MADRID, ESPAÑA. Entre cuatro muros que rebosan silencio y tranquilidad dentro del bullicio madrileño encontramos el cementerio británico. Esta media hectárea sacramental, propiedad del gobierno de Reino Unido, fue edificada en 1854 como lugar de enterramiento de aquellos británicos anglicanos que no eran aceptados en los cementerios católicos y cuyos cadáveres eran arrojados hasta ese momento al mar. Con el paso de los años terminó acogiendo además a ortodoxos, luteranos, musulmanes e incluso judíos o masones. En este ambiente algo decadente encontramos más de medio centenar de tumbas, algunas deterioradas por el paso del tiempo, otras con cierto aire abandonado y las que menos decoradas con unas pocas flores que evocan el recuerdo de alguna familia por su difunto.

David Butler es uno de los voluntarios encargados de realizar las visitas guidas del cementerio. Este británico residente en España desde hace varios años parece empapado de toda la historia de cada uno de los rincones que enseña. Butler nos cuenta que entre los más ilustres personajes enterrados allí encontramos tumbas como la de William Parish, domador y fundador del conocido circo Price o la familia Lhardy, dueños del famoso restaurante madrileño que lleva su nombre. Casi en el punto medio del cementerio nos topamos con la tumba de la familia Bragation, procedente de una de las dinastías ortodoxas exiliadas de Georgia tras la revolución rusa. Otra de las curiosidades que alberga el lugar es la de un enterramiento en forma piramidal de posible origen masónico con la inscripción del apellido de la familia Tersch encima de una pequeña puerta falsa que parece dar entrada a la sepultura.

Junto a uno de los muros que cierra este camposanto, encontramos la tumba de Margarita Kearny Taylor, fundadora del primer salón de té inglés en España, Embassy, inaugurado en 1931. Durante la Segunda Guerra Mundial, el salón se convirtió en el principal centro de reuniones de algunos de los miembros de los cuerpos diplomáticos extranjeros y refugiados del conflicto bélico. Sus sótanos albergaron a numerosos refugiados de guerra hasta tal punto que el Gobierno español de la época lo catalogó como refugio ilegal y nido de espías.

Tras algunos de los rastros que dejarían dos Guerras Mundiales y una Guerra Civil en España, muchos otros de los difuntos permanecen enterrados sin ninguna descendencia actual viva.

Numerosas historias albergadas bajo un paraje que hoy en día sobrevive sin la ayuda del gobierno británico y con los pocos fondos que aportan las familias de los difuntos. Un pequeño comité de voluntarios hace de este sitio, un cementerio aparentemente cuidado y lugar de visita para los turistas con más inquietudes históricas, pese al deterioro y el abandono que ha sufrido a lo largo de los años. El cementerio continúa destinado a albergar cenizas de todo aquel que quiera descansar en él y aunque en la actualidad aún se celebran enterramientos de familias británicas que aún permanecen en España, tan sólo se hacen de manera muy esporádica.

El camposanto permanece abierto al público todos los martes, jueves y sábado en horario de mañana de 10:30 a 13:00 y además realiza visitas guidas a petición vía email con explicaciones detalladas de cada historia que entierra.

Calle Comandante Fontanés, 7. Metro Urgel

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