No hay cambio sin riesgo. Ni se arriesga sin valor. Y ha faltado valor. El espejismo de la recuperación ha calado en muchas almas. No por ello deja de ser un espejismo.
La idea ha sido: “prefiero vivir en el infierno a creer que puedo alcanzar el cielo”. Con esta filosofía el cielo nunca se alcanza.
La desafección a la alianza de Podemos e Izquierda Unida, probablemente también haya sido determinante. Una parte de la izquierda, mucho más idealista y más ideológica, se ha sentido huérfana, de repente, y no ha votado. Esa izquierda no se rige por la utilidad o no del voto, sino por principios, a veces, dogmáticos, incluso inmovilistas. Pero principios, al fin y al cabo.
Podemos se ha emborrachado de ilusión, ha intentado transmitir su mensaje, pero no ha llegado, o no ha calado con la fuerza necesaria. No ha sido una derrota, tampoco, puesto que se ha mantenido, a pesar de todo, por mucho que los medios y los rivales políticos traten de tildarlo de fracaso. Se equivocan, porque Podemos empieza ahora.
El gran fracasado, que nadie se equivoque, es el PSOE, que sigue desangrándose por la misma herida. Ya no se sostiene ni en Andalucía. Cataluña la perdió hace tiempo. Y tampoco es la clave del próximo gobierno, como muchos han dicho. La clave es Ciudadanos, de nuevo. Porque si Ciudadanos, al final, apoya al PP, Rajoy formará nuevo Gobierno, tiene la pista libre para pactar con otros socios que le darán el voto, aunque lo hagan con la nariz tapada. Los números ahora sí que no suman para permitir un gobierno de otro color. El PSOE castigó con dureza la actitud de la formación morada, culpándola de ello, sin embargo sus votantes no lo han valorado de la misma manera, más bien al contrario, porque 5 escaños se les han escurrido de las manos. Yo ya lo había intuido en mi entrada “Repetición de elecciones: una nueva oportunidad”, que se iba a producir otro Tamayazo. El PSOE siempre escoge los peores socios y las peores posiciones para negociar. Es triste, porque, cada vez más, muchos socialistas de corazón, se van sintiendo abandonados, a la par que contemplan su partido como un campo de batalla, en el que, lo único que parece importar es el ego de unos pocos para ocupar el sillón del trono (ver mi entrada: “primus vivere deinde philosophare”.
Ciudadanos, pese al descalabro, vuelve a ser determinante, aunque si le da la llave a Rajoy, se pegará un tiro en un pie. De modo que dependerá fundamentalmente de las ambiciones personales de Rivera, que ya se ha visto que funciona con el mismo mecanismo bioquímico que la piel de un camaleón.
El PP pese a su victoria, no debería estar excesivamente satisfecho. Va a ser complicado conseguir un pacto de investidura, y aún más gobernar. El Brexit de Inglaterra la ha ayudado: un socio inesperado y absolutamente lamentable que los ciudadanos de este país mantengan el apoyo a un partido inmerso en la corrupción sistémica.
Podemos, guste o no, es el futuro político de este país. El resultado obtenido no es desdeñable, y si mantiene sus tesis, su identidad y su contrato con la ciudadanía, alcanzará el poder y se producirá el cambio que esta sociedad necesita. Es sólo cuestión de tiempo.
Los que creemos en ello, tenemos que esperar, pero no pasivamente, sino como hemos viniendo haciendo hasta ahora, procurando que nuestra voz se oiga. Aunque ya no sólo tenemos la calle.