“Esas personas de las que usted me habla”, señor Rajoy, es la frase que usted utiliza, para no tener que pronunciar el interminable rosario de nombres de colegas de su partido, que se encuentran imputados, o investigados, si más le gusta, por delitos de corrupción.
Es una frase absurda que, debe usted creer, que le exime de responsabilidad, o le proporciona una distancia suficiente para que no se le relacione con ellas. Pero, es absurda también, porque aunque pronunciara usted los nombres de Bárcenas, Granados, González, Rato y todos los demás, no iban a tener consecuencias, ni para usted, ni para su partido. Ya lo hemos constatado. Su electorado le es fiel y le importa una higa que le roben descarada y continuadamente. Es lo que tiene la derecha, que les asusta tanto la izquierda, que permiten que se les atropelle ante el simple temor del monstruo que ustedes han inventado de ella. Sin embargo, la izquierda es tan crítica que no tolera ni el robo, ni la desvergüenza, ni la mentira. Por eso la izquierda sufre el castigo electoral que la derecha no.
“Esas personas de las que usted me habla”, señor Rajoy, se mueven y han movido muy próximas a su entorno, pero de repente sufre usted de una rara amnesia, y no recuerda nada, o nada le consta. No obstante conoce usted todos los problemas y la grave situación de un país como Venezuela, situado a seis mil kilómetros del nuestro. Curioso, ¿no? Puestos a citar países, Siria está más cerca, y no se ha pronunciado nunca sobre los bombardeos constantes a los que se ha estado sometiendo a esa nación, ni sobre los millares de refugiados que se hacinan en las fronteras griegas y turcas.
Con el dinero que han sustraído “esas personas de las que usted me habla” se podría haber suministrado Sovaldi a muchos enfermos de hepatitis C
Con lo que han trincado “esas personas de las que usted me habla”, señor Rajoy, se podrían haber facilitado becas a estudiantes que las necesitaban
Con lo que han choriceado “esas personas de las que usted me habla”, se podrían haber contratado más maestros, médicos, bomberos, agentes forestales, etc.
Con lo que han robado “esas personas de las que usted me habla”, se podría haber evitado la desnutrición de muchos niños en el umbral de la pobreza, señor presidente.
Con lo que se han apropiado “esas personas de las que usted me habla”, se podría haber acogido a muchos refugiados.
Con lo que se han quedado “esas personas de las que usted me habla”, se podrían haber mejorado las infraestructuras y creado industrias.
Con lo que se han apoderado “esas personas de las que usted me habla”, se podría haber generado más empleo público.
Con lo que nos han quitado “esas personas de las que usted me habla”, se podría haber pagado gran parte de la deuda, o, incluso, no haber generado tanta deuda.
Ahora, Don Mariano, estamos todos a la expectativa de lo que determinen los jueces, que, sea lo que fuere, no va a pasar porque “esas personas de las que usted me habla” devuelvan lo mangado, que a buen recaudo estará, seguramente en Suiza, Panamá, Las Bahamas, Luxemburgo, o cualquiera de las tantas off shore repartidas por el globo.
Y después, muy probablemente, cuando vuelva usted a ejercer el cargo de jefe de gobierno, les llegue el indulto.