[translations idioma=”EN” url=”https://archives.rgnn.org/2014/01/29/chances-of-eurozone-reform”]
EUROPA. La crisis de la eurozona, que comenzó pocos años después del estallido de la crisis financiera y económica global originada a partir del debacle del mercado inmobiliario estadounidense, ha demostrado debilidades en la prevención de crisis económicas y financieras, tanto en el marco regional como global.
Mi preocupación sobre la vigilancia de las instituciones internacionales en la eurozona, quedó expuesta en un pequeño artículo que escribí en enero de 2007 en respuesta a un discurso que Mervyn King -gobernador del Banco de Inglaterra en Australia- dió el mes anterior. En su discurso, King discutió que el Fondo Monetario Internacional (FMI) debería llevar a cabo la vigilancia de las políticas macroeconómicas y que la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) debería centrarse en la vigilancia de las políticas estructurales.
En mi artículo, sostuve que se requería el máximo cuidado en la justificación de las actividades de vigilancia del FMI y la OCDE para no provocar un debilitamiento en la vigilancia de las interacciones entre las políticas macroeconómicas y estructurales. Para aclarar, señalé que varios países permanecían con grandes aumentos en los costes laborales en varios países incluso después de que se hubieran unido a la eurozona. Comprobé que esos países habían perdido su competitividad internacional y empeorado sus balanzas por cuenta corriente, y que la divergencia de sus costes laborales unitarios, protagonizados por descensos continuados de tales costes en Alemania, apuntaban a la emergencia de una amenaza subyacente para la viabilidad del sistema del euro con unas consecuencias adversas para la estabilidad de la macroeconomía global.
Dentro de la eurozona, los miembros que compiten con Alemania ya no pueden utilizar por más tiempo el ajuste de los tipos de cambio para reducir las relativas desventajas de coste frente a Alemania y para corregir sus déficits por cuenta corriente y su deuda externa. La acelerada reforma laboral y del mercado para reforzar la competitividad es la única forma de prevenir una acumulación de tensiones macroeconómicas en la eurozona, que pudieran ejercer efectos poco deseados en las economías de los Estados Unidos, Japón y el resto del mundo.
En tal situación, en mi opinión, la vigilancia de las políticas macroeconómicas debería ir de la mano con la vigilancia de las políticas estructurales, con el fin de prevenir una anomalía cuya razón de fondo es el mal funcionamiento de las políticas estructurales, junto con la rigidez de las políticas macroeconómica de la eurozona.
Por ello defendí que la OCDE no debería suspender su análisis y previsión macroeconómica, tareas esenciales a la hora de examinar la interrelación entre las fuerzas macroeconómicas y estructurales, así como para la formulación de recomendaciones y planificaciones coherentes a medio plazo.
El economista francés Jean Pisani-Ferry junto con otros, señaló que “el fallo del FMI fue intentar abarcar todas las implicaciones de ser una unión monetaria a nivel nacional y a nivel europeo y sus debilidades no fueron lo suficientemente criticadas”.
Por otro lado, la OCDE alertó en una fase temprana de ciertos problemas básicos emergentes en varios de los países miembros de la eurozona, Por ejemplo, en diciembre del año 2000, se discutió con especial interés el desgaste de la posición competitiva de Italia.
Tales advertencias fueron ignoradas por los legisladores nacionales. De hecho, la corrección de los desequilibrios en la eurozona se puso en marcha, principalmente, bajo la presión de los mercados financieros que forzaron a los países deficitarios a adoptar consolidaciones fiscales y, a través de un alivio en la deuda del sector privado de estos países, apuntando la importancia de la disciplina del mercado financiero, que por desgracia comenzó a jugar su papel demasiado tarde y de un modo demasiado brusca.
¿Cómo podemos asegurar la sostenibilidad de la eurozona? Este asunto se debatió extensamente en una conferencia que organicé en París el día 23 de septiembre de 2013.
Basándome en la opinión de que la crisis de la eurozona es básicamente una crisis en la balanza de pagos debido a la combinación de los desequilibrios fiscales y de los desequilibrios entre el nivel de ahorro e inversión del sector privado de los países miembros, he argumentado que las acciones necesarias para lidiar con la crisis de la eurozona deberían dirigirse hacia la consolidación fiscal en países externos endeudados o deficitarios.
En comparación con hace varios años -cuando, en diferentes conferencias internacionales en Europa señalé la necesidad de un reforma del mercado laboral así como de otras reformas estructurales en los países deudores de la eurozona- la importancia de dicha reforma está cada vez más reconocida en las agendas de política económica. Una cuestión aún mayor es cómo asegurar y reforzar las motivaciones para reformas estructurales que, por lo general, son impopulares en los países endeudados, dadas las restricciones políticas en las sociedades democráticas.
Además, hay cuestiones como la contribución de los países con superávit o acreedores -Alemania en particular-, y su papel en el ajuste de los desequilibrios externos entre los países de la eurozona.
Mi opinión es que no sería deseable una expansión fiscal en Alemania con el fin de contrarrestar los efectos deflacionarios de la consolidación fiscal en los países deudores, ya que el envejecimiento de la población del país presionará en materia fiscal en las décadas venideras. Aún así, Alemania debería acelerar una reforma estructural que estimule las importaciones, particularmente a través de la liberalización de servicios y la regularización del mercado doméstico.
Dicho esto, el mecanismo de presión del mercado financiero que funciona en países deudores no funcionaría en países acreedores de un modo simétrico.
A la luz de esta consideración y dados los límites de la vigilancia de las instituciones globales tales como el FMI y la OCDE, así como los efectos de una presión mutua en el marco europeo, ¿cómo puede la comunidad internacional en conjunto influir de manera efectiva en la formulación de políticas en los países deudores y acreedores? ¿Y cuál debería ser el papel de los procesos G8/G20/G7 por el liderazgo político global?
En mi opinión, no deberíamos tener expectativas poco realistas sobre lo que los líderes pueden hacer, puesto que se enfrentan a una responsabilidad democrática hacia su electorado. Por lo tanto, las políticas de comunicación de los líderes políticos, de los gobiernos y de las instituciones internacionales son importantes para convencer al electorado de los peligros a largo plazo de las políticas económicas miopes y populistas, y para informarles sobre los beneficios futuros de los ajustes macroecómicos y de las políticas estructurales.
ROOSTERGNN publica en exclusiva la traducción al español de “Oportunidades de reforma en la Eurozona”, en colaboración con su autor Kumiharu Shigehara. La versión original de este artículo se publicó el 24 de Octubre de 2013 en el Japan Times.