible los abusos del poder. Pero me he llegado a convencer que, dada la permanente bicefalia ideológica que reina tanto en la sociedad como en las élites gobernantes, lo mejor no es tratar de cambiarles o inventar modelos, puestos que ya los hay para todos los gustos, sino centrarse en medidas concretas que den por sí mismas la posibilidad de erradicar de un plumazo la pobreza y la miseria. Esa medida existe.
La medida legal que permite que esto sea una realidad es la Renta Básica Universal (RBU). Se dice, y creo firmemente que es verdad, que la libertad no es posible sino tienes las condiciones materiales necesarias que te permitan tomar las decisiones óptimas en tu vida. Por tanto, la RBU, al cubrir con suficiencia dichas condiciones, permitirá que las personas puedan, realmente, tomar decisiones en su vida que les lleve a formarse, cooperar, trabajar e involucrarse en todo tipo de actividades y desarrollar estilos de vida diferentes que los netamente dirigidos por la economía política. Una consecuencia, por ejemplo, es que la gente podrá sentirse libre para habitar de nuevo los pueblos que han quedado practicamente abandonados debido a la concentración de oportunidades económicas solamente en las grandes ciudades. Y estos asentamientos podrán crear nuevas comunidades y pueblos. Realmente, las posibilidades de estilos de vida se vuelve más diversa y enriquecedora, aparte de fomentar una economía horizontal que influiría en el conjunto social y económico y, cómo no, también político.
Creo que efectiva la RBU permitirá una libertad real y material de los ciudadanos, fomentará una economía distinta y sostenible, creará oportunidades nuevas de intercambio en comunidades, en suma, creara una verdadera sociedad civil no martirizada ni adoctrinada por los vaivenes y el dirigismo político y económico de la sociedad actual. Sé que no es la panacea para un mundo feliz, pero también sé que sentará las bases materiales para conseguirlo.