En términos comparativos con el resto de la Unión Europea nos situamos dentro de los primeros puestos en el escalafón en cuanto a contribuciones sociales pagadas por el emprendedor. No se debe obviar los costes elevados de constitución, así como el aparatoso proceso burocrático que es necesario tramitar hasta constituir la sociedad. A continuación contrastaremos estas tres vertientes con respecto a la zona euro:
1. Costes de constitución
En cuanto a los distintos modelos y sus respectivos desembolsos que inicialmente se deben depositar, los españoles deben endeudarse poniéndose así la soga al cuello y a merced de los bancos.
Para constituir una Sociedad limitada en España se necesitan 3.005,06 euros, en cambio, para formar el mismo modelo en Francia únicamente hace falta un euro y en Reino Unido no se deposita nada. Alemania lidera la lista de las más costosas, donde concebir una S.L cuesta 25.000 euros.
En el caso que se quiera poner en marcha una Sociedad Anónima, los españoles deben de desembolsar 60.101,21 euros frente a los 37.000 euros de una francesa. Para la S.A, Alemania también supera con creces a los otros países llegando a los 70.000 euros.
2. Tiempo de constitución
España claramente juega con desventaja en comparación con la zona euro pues se necesitaría de la existencia de un registro único para las diecisiete comunidades en el caso que se quieran agilizar este tipo de trámites. Dicen que las comparaciones son odiosas, pero me parece que esperar veintitrés días con sus respectivos diez trámites es más odioso aún. Es un hándicap para los españoles esperar casi un mes para constituir la sociedad perdiendo así tanto su dinero como su tiempo.
3. Impuesto de sociedades
Antes de la reforma fiscal de este año, las empresas estaban sometidas un tipo impositivo del 30 %, pero gracias a que al final del año se celebrarán las elecciones generales, el gobierno ha decidido bajar el gravamen hasta un 19,5%, situándonos así por debajo de la media Europea. No todo iba a ser todo desventajas, se han bajado las tasas de contribución de las empresas este año a cambio de aguantar el bombardeo masivo de campaña política.
Teniendo en cuenta lo expuesto anteriormente y, que además, las pymes poseen una menor capacidad de adaptarse al entorno puesto que su margen es menor al no disponer de suficientes medios. En cambio, las empresas consolidadas gozan de más margen y, este factor, en periodos de incertidumbre es fundamental para ajustarse.
Con tantas dificultades ¿Cómo es posible que el 99,6% de las empresas en España sean pymes? De los cuales la mitad son microempresas sin empleados, es decir, los autónomos, que en vez de tributar por el Impuesto de Sociedades (I.S) cotizan por el Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas.
Lo extraño es que los españoles aún quieran emprender en estas circunstancias; es esencial que se reduzca tanto los costes como los trámites necesarios para los empresarios que inicien este camino y, así, aflojar la soga, pues repercutirá de forma directa en la creación de empleo en España.
Mientras las pymes asumen gastos desmesurados en cuanto a la forma de contribución, las empresas consolidadas en 2014 pagaron un I.S equivalente al 7,3% de sus beneficios que, según la Agencia Tributaria, es el doble con respecto al periodo de 2011, pero insuficiente. Esto es posible gracias a las deducciones y los beneficios fiscales que permiten reducir su contribución anual.
Todo lo expuesto en párrafos anteriores está relacionado con el éxodo que se plantean los emprendedores a otros países de la Unión Europa creándose así la fuga de soñadores talentosos cuya circunstancias en España les dificulta caminar hacia el éxito.