MADRID, ESPAÑA. No hay dos sin tres. Tras las derrotas consecutivas de las candidaturas de Madrid 2012 y Madrid 2016 (a favor de Londres y Río de Janeiro, respectivamente), la capital no se rinde y vuelve a manifestar su deseo de coronarse sede olímpica en 2020. Es por ello, que los miembros de la Comisión de Evaluación del Comité Olímpico Internacional, más conocidos como el COI, evalúan estos días las áreas deportivas madrileñas para saber si, por fin, Madrid está a la altura. El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, manifestó en su presentación de bienvenida al comité que Madrid “está preparada para organizar los Juegos Olímpicos por contar con el 80% de las instalaciones deportivas ya construidas”. Quizá, la confianza y convicción de Rajoy resida en la ley no escrita de rotación de continentes (es decir, la celebración de unos juegos en continente europeo y el siguiente en uno distinto) o puede que los rivales a batir en esta ocasión, Tokio y Estambul, no sean tan, a priori, fuertes como en ocasiones anteriores lo fueran la Chicago de Obama o París.

Madrid es una ciudad europea a la altura. Tiene muchas bazas a su favor, entre ellas, la buena infraestructura de transporte público (más de diez líneas de metro, trenes y autobuses que conectan prácticamente el cien por cien de la ciudad), un aeropuerto sólido y con buena comunicación para vuelos internacionales sin olvidar la variada y valorada dieta mediterránea y el buen clima durante las estaciones de primavera y verano. Además, la capital española se caracteriza por ser una ciudad cosmopolita, alegre y abierta por lo que la integración y convivencia con gente de otras culturas sería muy sencilla.

Por su parte, sería una apuesta segura para un lavado de imagen de la marca España en el extranjero. Huir de los tópicos explotados comercialmente que no responden plenamente a la sociedad española y, concretamente, a la madrileña. España no es toros, flamenco y alcohol barato. España es superación, dedicación y constancia, como así avalan los logros en el mundo del deporte: Mundial de Fútbol, victorias en torneos de tenis de la mano de Rafa Nadal o David Ferrer, premios en el mundo del motor con Fernando Alonso y Dani Pedrosa, o el oro olímpico de la atleta Ruth Beita en salto de altura.

Pero, ¿qué haría falta para que “el sueño español” fuese posible? Para conseguir esta meta se necesitan primordialmente dos cosas: ganas y dinero. Madrid 2020 suena fuerte entre la población, donde tres de cada cuatro madrileños se manifiestan a favor de la iniciativa y muchos se han apuntado ya al programa de voluntariado que ofrece la página web oficial de la candidatura. Sin embargo, el tema espinoso recae en la cuestión de financiación. Según declaraciones de la Presidenta de la Comunidad de Madrid, sería necesaria una inversión de mil trescientos millones de euros distribuida a lo largo de ocho años. A pesar de ser una cifra importante, la presidenta sostuvo que “es asequible y nos permitirá hacer realidad los Juegos con un presupuesto inteligente”. Así mismo, se promueve la idea de que abarcar unos Juegos Olímpicos no solo dará una buena reputación sino que además, reactivará el mercado laboral, dato a tener en cuenta en un país donde, recordemos, la cifra del paro roza el 27%.

Con Madrid 2020 no está en juego ser la sede de una competición a nivel mundial. Está en juego mucho más: la esperanza de futuro y prosperidad de una nación que sigue luchando hasta el último segundo de partido.